Por Ezra Orbán.- Hace meses en Libertad Digital, en una de las habituales columnas publicadas allí para denigrar a Donald Trump, descubrí que un fenómeno que yo había vislumbrado años antes ya había sido observado en 1961 por un tal doctor Wolf, del departamento de Medicina de la Universidad de Oklahoma. El fenómeno fue denominado “Efecto Roseto” y lo describe así:

“En 1961 el doctor Wolf, director del departamento de Medicina de la Universidad de Oklahoma, quedó intrigado por la baja tasa de enfermedades cardiovasculares en la pequeña localidad de Roseto. En 1964 publicó un estudio en el que demostraba que los habitantes de Roseto no diferían significativamente de los de otros pueblos de la zona en términos de dieta, ejercicio, ocupación o genética. Lo que les hacía diferentes era la fortaleza de los vínculos que unían a su comunidad: mayoritariamente de origen italiano, habían recreado una especie de Little Italy, con su vida centrada en torno a la parroquia y diversas asociaciones caritativas. Incluso encontró un alto grado de uniformidad en los menús familiares: los martes espaguetis, los miércoles lasaña. Con una estructura familiar y social sólida y estable, los habitantes de Roseto sabían, muchos por propia experiencia, que cuando la vida se ponía fea disponían de una red que les ayudaría a superar las dificultades, seguridad que también tenía un impacto en su salud. Son estas redes las que se han deteriorado a pasos agigantados durante la Administración Obama, generando una inédita alza en la mortalidad de los grupos afectados y abriendo la puerta a una candidatura como la de Trump. Un número importante de estadounidenses se sienten más vulnerables que nunca y no dudan en apoyar a quien les promete protección, independientemente de su capacidad para cumplir sus promesas. A menos ‘Efecto Roseto’, más ‘Efecto Trump’”.

La Iglesia, uno de los ejes de la vida en Roseto.

Obviando los errores analíticos,-como que toda la culpa es de los progresistas actuales cuando esto se ha estado cocinando desde los años 60 y obviando también que las políticas que defienden los liberales como el autor son las que desestructuran la sociedad americana, dejando a las personas más desprotegidas que nunca dado que tienen que abandonar sus comunidades para encontrar trabajo a miles de quilómetros de sus familias o viajando diariamente decenas de quilómetros también para trabajar, no pudiendo participar en la crianza de sus hijos-, lo demás es correcto: a más depresión/stress, menor esperanza de vida.

Y esto es algo que se puede percibir en el sector identitario español, generalmente todas las personas que asumen posturas identitarias lo hacen siendo muy jóvenes e incluso sin tener la mayoría de edad. De la misma manera, un alto porcentaje sólo tiene los estudios obligatorios y un porcentaje aún mayor no tiene estudios superiores.

Hasta ahora mi experiencia personal me ha demostrado que una parte importante de los que asumen posturas identitarias vienen de familias desestructuradas y al tener un trauma personal encuentran en el ideario tradicionalista una solución a sus problemas. He conocido varios casos en que los padres después de divorciarse, se han amancebado con personas del tercermundo, con los consabidos conflictos socioeconómicos que eso lleva aparejado: que si “está con mi padre por interés”, que si “le está lavando el cerebro a mi padre para que adopte a su hijo”, etc.

Calle de Roseto.

Estando así las cosas no es casual que algunas de las víctimas –seguramente las más dotadas-, se “hagan preguntas” y acaben adoptando una ideología identitaria-tradicionalista-conservadora.

Por supuesto, esto tiene consecuencias en el sector identitario, buena parte de la gente que entra en nuestros movimientos acaba abandonando a los pocos años y no siempre porque hayan cambiado de ideas, sino también por la sensación de fracaso. Si ser identitario sólo te aporta disgustos, no sólo aumenta tu sensación de tristeza y las ganas de “abandonarlo todo”, sino que también aumentan las posibilidades de que cambie tu perspectiva de las cosas y con lo cual cambies de ideología.

Alemanes autóctonos celebrando una fiesta tradicional.

La falta de estudios –y de lecturas- es también una consecuencia de las familias desestructuradas, el mundo actual es tan sumamente complejo que se necesita dedicar media vida a leer para entenderlo, obviamente hoy con Internet las cosas se han simplificado en ese aspecto.

Del mismo modo, las personas con pocos estudios tienen extremas dificultades para encontrar estabilidad laboral, con lo cual ya tenemos el cóctel explosivo: personas sin estudios, pertenecientes a familias desestructuradas y sin trabajo fijo. Con ese perfil es imposible aportar nada positivo al movimiento identitario, ya sea intelectual, ya sea económico.

¿Y qué se puede hacer ante esto? Sólo una cosa: crear comunidades identitarias.