El Ayuntamiento de Dijon (Francia) quiere transformar una capilla del siglo XVI en una vinatería
L.P.- Hemos visto bajo la Revolución llamada Francesa, durante la oleada de descristianización que sufrió Francia, iglesias transformadas en cuadras, en heniles, en arsenales, incluso en canteras en donde uno podía cómodamente tomar material para la construcción. Al menos, si puede decirse, estas iglesias estaban en desuso de cara al culto. Desde entonces la ralea revolucionaria, siempre fiel a su ideología estéril, recurre a su productiva imaginación. Ahí la tenemos acariciando su proyecto de transformar una capilla —donde se sigue celebrando el culto—, en… una vinoteca. Esta ha sido la idea progresista del ex-alcalde de Dijon, François Rebsamen, hoy ministro del Trabajo y que ha sido asumida por el Ayuntamiento de la ciudad: transformar la capilla del Espíritu Santo de lo que había sido el Hospital General de la ciudad, en «un espacio de venta y de valorización de los vinos de las regiones de Francia y del mundo».
Ahora bien, esta capilla de comienzos del siglo XVI no está en desuso de cara al culto dado que la misa se celebra allí una vez por semana, tanto para los residentes del hospital como para los fieles del barrio. El obispo de Dijon, monseñor Roland Minnerath, denunció el pasado 8 de julio este proyecto: «La perspectiva de banalizar sin concertación este lugar en local comercial es sentida por muchos como una provocación (…) «¿Acaso no hay otros lugares para desarrollar una actividad comercial?».
Para el delegado general de L’Observatoire du patrimoine religieux, el proyecto del Ayuntamiento de Dijon es una “herejía” y sugiere, con sentido común, que se encuentre «un uso cultual alternativo, como en el caso de construcción de urbanizaciones o chalets en donde uno tiene necesidad de una dimensión religiosa. Si este no es el caso, es necesario al menos tratar de conservar esta capilla, con una vocación conforme a la original. Esta vocación es primeramente universal, ya que es el fondo de la Iglesia, a saber, ser accesible a todos y gratuitamente, y a falta de tener una dimensión cultual, que al menos tenga una vocación intelectual a fin de que sea valorizada y que la gente pueda identificarla como su patrimonio y no como una tienda que uno puede encontrar en cualquier parte».
Hace tiempo que en Francia, Bélgica y Holanda algunas iglesias se han trasformado en bares y comercios. Es el triunfo del liberalismo al que la iglesia posconciliar ha amparado.
Total para lo que nos sirve la religion catolica no perdemos mucho
Si ganamos si la convierten en una excelente tienda de vinos para el publico
Perdemos si la venden para hacer una mezquita islamista eso si que es intolerable