Mucho estaban tardando. La troika, a través de sus venizelos, gallardones, lettas, hollandes, entre otros muchos vasallos, no oculta ya que su objetivo fundamental no es otro que la decapitación de las fuerzas políticas, militares y sociales que se oponen al establishment mundialista. La dialéctica derecha-izquierda ha dejado de tener sentido. Muchos europeos han comprendido la necesidad de linimentar la musculatura del identitarismo como única fórmula de supervivencia. El barco europeo que fue botado en las playas de Normandía el 6 de junio de 1944, comienza a hacer aguas por todas partes y el riesgo de que se vaya a pique ha encendido todas las alarmas. Aqui ya no se dilucida un cambio de ciclo político, sino la capacidad o no que tenga Europa de escapar con vida a los satánicos experimentos de los rothschild, los rockefeller, los bilderberg, los goldman sachs… Se pretende acabar con Europa porque Europa, el genio europeo, era demasiado hueso para esos perros. “Las fuerzas patriotas europeas son una amenaza y no serán toleradas”, sostuvo el siniestro Henry Kissinger ante un grupo de banqueros europeos.

Con la propaganda hollywoodiense, las televisiones, el utilitarismo, el maniqueísmo ramplón, la invalidez de cualquier ideal crítico y las teorías relativistas aplicadas a la población europea como un nuevo bálsamo de Fierabrás, los patrocinadores del nuevo orden estaban logrando uno a uno todos sus objetivos. La teoría del pulpo vivo cocido de forma progresiva se hacía realidad en la medida de una población europea sumisa e incapaz de anteponer al placer ningún ideal trascendente.

Nunca antes, en ningún momento de la historia de la humanidad, los objetivos satánicos de unos pocos se habían impuesto con tanta eficacia a tantos otros. Cuentan esos pocos con la complicidad de toda una legión de tontos útiles que, pese a sus apariencias, viven confortablemente instalados en el Sistema. Cualquiera que en Europa represente un ideal que transgreda la moral cristiana, el orden natural, la visión antropológica del hombre, la exigencia ética en las relaciones económicas o el fortalecimiento de la idea nacional, tendrá buena prensa y gozará del beneplácito de las ligas de la virtud y de las instituciones. Quienes se opongan a las reglas dictadas por este poder luciferino en la sombra a través de sus gobiernos comparsas, sufrirá la persecución política, el linchamiento mediático y la incriminación de los jueces. Amanecer Dorado es uno de los grupos políticos que se oponen a la demolición de Europa, a la reducción de los europeos a simple masa alienada, a la fagocitación de las patrias europeas por un puñado de bancos, logias y clubes secretos. Al peligro de sus ideas refractarias al nuevo orden mundial se unió un creciente ascendiente sobre un creciente número de ciudadanos griegos irritados con la castuza. Se podía haber optado por eliminar a su líder o por criminalizar a todo el partido. Lo segundo está resultando más rentable. De nuevo estamos ante una operación de falsa bandera para culpar a un partido que no convenía a la tiranía de los amos de la economía mundial y justificar así su ilegalización y el encarcelamiento de sus líderes. Hablar de cosas que comprometen las pretensiones del nuevo orden tiene estas consecuencias.

Ha bastado la muerte del rapero Pavlos Fyssas, una auténtica escoria humana, a manos de Yorgos Rupakiás, militante de Amanecer Dorado, para que el sistema esté actuando con la virulencia que no está teniendo, por ejemplo, ante los ataques, algunos com bombas, perpetrados estos días por militantes y simpatizantes comunistas griegos. El caso del asesinato del rapero griego me recuerda, ignoro por qué, aquel otro caso del crimen de Atocha.

En la medianoche del 24 de enero de 1977, un comando supuestamente ultraderechista penetró en un despacho de abogados en derecho laboral de Comisiones Obreras (CC OO) y militantes del Partido Comunista de España (PCE), situado en el número 55 de la calle de Atocha, abriendo fuego contra los allí presentes, matando a cinco personas y dejando cuatro heridos.

La conmoción por el múltiple asesinato fue enorme en todo el país. Pronto, la prensa decidió lanzar sus dardos envenenados contra la única formación política española, Fuerza Nueva, que ponía seriamente en cuestión el cúmulo de acontecimientos que estaban conduciendo al proceso de ruptura conocido como Transición.

El notario Blas Piñar, líder de Fuerza Nueva y también el político español más sobresaliente de aquel periodo, fue el principal destinatario de la furia inquisitorial que se desató contra la llamada “ultraderecha” española. Políticos y medios informativos al servicio del pesebre responsabilizaban del asesinato, con desvergonzada impunidad, al notario de origen toledano. No hubo entonces ni nunca el menor indicio que justificara estas atroces acusaciones, pero el sistema aprovechó la causa para generar una oleada popular de simpatía hacia los comunistas y un tsunami de resquemor hacia los representantes políticos de la derecha tradicional, identificados por la oficialidad como el único obstáculo que ponía en serio riesgo el reencuentro de España con Europa, la democracia y el progreso (sic).

