Por José L. Román.- Ahí los tienen de nuevo más crecidos y desafiantes que nunca. Para ellos no ha tenido lugar ningún atentado yihadista en Barcelona, simplemente ha sido una respuesta de los pobres musulmanes al maltrato que reciben por parte de España y de los españoles. Las imágenes que recoge el vídeo no dejan lugar a dudas, son ellos, los de siempre, comunistas y separatistas cuyas raleas generacionales han sido vitaminadas en el odio a España durante los últimos cuarenta años. Amparados en la masa, protegidos por sus dirigentes políticos, y justificados en todo momento por los medios informativos, jalean, desafían e insultan sin miramiento alguno al conjunto de la sociedad española: ¡REFUGIADOS SÍ, ESPAÑOLES NO!
(VER VIDEO)

Estos son los que con total ligereza llaman a cualquiera fascista para condenarlo de por vida, simplemente, por no pensar como ellos. Llaman fascista a todo aquel que no sea socialista, comunista o separatista. No es necesario que el objetivo tenga color político conocido ni estar sindicado, si no piensa como ellos es un fascista, aunque se trate de un profesional y trabajador español cuya principal tarea sea la de vertebrar su nación e intentar sacar adelante a su familia. Les da lo mismo.

Sus insultos cargados de odio van dirigidos a todos los españoles, a millones y millones de españoles que de hacerles frente acabarían con sus insultos en pocos minutos, pero sin embargo, el pueblo español no reacciona, sus dirigentes políticos le han matado la capacidad de defenderse de las agresiones de cuatro malnacidos. Esa hipnosis que sufre nuestra sociedad y que está permitiendo que se le machaque impunemente, ha sido el fruto del trabajo meticuloso de nuestra clase política y sus medios informativos, cuya dosis de anestesia diaria a través de la caja tonta ha anulado en los hombres y mujeres de España los grandes reactivos nacionales.

Existe por otra parte una complicidad manifiesta entre los dirigentes políticos nacionales y los que gobiernan la región catalana, hasta tal punto, que estoy convencido de que antes de que esos millones de españoles reaccionasen y tuvieran tiempo de encolerizarse al sentirse subestimados, insultados y agredidos por esta caterva de malnacidos, esos dirigentes políticos nacionales cuyos representantes están sentados en el Parlamento, serían implacables. De inmediato enviarían a las fuerzas antidisturbios para que los moliesen a palos, ante las burlas y el cachondeo de los antiespañoles que cargados de odio gritan rabiosos ¡REFUGIADOS SI, ESPAÑOLES NO!

Los mismos que han consentido el envalentonamiento de los que odian a España y a los españoles en Cataluña, no dudarían en reprimir a los que nos sentimos profundamente españoles si respondiésemos a los insultos y a las agresiones, en lugar de meter en cintura con el estado de Derecho a los que ni obedecen ni respetan la Constitución.

Se sienten protegidos no solo por aquellos dirigentes políticos a los que insultan, agreden, difaman, injurian y calumnian sin necesidad de esconderse, sino también por la jerarquía eclesiástica de Cataluña. No tienen miedo a la acción de la Justicia, se ciscan en ella. Para esta gentuza no existen las leyes, ni las normas, ni la autoridad, ni el estado de derecho. Bajo el amuleto de su lucha por la independencia de Cataluña, todo vale.

Se les ha permitido subirse a la chepa de todo aquel o aquello que de una u otra forma represente a la nación española. Queman la bandera nacional española donde les sale de los cojones; tirotean el retrato del Rey cuando les da la gana; ridiculizan a nuestras Fuerzas Armadas públicamente con desafiante chulería; atentan contra los turistas legales con total impunidad practicando la “turismofobia”; pitan el himno nacional español como el que lanza un eructo; atribuyen al Rey la masacre de Las Ramblas; han conseguido la islamización de Cataluña con el silencio cómplice de la jerarquía eclesiástica; y para demostrar que aquí son “los putos amos”, se manifiestan públicamente para gritar hasta quedarse afónicos: ¡REFUGIADOS SÍ, ESPAÑOLES NO!