Padecemos la clase política más mediocre y depredadora desde el final de la segunda guerra mundial. Es un mal europeo. Eso hace que incluso Angela Merkel destaque. La clase política española es de vergüenza ajena y propia. No basta con señalar la evidencia porque mequetrefes como Artur Mas y Mariano Rajoy, el uno por irresponsabilidad, el otro por cobardía, llevan a las sociedades a la guerra.

El statu quo en Europa tras la tragedia de la segunda contienda mundial se basa en la estabilidad de las fronteras. Hay demasiadas artificiales en Europa para andar jugando como están haciendo políticos fracasados, incapaces de gestionar los frutos perversos de su incompetencia, provocando huidas hacia delante y recorriendo al arsenal de palabras como independencia, que en realidad es sedición y traición, y que contienen elementos explosivos de los sentimientos tribales que aún anidan en las mentes más gregarias. Se está haciendo un efecto llamada a los cuatro jinetes del Apocalipsis y dando patadas a la caja de Pandora.

Incluso una nación que ha destacado por su seriedad en los dos siglos pasados, como Reino Unido, tiene al frente a un incompetente como David Cameron que permite un referéndum sobre la sedición de Escocia. Es esa misma Inglaterra cuya capital es ahora Londokan, donde diez mil musulmanes se manifiestan ante la sede Google para que se cercene la libertad de expresión. Reino Unido debería ser expulsado de inmediato de la Unión Europea. Cameron no es Churchill, ni de lejos.

Los separatistas catalanes suelen citar los casos de Kosovo, Eslovaquia y las repúblicas bálticas, procesos a los que se ha llegado no por una manifestación pagada con dinero del contribuyente y jaleada por los medios públicos, sino a través de mucho sufrimiento e incluso con derramamiento de sangre. Escenarios nada deseables.

Mequetrefes supinos y proteicos como Artur Mas y Mariano Rajoy llevan a las sociedades al desastre y al conflicto bélico. El primero por la osadía de difuminar su incompetencia a través del mesianismo banal e invertido; el segundo, confundiendo por sistema la prudencia con la cobardía y siguiendo su inveterada estrategia de dejar que los problemas se pudran hasta que huelan, y el catalán hiede, Mariano, inútil.

En una escalada de provocación belicista, Artur Mas declara que “nadie podrá impedir que Cataluña sea un Estado independiente”. Lo puede impedir, por supuesto, una bandera de la Legión, una compañía de la Brigada Paracaidista, una Comandancia de la Guardia Civil o una escuadrilla de F-18 en vuelo rasante. Hasta se ha llegado a amenazar con utilizar a los mossos para lanzarse a la sedición. Mas está dando algo mucho peor que un golpe de Estado y no se le frena en seco.

Mas no es otra cosa que un político mediocre que ha hecho de la política su forma de vida y que es algo así como el chambelán de los Pujol. Su gestión es tan desastrosa que ha tenido que adelantar las elecciones a los dos años de llegar al poder; que ha de recibir dinero del Estado central, al que combate, para pagar las nóminas de sus funcionarios y que ni tan siquiera la Generalitat catalana paga a las farmacias. Incluso cobra a los niños por llevar la comida en tupper al colegio.

Mas es presidente por un partido, CiU, cuyas siglas bien podrían traducirse por Chorizos y Unidos para robar. Cuya financiación irregular incluso ha corrompido al Liceo, pasando por las ITV y por todo que se mueve; porque en esta España donde la corrupción es generalizada, Cataluña no es la excepción sino el paradigma.

El sedicioso presidente de la Generalitat catalana, que ya debería haber sido intervenida a través del artículo 155, pues no hay mayor deslealtad institucional que plantear la independencia, se prevale de la pareja o aún superior inutilidad del presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy. El sistema selecciona por la mediocridad y la corrupción y eso explica que padezcamos a gente de tanto bajo nivel como los interfectos. Lo más fuerte que ha declarado hasta el momento Mariano es que Mas lleva a Cataluña “hacia un dilema imposible”. Y encima le habrá costado acuñar esta frase lela e insustancial.

La cuestión es que, aviso para navegantes, no hay resquicio alguno en nuestro ordenamiento jurídico para la sedición y que ir por ese camino sitúa a todos los responsables políticos, desde Artur Mas hasta Mariano Rajoy en el terreno de lo delictivo.

Este es un sistema muerto en el que se está jugando con tremenda frivolidad en estos compases agónicos y donde cada día se entra más de lleno en el esperpento. Lo pagarán y caro.