Caminando hacia el abismo
Cuando a poco de asumir los socialistas el gobierno de la nación en 2004, Zapatero decidió regularizar a un millón (o poco menos) de extranjeros “sin papeles” de una tacada, no lo hizo por haber caído en la ingenuidad de creer que así iba a solucionar el problema que suponía una bolsa de inmigración ilegal de tal calibre, o que simplemente así ganaba, además de unos puntos en el ranking internacional de líderes progresistas, algo de tiempo y se daba un respiro en aquella acuciante cuestión. Otros beneficios menos “inocentes” se esperaban de esa medida, pero esa arriesgada maniobra resultó en ese remedio de corto alcance que expresa el conocido refrán de “pan para hoy y hambre para mañana”.
La realidad es que así ocurrió, pues a seis meses escasos de aquella regularización ya se hablaba de otro millón más de ilegales exigiendo, estos también, otra medida de gracia de aquel generoso Gobierno amante de la multicultura, el abanderado mundial de la Alianza de Civilizaciones y de la Alianza contra el Hambre y la Pobreza (y a poco que nos descuidemos también de la Alianza contra la Mala Educación y las Palabras Soeces). La tregua obtenida con aquella equivocada medida fue de corta duración: enseguida volvimos a estar como antes. O peor, pues el “efecto llamada” provocado por la irresponsabilidad del gobierno se oyó en los cuatro puntos cardinales del planeta y en ese mismo momento millones de tercermundistas empezaron a hacer las maletas con la mirada puesta en el Eldorado español. Hoy los tenemos aquí, y continúan llegando. Desde entonces se han sumado al ejército de ocupación que constituye la inmigración varios millones de infantes más de esa tropa. Ciertamente que el PP también hizo lo suyo antes de sus sucesores. En este país, cuando destaca un tonto siempre surge otro que quiere superarlo.
Actualmente se sigue hablando de ese sempiterno millón de ilegales, entren los que entren y a pesar del goteo contínuo (o más bien chorro) de las regularizaciones que se vienen efectuando cada día que amanece. Pues si desde la última regularización masiva, no ha habido otra medida de esa naturaleza y calibre, no es menos cierto que centenares de miles de ilegales han sido (y son) regularizados por medio del sinfín de vías previstas y facilitadas para ello por los que han hecho de la invasión de España un artículo fundamental de su acción de gobierno, uno de ellos y no el menor es el que garantiza los “papeles” después de unos pocos años de residencia ilegal (regularización por “arraígo”, sean cuales sean las circunstancias del solicitante, trabaje o no, haya cometido delitos o no, tenga antecedentes penales en su país de origen o no). Con ser terricola y estar vivo en el momento de llegar, cualquiera tiene la estancia asegurada en España. Sólo tendrá que presentar una tapa de yogur (con a fecha de caducidad visible) o un billete de autobús ante la oficina de Inmigrantes y será regularizado ipso facto.
Estamos viviendo un formidable trastocamiento demográfico que está literalmente destruyendo el país que hemos conocido y que cada día nos resulta más extraño y ajeno. Los cambios que se avecinan son de tal naturaleza y envergadura que dentro de pocos años España habrá dejado de existir como nación blanca, europea, cristiana y occidental. El proceso está ya iniciado y mucho más avanzado que lo que la mayoría de los españoles se imaginan.
Cuando los defensores de la invasión multicolor (partidos de izquierda y hasta de derecha) afirman impertérritos que esa contínua avalancha “no es un problema sino una oportunidad”, están expresando con una sinceridad y una franqueza que no alcanzamos siempre a entender y con una satisfacción apenas disimulada, el convencimiento de un futuro próximo cargado de promesas para sus intereses partidarios. La inmigración, para los socialistas, la derecha iberal y demás ralea vendepatrias, es ganar la lotería, no la “pedrea”, sino el “gordo” de Navidad.
