Poder y democracia (I)
En Nueva historia de España y en La guerra civil y los problemas de la democracia he esbozado una teoría sobre el poder y la democracia, que aquí resumo.
1. El ser humano es necesariamente social y sociable, pues no puede subsistir en soledad, pero al mismo tiempo sus sociedades son conflictivas, internamente y unas con otras. Esto ocurre desde las familias hasta las naciones e imperios, pasando por cualquier otro tipo de asociación.
2. La causa de la conflictividad puede encontrarse en la fuerte individuación del ser humano, manifiesta en la gran diversidad y a menudo oposición de intereses, sentimientos, ideas, aspiraciones y egos. El término individuación no es muy adecuado, pues el individuo, en el sentido de átomo o indivisible, no existe. En los llamados individuos también se da el conflicto entre contradictorios deseos, intereses, etc., que exige un esfuerzo permanente de equilibrio. Pero puede servir como contraste con la sociedad.
3. La conflictividad interna distingue profundamente a las sociedades humanas de las animales. En estas las conductas sociales se rigen por el instinto y conflictividad es mínima y elemental comparada con la humana. Por eso las conductas se reproducen iguales de generación en generación, y en ese sentido los animales no tienen historia. En el hombre, el instinto, sin desaparecer, ha perdido gran parte de su fuerza, y esa conflictividad es un motor de su evolución cultural o historia.
4. La conflictividad humana puede volverse autodestructiva, como se aprecia en todas sus sociedades, desde las familias a los imperios, dándonos la historia un amplio muestrario de tales sucesos. Mantener la estabilidad social exige fuerzas contrarias, principalmente la moral y el poder. Dejaremos aquí la moral para intentar analizar el poder.
5. El poder, aunque puede revestir muchas formas, surge de manera natural y espontánea en las sociedades humanas para encauzar y controlar la conflictividad, y evitar su potencial destructivo. Sin embargo nunca lo consigue del todo ni permanentemente (como ocurre con la moral).
6. ¿Puede concebirse una sociedad humana sin poder? El término anarquía, como el de democracia, no puede significar lo que indica su etimología. En la práctica significa la multiplicidad de poderes arbitrarios. Para que fuera de otro modo, las sociedades tendrían que homogeneizarse en intereses, sentimientos y demás, los egos perder mucha de su potencia, la moral sustituir al instinto y los seres humanos comportarse al modo de las hormigas o las abejas. La anarquía significa así la destrucción de lo propiamente humano, un intento imposible de volver a la vida instintiva.












El señor Moa, con su habitual realismo, nos advierte de que en una democracia, si no se tiene cuidado en el deslinde de los respectivos
poderes, los conflictos surgen inevitablemente.