Pobres niños de Madrid
Este año no habrá viaje en verano. Con los recortes en los sueldos de los profesores no está la cosa para dispendios, así que…, a recordar el viaje de Semana Santa. Y bien afortunada que me siento con la que está cayendo. Quien no se ha quedado sin su campamento de inglés es mi hijo Alfonso, que lo primero es lo primero. Lo hemos llevado a Madrid para que, desde allí, se desplazara al lugar donde está ahora y, de paso, José Manuel y yo hemos aprovechado para hacer algunas cosas en la capital del imperio opresor de lenguas y etnias del Estado español. Estoy gestionando el carné de visitante de la Biblioteca Nacional para consultar algunos libros que me interesan, de manera que hasta ese lugar que huele a paz y a libros viejos me fui con Jose. Aquí lo tenéis ante la entrada junto a Luis Vives, Cervantes y otras lumbreras. Él no es famoso pero es mi sabio de cabecera.
En esta ocasión no nos hemos alojado en un hotel, sino en un lugar mucho más acogedor. Nuestra amiga Ana nos invitó hace tiempo a pasar unos días en su casa y teníamos ganas de verla, y de charlar de nuestras cosas. Por motivos familiares tuvo que cambiar hace un año su vivienda de Vigo por una en Madrid, y ya ha logrado convertirla en un hogar con sabor, lleno de detalles armoniosos y bellos como ella. Cerca de su casa encontré algunos nombres de calles que provocarían en alguno que yo me sé, una reacción alérgica resistente al más potente de los corticoides. El primer nombre con g no con x lo tenéis en esta imagen. Cuando me subí a un pequeño muro para fotografiarlo de cerca, un señor que estaba sentado en un banco me preguntó por qué le hacía una foto a la placa; “es que tienen ustedes aquí una reliquia” le dije “esto es como el dedo de Galileo”. No pude explicarle más ni, por supuesto, darle una charla sobre topónimos prohibidos por los nacionalistas, porque estas cosas llevan su tiempo y Jose me esperaba en el coche.
Aquí están Ana y Alfonso en el jardín de Sorolla. Alfonso pinta muy bien. A mí, que soy incapaz de dibujar algo más reconocible que un monigote, me sorprende haber traído al mundo a una personita tan creativa. Pero la rebeldía de la adolescencia hace estragos y Alfonso amenaza con colgar los pinceles y dejar las clases de pintura, así que nos lo hemos llevado a la Casa Museo de Sorolla a ver si se motiva.
Y aquí está conmigo. No es que yo haya encogido, es que él ha crecido mucho. La foto la tomó Ana. Ella tiene todavía a tres hijas a su cargo. Dos ya son universitarias, pero la pequeña es más o menos de la edad de Alfonso. Marta, que así se llama, estudió primaria en Vigo, con unas notas sobresalientes, por cierto. Pero siendo una niña cuya lengua familiar es el español, ahora, en Madrid, le está resultando más sencillo estudiar en lengua materna, y más gratificante aprender todos los nuevos términos de Ciencias Sociales y Geografía e Historia en español, algo prohibido en Galicia gracias a nuestro veraz y bien amado señor Feijóo. Además, al no tener la asignatura de Gallego, esas tres horas semanales los alumnos las dedican a reforzar Matemáticas, Lengua e Inglés. Nunca me he planteado que los niños que viven en Galicia no deban estudiar gallego como asignatura; me parece algo lógico, pero creo que no está de más comentar este hecho diferencial.
Alguien me envió hace un tiempo un artículo en el que se analizaba la manipulación del lenguaje que utilizan los nacionalistas. Algo que hacen habitualmente es usar el término riqueza para referirse a las lenguas cooficiales. Se resaltaba en aquel artículo, cómo habitualmente se utiliza este término asociado a dinero para crear una imagen positiva de rédito a obtener. Yo no creo que los habitantes de lugares con dos lenguas tengamos un plus de riqueza respecto a los de otros sitios, como no creo que Camerún sea más rico que Galicia en ese sentido por contar con más de 250 lenguas. Que en Galicia se hablen dos lenguas es sencillamente una realidad, una realidad que conlleva muchos gastos, algunos necesarios y que vale la pena abordar para garantizar los derechos de los hablantes de esas lenguas, y otros innecesarios e incluso dañinos como lo son los que se destinan a mantener el lobby que vive de la lengua. El término riqueza también se asocia a mayor calidad en lo que a cultura se refiere y suele equiparase incluso al patrimonio arquitectónico. Muchas veces en Galicia se compara el gallego con la catedral de Santiago e incluso con las rías. Nuestra catedral, nuestros monasterios, nuestro paisaje, nos aportan no sólo ingresos sino también enriquecimiento interior. Los idiomas sirven para que nos comuniquemos y en Galicia podemos usar uno de los dos para hacerlo y para transmitir nuestras reflexiones y sentimientos. Algo distinto ocurre con aquellas personas que, como yo, hemos elegido centrar nuestra actividad profesional e incluso nuestras aficiones en torno a los idiomas. Para nosotros, para mí, el tener tan cerca una segunda lengua es motivo de satisfacción porque me permite escudriñar los entresijos de otro idioma. Pero no debemos convertir nuestro hobby en una afición colectiva obligatoria. En fin, amigos, ahí dejo estas reflexiones y una pregunta ¿Creéis que los niños como Marta tienen un déficit de riqueza?
PD. Si alguno de vosotros conoce el artículo al que me refiero, le agradecería que me enviara el enlace. Un abrazo a todos y feliz semana.
*Presidenta de Galicia Bilingüe
Jajajaja. Iba a decir un par de cosas, pero… jajajajajaja. No, en serio, hay que aprender a ser congruente. Yo lo soy y me gustaría que las demás personas lo fues, “pero no debemos convertir nuestro hobby en una afición colectiva obligatoria”. Claro. Por cierto, en respuesta a la pregunta sobre el déficit de “riqueza” de esa tal Marta y sus congéneres (para no ser partidaria de la manipulación del lenguaje -cosa que como sin duda no parece saber doña Gloria, es un ejercicio que tod@s hacemos cada día- bien que ejercita dicha habilidad, al equiparar “lengua” con “riqueza”), evidentemente… Leer más »
Muchas hablas para no decir nada.
Por otro lado,te olvidas de la tierra del marisco,que da placer a la mayoría de paladares,pero seguramente tu tengas los sentidos tan atrofiados que no alcancen mas que a oler la mierda.