Cada nuevo inmigrante es un voto potencial, un voto “durmiente” que tarde o temprano despertará y se materializará en las urnas en favor de sus benefactores. La legalización del voto inmigrante en las elecciones municipales, que ha contado con la aprobación hasta la derecha por miedo a los reproches de xenofobia y a quedar fuera de juego (pues ya dan todos por inevitable el que los inmigrantes vayan a votar para elegir los ayuntamientos), apunta en esa dirección.
Este ha sido el primer paso. Vendrán otros de mayor calado. Se terminará por poner el listón para obtener la nacionalidad española a ras de tierra para que cualquier mamífero bípedo implume vertical de pulgar oponible que pase por casualidad por España obtenga la nacionalidad de la noche a la mañana y pueda gozar de los derechos políticos inherentes a esa condición. Hoy en día cualquier persona que pueda probar la presencia de una gota de semen ibérico en el útero de su tatarabuela yoruba, mandinga, papú o tarahumara tiene un pasaporte español esperándolo en cualquier consulado de este Reino.
¿Pretendemos que este tipo de medidas no persigue fines sospechosos? ¿O acaso España necesita urgentemente más población de la que ya tiene? Cabe preguntarse si toda esta ingeniería demográfica y social no busca en realidad transformar radical y definitivamente al pueblo español en “otra cosa” más acorde a los intereses de los amos del sistema. Decía Berthold Brecht que: “Cuando el pueblo vota mal, entonces hay que cambiar al pueblo”. De esto se trata. De cambiar de pueblo, de sustituirlo por otro más acorde a las necesidades del sistema, pues el “de siempre” ya no le sirve.
En esa masa ingente de votantes (aún potenciales la mayoría de ellos), la derecha no puede contar con muchos votos (aunque se esfuerza en ello), la izquierda y sus acólitos con la mayoría. No es, pues, la solidaridad, el humanitarismo, la generosidad, ni siquiera un extremado reblandecimiento de las meninges lo que mueve a esa frenética simpatía hacia los inmigrantes, sino un cálculo político de gran cinismo, una codicia electoralista desmedida. Para la izquierda, la inmigración (legal e ilegal, da igual, al final les damos “papeles” a todos) no es un juego de azar, un “a ver qué pasa”, no es una apuesta, es una inversión, no es la bolsa, es el plazo fijo.
Pero ese cálculo es, a mediano (o tal vez a corto) plazo, errado para los que se frotan ahora las manos, gozando por anticipado de la visión promisoria de su perpetuación en el poder gracias a esos millones de futuros votos multicolores agradecidos. La mitad de esos votos por venir son o serán musulmanes. En un primer tiempo, y pasado el estadio de la infiltración por parte de musulmanes “presentables” de los partidos de izquierda, y aun de derecha, es esperable una “coalición” de esta con el islam local ya asentado en España: la Alianza de Civilizaciones llevado al terreno de la politica doméstica.
Pero en pocos años los musulmanes, que pronto serán millones, tomarán conciencia de su peso numérico, y anteponiendo sus verdaderos intereses a cualquier otra consideración coyuntural, se dotarán inevitablemente de sus propios órganos de representación, tendrán sus propios partidos políticos, son sus propios programas y objetivos, y se desmarcarán de las “muletas” de los partidos de izquierda y demás organizaciones afines, que no podrán esperar apoyo de ese colectivo que no se sentirá nunca verdaderamente reprensentado por los ideales y el programa de la izquierda, que por muy progresista y benéfico que sea para los musulmanes siempre será considerado demasiado occidental (y por lo tanto corrupto) a los ojos del rebaño de Mahoma. El objetivo de los musulmanes no es un Gobierno progresista (con o sin comillas), ni siquiera un sistema de libertades de corte occidental, sino un regimen medieval islámico integrista. Su objetivo no es la República sino el Califato. La izquierda sueña con la rehabilitación del régimen tricolor, los moros con la restauración de Al-Ándalus. Los une un mismo enemigo a destruir: la España cristiana, occidental y moderna, objeto de todos sus odios y frustraciones. Es una alianza de bribones sin escrúpulos que durará mientras se necesiten los unos a los otros, pero no más allá. La izquierda está criando cuervos y estos les sacarán los ojos. En realidad nos los sacarán a todos, pues los desvaríos de los dementes y criminales que nos gobiernan los pagaremos todos los españoles.
