Destrozos en una iglesia en Navarra.

Por José L. Román.- La cristianofobia, maquillada sutilmente por las formaciones políticas bajo el seudónimo de “laicisimo”, no es algo nuevo que haya que atribuir únicamente a los perroflautas podemitas de nuestro tiempo, no. Es la continuación de un proyecto que iniciaron los socialistas desde que llegaron al poder en 1982, y cuyos episodios cargados de odio nunca encontraron una firme respuesta por parte las más altas magistraturas de la Iglesia. Por ejemplo, la negativa de los curas con sotana que en Vascongadas se negaban a oficiar los funerales por las víctimas del terrorismo; los templos que se utilizaban como depósitos de armas de la ETA; o los sacerdotes que escondían en sus templos a los criminales perseguidos por la Guardia Civil. Entonces, ¿dónde estaba la Conferencia Episcopal?

El trato dado en 2003 a don Jaime Larrinaga, párroco de Maruri (Vizcaya) fue vergonzoso, pues tuvo que abandonar la parroquia donde fue sacerdote durante 34 años, por enfrentarse abiertamente con la verdad a los separatistas y terroristas vascos. La presión ejercida por el PNV, socio inseparable de los gobiernos centrales, llevaron al Padre Larrinaga fuera de Vascongadas. Pero, ¿dónde estaba la Conferencia Episcopal?

Ese mismo año 2003, a través de una emisora de radio que cubre toda España, escuchamos la propaganda sobre la apertura de una exposición en Barcelona que contaba con el apoyo de su Ayuntamiento, titulada “Me cago en Dios”. Aquella exposición me produjo, -y creo que como a mí a millones de españoles-, un estremecimiento desgarrador, una indignación difícilmente contenible, y un escalofrío mezcla de amargura y de asco. Pero, ¿dónde estaba la Conferencia Episcopal?

El 10 de marzo de 2011 decenas de perroflautas podemitas y representantes de la asociación Contrapoder asaltaban la capilla del Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense. Entre esa banda se encontraba la podemita Rita Maestre, hoy felizmente sentada en el consistorio madrileño. Pero, ¿dónde estaba la Conferencia Episcopal?

Mucho más tarde, en febrero de 2016, la deposición verbal maloliente de una tal Dolors Miquel, titulada “mare nostra”, parodiaba con mofa y befa el Padre Nuestro católico con un hedor que no solo hizo enmudecer a los pájaros, sino que una nube mugrienta dejó Barcelona cubierta de cieno. Pero, ¿dónde estaba la Conferencia Episcopal?

Anteayer mismo, viernes 24 de marzo de 2017 a las seis de la tarde, los separatistas catalanes tenían previsto cercar la parroquia donde ejerce el Padre Custodio Ballester en Hospitalet de Llobregat, al que acusan de defender junto a la Cruz de Cristo la españolidad de Cataluña. En el ayuntamiento de esa población, no hay que olvidarlo, gobierna la socialista Nuria Marín, número dos del partido socialista de Miquel Iceta. Una vez finalice el escrache, se dirigirán hasta el palacio episcopal de Barcelona para entregar un manifiesto en el que piden la expulsión del Padre Custodio de la parroquia y de la ciudad. Pero, ¿dónde está la Conferencia Episcopal?

Como estamos viendo, la inoperancia de la jerarquía eclesiástica está provocando la imparable avalancha de ataques de la izquierda y la extrema izquierda podemita, contra los católicos españoles, entre esos ataques, el inicio de un proceso judicial para arrebatar a los cristianos una catedral.

Hace unas semanas, la iniciativa fue para suprimir la emisión de la Santa Misa por La2 de rtve. Días antes, solicitaron también el fin de los servicios religiosos en el Ejército, con la eliminación de los capellanes castrenses. Pero, ¿dónde está la Conferencia Episcopal?

¿Recuerdan el intento de expropiación de la Catedral de Córdoba? Aquello fue obra de Susana Díaz. Sí, la indigente intelectual que aspira a la presidencia del PSOE y del gobierno de la nación. Odiosa iniciativa jaleada por todos los partidos posicionados a la izquierda de la izquierda, que quieren acabar con la religión católica, pero defensores a ultranza de los musulmanes, de las mezquitas y de la religión mahometana. Pero, ¿dónde estaba la Conferencia Episcopal?

También intentaron apropiarse de la Catedral de Jaca, de la mano del argentino Echenique y su banda podemita. Ahora, le ha tocado el turno a la Catedral del Salvador de Zaragoza, la Seo. Un edificio Patrimonio de la Humanidad que ya fue templo cristiano en tiempos de los visigodos y sede episcopal y catedralicia desde el siglo III. Pues fíjense ustedes, diecisiete siglos después de uso cristiano ininterrumpido, los partidos cristianófobos del Ayuntamiento de Zaragoza, dicen que el edificio debe ser expropiado. Podemos-Zaragoza en Común (ZEC), PSOE, y la Chunta Aragonesista, partidarios de que los creyentes españoles desaparezcan del planeta Tierra, anuncian el inicio del proceso judicial para quitar a los cristianos su catedral. Pero, ¿dónde está la Conferencia Episcopal?

¿Dónde están la Conferencia Episcopal y sus medios informativos COPE y 13tv, que no movilizan a los católicos españoles para hacer frente en la calle a los ataques de la izquierda y la extrema izquierda contra la cruz de Cristo?

El Partido Popular no quiere saber nada; estos nuevos socialistas disfrazados de derecha liberal no quieren mancharse en el transcurso doloroso de la contienda; no están dispuestos a enfrentarse a los que por medio del ataque sistemático, del insulto, de la agresión, de la imposición del miedo y del odio, están imponiendo sus leyes y haciéndose con el control de las calles y de la nación, aun siendo todavía una escasa minoría.

Estos ataques que no obtienen respuesta contra la cruz de Cristo y la fe cristiana, son, a mi juicio, la peor de las afrentas que a Dios se le hacen. Una sociedad, una estructura política, y una Iglesia, que temen enfrentarse a algo tan perverso, es una prueba clara de que un virus demoledor y aniquilante ha adormecido y debilitado a quienes, por obligación ineludible, deberían reaccionar de inmediato.