Una vez más, las turbas de Black Lives Matter, dirigidas por los terroristas de Antifa, acudieron a las calles de la ciudad de Kenosha, en el Estado de Wisconsin, para incendiar y destruir todo a su paso.

Esta vez, en protesta por un altercado entre 3 policías y un delincuente afroamericano llamado Jacob Blake, que recibió 7 disparos en su torso cuando evadió la detención de los policías y aún con un disparo TASER encima se dirigió a su auto para agarrar un arma.

El oficial Rusten Sheskey presumió que Blake escapó la detención y se dirigió al auto para agarrar un arma de fuego, y así justificó su balacera. En sus palabras, los 7 tiros fueron necesarios para frenar todo tipo de movimientos del sujeto. Blake no murió pero está todavía internado en graves condiciones en el hospital, y según los médicos, puede sobrevivir pero “no caminará nunca más en su vida”.

En los peritajes luego del hecho, se descubrió que lo que el delincuente quería agarrar era un cuchillo, que tenía en el piso del auto. Los policías fueron enviados a la escena cuando una mujer llamó al 911 denunciando que su ex novio estaba acosándola en las inmediaciones de su casa con un cuchillo en mano.

El incidente fue captado por el celular de un vecino, lo que disparó una de las oleadas de protestas más violentas en lo que va del año.

Luego de los 7 disparos, los policías le aplicaron asistencia de emergencia y le salvaron la vida, por lo que cualquier indicio de racismo de parte de los efectivos contra el delincuente por su color de piel queda descartada, pero esto no evitó las protestas.

La tranquila ciudad de Kenosha, de unos 100.000 habitantes, explotó en caos y anarquía. Los protestantes atacaron a policías, cometieron incendios, saqueos, y destrucción de propiedad. Todo en el nombre de un imposible caso de racismo policial a un delincuente que ni siquiera murió.

En este video se puede ver cómo los anarquistas agreden a la policías, noqueando incluso a un efectivo luego de lanzarle un ladrillo a la cabeza.

En la siguiente noche, la situación empeoró aún más. La tundra redobló en tamaño y se mostró más organizada, incendiando edificios públicos, restaurantes y asaltando patrulleros.

El presidente estadounidense, Donald Trump, manifestó en su discurso que luchará para que EE. UU siga siendo una nación fuerte donde prevalezca el sueño americano lejos del socialismo.

Un dueño de un comercio local conmocionado luego de que los anarquistas hayan saqueado y destruido su negocio:

Un residente local describe cómo terroristas golpearon a un anciano de 70 años que intentaba defender su comercio:

Una mujer sostiene un cartel con la consigna “Dios, Ley y Orden” mientras observa la destrucción de su ciudad:

La situación de la noche del 25 de agosto fue agonizante. Los manifestantes comenzaron a aparecer armados por las calles de la ciudad, y sobrepasaron la autoridad de la policía local, que sin capacidad de respuesta, tuvo que ceder ante los ataques los terroristas.

Los terroristas hasta fueron capturados en cámara frenando el vehículo blindado del Sheriff y arrojándole fuegos artificiales. Éste les respondió con bombas de gas y se escapó del bloqueo, sin poder realizar ni un arresto.

La situación escaló cuando, esa misma noche, una tundra de terroristas quiso incendiar una estación de servicio, pero vecinos de la zona, portando rifles semi-automáticos y con chalecos anti-bala, defendieron y evitaron la destrucción del edificio.

El enfrentamiento se fue de las manos cuando los terroristas de Black Lives Matter y Antifa empezaron a aparecer con armas en la estación de servicio. El altercado finalmente terminó a los tiros y ambos bandos escaparon en direcciones opuestas.

Excepto un joven de 17 años, Kyle Rittenhouse, que con su rifle de asalto escapó como pudo de la tundra violenta, mientras algunos terroristas de Antifa lo persiguieron por un estacionamiento, tirándole piedras y tiros.

En el estacionamiento, un hombre que lo había tenido cara a cara en la estación de servicio lo acorrala a Rittenhouse contra un auto, y el joven decide dispararle para defender su vida. Una vez abatido, sobre el cuerpo, Rittenhouse llama al 911 y afirma haber asesinado a una persona en defensa propia, que por favor lo vengan a asistir.

Finalmente, el joven vuelve a intentar escaparse de la tundra pero los protestantes lo alcanzan, lo tiran al piso y uno hasta le llega a pegar una patada en la cabeza. Desde el piso, temiendo por su vida, Rittenhouse efectúa dos disparos, donde mata a un terrorista más y hiere en el brazo a otro.

Con esta balacera logró librarse de la tundra y se dirigió, corriendo, hacia los vehículos policiales que estaban a una cuadra con ordenes de no intervenir, a contarles lo ocurrido.

El chico de tan solo 17 años resultó ser oriundo de Illinois, Estado limítrofe de Wisconsin, en un pueblo pegado a Kenosha. Él, junto a tantos otros vecinos, había decidido ir a defender con sus armas la propiedad privada de los ciudadanos de bien, asediados por el terrorismo de extrema izquierda, que utiliza cualquier excusa para protestar y destruir.

El gobernador demócrata de Wisconsin, Tony Evers.

Más tarde, se conoció que uno de los terroristas abatidos por el joven (el hombre calvo que lo acorraló en el estacionamiento) era Joseph Rosenbaum, miembro de Antifa que apareció en muchos videos de la noche enfrentandose con los vecinos armados. Rosenbaum tenía antecedentes penales y había estado encarcelado por violar a un menor de edad.

Además, uno de los hombres que atacó a Rittenhouse cuando estaba en el piso, que recibió un disparo en el brazo, tenía una pistola y se la apuntó a la cara cuando el joven efectuó el disparo.

Kyle Rittenhouse fue liberado por la policía de Kenosha luego de explicar los acontecimientos, pero al retornar a Illinois fue arrestado y ahora es acusado por homicidio de primer grado a Jacob Rosenbaum, y se investigará si el homicidio de Anthony Huber, quien le pegó una patada en la cara y recibió un disparo desde el piso, fue en defensa propia.

Cualquier jurado con sentido común y no politizado lo dejará en libertad, entendiendo que actuó con legítima defensa en los dos homicidios.

Tanto el gobernador de Wisconsin como el alcalde de Kenosha son demócratas y en un primer momento lanzaron críticas a la oferta del presidente Trump de enviar a la Guardia Nacional para calmar las protestas.

Pero luego de este letal incidente, el miércoles por la tarde, el gobernador demócrata Tony Evers accedió a la propuesta de Trump y avaló el envío de 500 soldados de la Guardia Nacional.

Con la llegada de estas tropas, la ciudad no experimentó altercados severos en la noche del miércoles 26, aunque la sangre, la destrucción y la tristeza del caos que pudo haberse evitado con la Guardia Nacional en la noche del 25, estarán para siempre en las manos de Evers.