El plan económico de Biden haría a todas las familias más pobres en 6.500 dólares para el fin de su mandato
Según las estimaciones de la Hoover Institution, el plan económico, regulatorio e impositivo del demócrata Joe Biden destruiría los ingresos familiares en el largo plazo y haría la recuperación de la pandemia mucho más lenta. Un candidato corrido al socialismo.
La progresiva radicalización hacia la izquierda del candidato demócrata Joe Biden pone en peligro la recuperación post pandemia, y se teme por un fuerte efecto negativo sobre los ingresos promedios.
Biden propone un amplio programa tributario, fuertemente contractivo, que busca revertir una gran parte de las reformas realizadas por Trump y, a su vez, promueve un histórico aumento en la presión fiscal como no se veía desde mediados del siglo XX.
Un nuevo estudio de la Hoover Institution revela el impacto perjudicial que podría tener este tipo de políticas sobre la economía norteamericana, especialmente si se tiene en cuenta la enorme necesidad de recuperar terreno perdido a causa de la pandemia.
Según el informe, la economía de Estados Unidos se está recuperando a un ritmo sustancialmente superior al que se había estimado, y esta situación de repunte se mantendría en el tiempo independientemente de quién sea el ganador en las elecciones de noviembre.
Sin embargo, se alerta sobre una posible ralentización de la recuperación si se toman medidas en contra del normal desarrollo del mercado, del mismo modo en que ocurrió entre 2009 y 2013 en la administración Obama, cuando los aumentos impositivos y los programas fiscales imprudentes atrasaron los beneficios de la mejoría económica.
Del mismo modo, el modelo de Biden tendría resultados similares a los de Obama, aunque sus propuestas son comparativamente mucho más drásticas a las que había presentado Obama durante su administración.
El informe de Hoover señala que la ralentización no solo se verá marcada por las tasas impositivas que proponen los demócratas, sino también por el enorme marco regulatorio que pretenden aprobar, revirtiendo importantes beneficios que habían sido delegados en el sector energético.
Este estudio intenta describir el impacto de los impuestos corporativos dentro de los incentivos de la economía, y se analizaron casos históricos en los cuales este tipo de medidas fueron aplicadas.
La conclusión fue pesimista: el plan de Biden (de aprobarse tal cual es presentado hoy) reduciría el empleo de tiempo completo en un 3%, el capital social en un 15%, y el ingreso por habitante perdería un 8% de su tamaño potencial. Estas cifras proyectan caídas en el crecimiento potencial previstas para el año 2030, es decir, en el largo plazo.
Si las estimaciones del informe de Hoover son comparadas con las que tiene la Oficina de Presupuesto del Congreso (que supone una continuidad del modelo tributario de Trump), el “efecto Biden” llevaría a disminuir en 6.500 dólares el ingreso familiar promedio norteamericano.
Entre el aumento en las tasas marginales del impuesto a la renta, y el aumento considerable del impuesto corporativo (del 21% al 28%), se prevé un importante incremento en los costos de capital y un golpe al consumo (atado a los ingresos individuales).
Si bien Joe Biden negó enérgicamente la instalación de una agenda extremista-ecologista conocida como “Green New Deal”, lo cierto es que sus medidas regulatorias sobre los servicios energéticos sí que tendrán un costo importante para la sociedad.
El plan energético demócrata reduciría la productividad de los factores en el sector, entre un 1% y un 2% para el total de la economía.
Por otro lado, los planteos reformistas en el sistema sanitario conducirían a la pérdida de incentivos para trabajar, y esto podría traducirse en un aumento de la presión fiscal sobre los que efectivamente permanecen en el mercado laboral.
Durante la administración Obama, iniciativas como la “Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio” provocaron incentivos negativos en el mercado laboral, y ocasionaron un crecimiento anémico en la tasa de actividad del trabajo.
La recuperación en el mercado laboral post-subprime se vio boicoteada por las iniciativas de Obama. La tasa de desocupación bajaba (en parte) por los retiros en el mercado laboral, y la recuperación de puestos de trabajo fue suavizada.
Durante la administración Trump, la tasa de actividad en el mercado laboral norteamericano volvía a crecer, y sin que esto se tradujera en una mayor tasa de desocupación, porque la creación de trabajo era más que compensatoria con el ingreso de nuevas personas activas.