No van a pasar muchos años antes de que veamos a partidos musulmanes con representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados de Madrid (en el Parlamento de Cataluña ya hay un moro y es socialista como era de esperar). Al paso que llevamos, dentro de 10 años España puede ser como el Líbano (mitad cristiana y mitad musulmana), dentro de 20 como Marruecos y dentro de 30 como Afganistán. Si en el año 2000 alguien hubiera dicho públicamente que una década después ibamos a tener un millón y medio de musulmanes en España, mezquitas surgiendo como setas por todas partes, mujeres con velo por nuestras calles (ya se empiezan a ver burkas y niqabs en algunas ciudades como Madrid y Barcelona), el Corán enseñándose en nuestras escuelas y células terroristas islámicas en todas las ciudades grandes medianas y aun pequeñas del país, ese visionario hubiera sido tomado por loco, o peor aún por un provocador fascista. Sin embargo, es lo que tenemos, y no otra cosa.
La islamización de España (o su reislamización, tras un intervalo de 500 años) continúa a marchas forzadas. Si la sociedad española, si el pueblo de esta vieja nación cargada de historia, no reacciona enérgicamente y sin demora, la siguiente generación de españoles será sojuzgada sin piedad por los nuevos y brutales amos del país, y sometida a una existencia miserable antes de desaparecer. Tal vez seamos la última generación de españoles libres antes de la noche final bajo el monstruoso y repugnante yugo islámico.
La Historia y la Naturaleza nos dicen, sin rodeos ni misterios, en su lenguaje claro y sin artificios, que la vida es lucha, no entrega, abandono ni sometimiento. Quien no lucha perece, desaparece, se vuelve nada. Esa enseñanza básica e inamovible desde la noche de los tiempos, esa verdad incontrovertida es la que tienen que entender y poner en práctica los españoles. Y cuanto antes, pues la situación apremia, y al igual que la vergüenza y la inocencia, el tiempo que se pierde no se recupera nunca. Lo que hoy la pereza, la desidia y la cobardía nos impiden hacer, en un mañana no muy lejano, la necesidad con su desagradable cara de perro, nos obligará a llevarlo a cabo. Y será, a no dudarlo, un combate al borde del abismo.
*Presidente del Partit Espanyol de Catalunya
Comparto la indignación del sr. Bellalta ante esta ingeniería social de idiocia programada. Comprendo (por así decirlo) que los miserables politicastros quieran pescar algún que otro millar de votos entre la novísima población extraña a nuestra Patria. Lo que me produce una tremenda dentera es que haya españolitos de a pie (de nivel de vida medio) que se trague toda la propaganda islamofílica. ¿Es que acaso ellos van a sacar algún beneficio con ello del mismo calibre que los que percibirán los sátrapas de la casta?
Estoy seguro que el Sr. Gerard Bellalta, es una persona instruida culturalmente y es conocedor de nuestros enemigos, por lo tanto, mientras tenga esta fuerza y valentía, tendrá mi voto y apoyo.
Rabia e ira.
Fuerza y honor.
El problema que hay en España, es que a la gente les hablás, cosas muy parecidas, a lo que dice este artículo. Se ríen de ti o te toman por tonto, y esto te quitá las ganas de luchar.
Cuanta razón tienes.
De acuerdo, los criacuervos se equivocan si creen que se servirán de los invasores. Serán los primeros caer.
Pero las grietas en sus planes son muy visibles: maltratan a los españoles con un paro tercermundista(para añadir escarnio les dicen que se vayan de España) y expolian a los españoles con saña.
