Jorge Lorenzo acaparó los focos de una excepcional carrera de MotoGP. Con un comportamiento heroico, se montó a los lomos de la M1, realizó el calentamiento, compitió y remontó hasta la cuarta posición, hasta el punto de enseñarle la rueda a Marc Márquez y al podio. Hasta ahí le llegaron las fuerzas… o los efectos de la infiltración. Fue rebasado por Crutchlow y se ‘conformó’ con un quinto puesto histórico, inhumano.

Por delante, Valentino Rossi se metió por delante de las dos HRC y se lanzó a por el triunfo, ante el delirio de Assen, entregada a ‘Il Dottore’. Tras él, los ingenios alados batallaron por convertirse en su estela. Lo consiguió Pedrosa, hasta que a nueve vueltas del final Márquez le tiró un hachazo doble a su compañero y se fue a por el italiano.

Dani necesitaba oxígeno, al igual que todos los aficionados, y Crutchlow, que venía subiéndose por los pianos, lo aprovechó para arrebatarle las posibilidades de podio al español.

Lo que ocurría por delante dejó en absolutamente circunstancial toda la acción trasera. Demasiadas emociones entre la victoria de Valentino, primera desde el año 2010 (Malasia, hace 44 GP’s), la lucha entre las Honda, la irrupción de Crutchlow y el ‘milagro’ de un Lorenzo que recolectó un gran botín de puntos que pueden acabar resultando vitales en la tabla. Como el adelantamiento postrero que intentó Cal a Marc, buscando redondear un trabajo completo para Yamaha desde el satélite. Se equivocó y se coló, impidiéndole luchar por el segundo pero asegurándole la tercera plaza.

Valentino y Lorenzo lograron dos milagros en ‘La Catedral’, y dejan el Mundial mucho más abierto de lo que parecía el jueves, cuando HRC se las prometía muy felices.