Solo unas semanas más tarde del suceso de Atocha, el Partido Comunista de Santiago Carrillo fue legalizado por el Gobierno presidido entonces por Adolfo Suárez, mientras seguían expuestos al escarnio público los colectivos que se oponían a la ruptura con el régimen que había dotado a España del mayor desarrollo social, cultural y económico de toda su historia.

La operación fue un completo éxito para la culminación de los objetivos previstos. El ‘rejón de castigo’ infringido a la derecha tradicional española sería a la postre definitivo. La campaña de linchamiento social y mediático emprendida contra Blas Piñar y otros líderes patrióticos alcanzó cotas escalofriantes. El camino hacia la ruptura quedaba despejado y libre de estadistas que, con su autoridad moral e intelectual a cuesta, pudiesen comprometer el buen éxito de la trama partitocrática que se había puesto en marcha y que finalmente ha conducido al país a su actual deriva tras 37 años de excesos de todo tipo.

Tuvieron que pasar treinta años desde aquel 24 de enero de 1977 para que supiéramos que el atentado de la calle Atocha había sido perpetrado a instancias de los servicios de información de la época, en estrecho consorcio con mandos policiales e incluso aseados dirigentes democráticos. Se trató de un crimen de ‘falsa bandera’ que respondió única y exclusivamente al propósito de crear un clima emocional favorable a la posterior legalización de los comunistas y a dejar en barbecho y fuera del escenario político a la derecha nacional. Se ha sabido que uno de los autores del crimen fue inducido a afiliarse en Fuerza Nueva y a fotografiarse con su líder pocas semanas antes. Todo aquello supuso un aldabonazo contra la figura emergente de Blas Piñar, que fue opacada durante años.

Este primer asesinato de un griego a manos de personas ligadas a Amanecer Dorado ha desencadenado varias investigaciones paralelas en torno a la organización de Nikos Michaloliakos. De momento, no se ha podido demostrar nada en su contra ni en la de ningún otro dirigente de su partido. Pese a ello, el Sistema griego pretende juzgarles como organización criminal como paso previo a la prohibición del partido. Hay otros datos que el lector debe saber y que la prensa abonada al sistema está ocultando de forma deliberada: Las operaciones de registro de sedes y casas particulares se están haciendo a instancias de tres delatores, que dicen haber pertenecido al partido. ¿Sería difícil establecer la posibilidad de que la castuza griega alentara y promoviese el asesinato de un representante del lumpen ultraizquierdista y sobornado después a tres militantes de baja estofa moral para dar sustento a la persecución política y legal que sufren estos días los miembros de Amanecer Dorado?

“La democracia no puede financiar a sus opositores”, ha declarado el desvergonzado Evangelos Venizelos, del Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) y número dos del Ejecutivo heleno. La democracia no puede financiar a sus opositores, pero sí puede financiar a los que roban, empobrecen y envilecen al pueblo hasta llevarlo al suicidio. La democracia griega no puede financiar a sus opositores, pero sí a los que están destruyendo a la nación que fue cuna de la civilización que nos alumbra. Tampoco nos ha aclarado Venizelos si el Sistema corrompido que él representa actuará con la misma seña justiciera cada vez que un militante del Pasok asesine a un ciudadano griego. Si trasladásemos al caso de España este mismo dilema, tendríamos que preguntarnos por qué no se ilegalizó al PSOE cuando uno de sus militantes asesinó al alcalde de Fago, Miguel Grima, el 12 de enero de 2007. O por qué Felipe González pudo sortear los gravísimos indicios que lo colocaban al frente de los GAL. O por qué el PNV no fue ilegalizado cada vez que sus dirigentes daban sustento político y moral a los crímenes de ETA…

Entre tanto y ajenos al hecho democrático de que todas las encuestas situaban a Amanecer Dorado como la segunda fuerza política del país en número de votos, los medios informativos griegos respaldan las maniobras del Gobierno y apenas informan de las gigantescas protestas que se están produciendo en toda Grecia contra la “caza de brujas” desatada contra Amanecer Dorado, el partido que cometió el error, el inmenso error, de sostener en público lo que ya es un secreto a voces: que la inmigración, el multiculturalismo, el saqueo de nuestras naciones por parte de los partidos tradicionales y todas las pandemias sociales antes enumeradas, responden al mortífero propósito de acabar con Grecia, con Europa y con cualquier atisbo de dignidad humana, de rectitud moral o de resistencia política en el viejo y sufrido continente.