Los invasores no pagan impuestos, véase el caso del parásito chino Gaopin, y viven de la sopa boba pública desde el primer día que pisan España.
Sus planes fracasarán.
Y lucharemos por la supervivencia. Los que queramos sobrevivir, claro.
Sólo hay que ir por cualquier calle de cualquier ciudad española(no por barrios pijos) para ver lo avanzado del proceso. En ciudades grandes, la tasa de inmigración es de un 25%. Si tenemos en cuenta que un 25% de la población autóctona son ancianos¿qué panorama habrá de aquí a 30 años? Ciudades llenas de inmigrantes y delincuencia. El campo será el último bastión que habrá que defender por la vía armada.
Estoy de acuerdo pero la legalización por arraigo no es exactamente asi:”uno de ellos y no el menor es el que garantiza los “papeles” después de unos pocos años de residencia ilegal (regularización por “arraígo”, sean cuales sean las circunstancias del solicitante, trabaje o no, haya cometido delitos o no, tenga antecedentes penales en su país de origen o no). Con ser terricola y estar vivo en el momento de llegar, cualquiera tiene la estancia asegurada en España. Sólo tendrá que presentar una tapa de yogur (con a fecha de caducidad visible) o un billete de autobús ante la oficina… Leer más »
¿Tú eres tonta o tienes un tía puta? O sea que ahora me entero que todos los inmigrantes ilegales que han sido legalizados, la mayoría en procesos masivos de regularización, mediante mediadas de amnistía administrativa multitudinarias, han aportado certificados de antecedentes penales de sus selvas y sabanas? Muchos de ellos no han aportado ni siquera documentos que prueben ni su nacionalidad, ni su verdadera identidad, ni su edad, ni su estado civil. Es el caso de los negros africanos que lleguan a España en patera o cayuco. Llegan sin ningún documento que acredite ni su nacionalidad ni su identidad y… Leer más »
Mentirosa. Yo he conocido casos en Canarias, en Andalucía, en Galicia, en Madrid, y algunos no necesitaban más que una factura de contado de una ferretería, junto con la declaración jurada de un iletrado del piso patera que ni sabía escribir.
Veo manteros en la boca de Metro de Marqués de Vadillo, y agentes locales a menos de 100 metros, y ninguno hace nada, ni los negros tiran de la cuerda y salen corriendo, ni la Autoridad les detiene.
angelika, eres una mentirosa o una pija de Santa María de Caná, una de dos.
Quien te tienes que informar eres tú listilla.
Pedazo de artículo, a la altura de quien lo ha escrito D. Gerald Bellalta. Chapó.
FUERZA Y HONOR
Estoy totalmente de acuerdo con este excelente artículo de Don Gerard Bellalta. Describe a la perfección pasado, presente y futuro de nuestra querida región catalana. Aprovecho para reiterar el cariño, compromiso y apoyo de muchos españoles de otras regiones. Compatriotas, debemos esperar lo peor y asimilarlo, admitirlo, pero a la vez prepararnos para llegado el momento de entrega de la legitimidad moral por parte de las autoridades españolas, “hacer lo que hay que hacer”. La Historia, cuando se desconoce, se repite. Eso me trae a la memoria dos hechos, la ineptitud demostrada a lo largo de tantos años de nuestros… Leer más »
totalmente de acuerdo
El problema no es la islamización. El problema es el geNOcidio blanco. Por supuesto que es preocupante el avance del islam en occidente, pero igual de preocupante es la llegada de negros y panchitos, por muy cristianos que sean. Me mosquea que sólo se suela denunciar el islam. Huele a sionismo antiblanco encubierto, al estilo de Marine Le Pen o de Geert Wilders. Que no digo que sea el caso de Gerard Bellalta, pero es importante puntualizar esto. Espero que Gerard Bellalta no sea de esos que creen en la “Hermandad Hispánica”, y que se sienten más cercanos a un… Leer más »
Magnífico artículo Señor Bellalta.