Colectivo Alborán.- A los caracoles se le pone en agua tibia para que salgan de sus cascarones y poco a poco se va subiendo el fuego para que, sin darse cuenta e incluso felices -diría yo- mueran fuera de sus cáscaras. Esa es la impresión que tengo con lo que ha ocurrido en España con los militares, con sus ejércitos y por añadidura con la Defensa de los españoles. No sé si estaremos muertos hoy, pero desarmados moral/físicamente y en el ultimo trance, seguro.

Los militares tenemos una virtud que puede ser un grave defecto en determinadas circunstancias, consiste en una tendencia natural a depositar la confianza en el mando, y esto nos lleva a extrapolarla hacia aquel que por encima de nosotros asume altas responsabilidades. Tal es el caso de los políticos de primer nivel.

El agua tibia nos la puso en primer lugar Adolfo Suarez en Castellana, 3 donde se reunió con una treintena de Tenientes Generales y Almirantes entre los que se encontraban el vicepresidente del Gobierno (General Gutiérrez Mellado), los tres ministros y los Jefes de los Estados Mayores. Subrayando previamente que tenía el beneplácito del Rey -que contaba con la fidelidad, a prueba, de todos ellos y porque Franco la había pedido a todos en su testamento político- les expuso los puntos fundamentales de la reforma que pretendía, con los que les engaño a modo, consiguiendo de alguno de ellos, aplausos y hasta vítores.

El General Gutiérrez Mellado y en lo que se refiere al encuadramiento orgánico de las Fuerzas Armadas, por pasos sucesivos va situando a la Cadena de Mando Militar en absoluta subordinación al poder Ejecutivo (Gobierno de turno en las democracias) con lo que pierden lugar dentro del organigrama general del Estado como Institución del mismo, debilitando además, la dependencia directa de los Ejércitos y la Armada respecto del Rey. Quizás el paso más importante fue la desnaturalización de los Consejo Supremo Militares, haciendo que sus propuestas de ascenso no fueran vinculantes (de tres coroneles propuestos el Ministro empezó a elegir … ¡a ninguno de ellos!). Solo hay que repasar la siguiente documentación para ver con claridad por donde fueron las intenciones:

– Real Decreto de 27 de Marzo de 1978 publicado en el BOE de 29 de abril que establece que la relación con el Jefe del Gobierno de la Junta de Jefes de Estado Mayor, normal hasta entonces, será con el Ministro de Defensa – Empezaba a calentarse el agua, pero los caracoles no se enteraban dado que el responsable era un General – Empezaba aquí el embridamiento actual del JEMAD bajo el Ejecutivo de turno.

– Ley Orgánica 6/1980 de 1 de Julio de 1980 de criterios básicos de la Defensa Nacional y Organización Militar (BOE,165,de 10 de julio de 1980) aparece la JUJEM como órgano integrado en el Ministerio de Defensa, y en consecuencia, subordinado orgánicamente al Ministro de turno. Los caracoles no parecían darse cuenta de que la temperatura aumentaba, de un lado todo parecía quedar en casa y de otro, quizás, esa noble aspiración que llevo a algunos a aceptar el sitio de los que asustados se salieron de la olla en forma de dimisión (hubo tres dimisiones dos generales y un almirante). En aquellos tiempos, fue un general (Gutiérrez Mellado) quien como Vicepresidente y Ministro de Defensa empezó a dar vida al fuego; pero ha sido el único militar que ostentó ese cargo hasta hoy. Todos sus sucesores han sido políticos puros integrados en el Ejecutivo, caballeros y dama, y no pocos, entre ellos, por no decir todos, con una muy particular visión y afecto a lo castrense. El fuego es hoy insoportable -por encima de las quejas y los recursos contra las normativas y legislaciones absolutamente demenciales que sufren hoy las Fuerzas Armadas, que alimentan la indisciplina y la desconfianza en el mando- la aplicación en su seno de la Ley de “memoria histórica” ha puesto el agua a hervir.

No solo se ha destruido un patrimonio que es de todos, sino que se ha expulsado al limbo de la historia, a nuestros antecesores inmediatos, a nuestros héroes, a los hechos épicos más recientes, y los símbolos con los que hemos amortajado a muchos de nuestros compañeros y subordinados muertos combatiendo por España; también se nos ha expulsado a nosotros, los que servimos con entusiasmo y entrega en ese Ejército, que no podemos evitar sentir menospreciadas gran parte de nuestras hojas de servicio de las que nos sentimos particularmente orgullosos. Las Fuerzas Armadas de hoy, en las que aún permanecen en el generalato compañeros que se formaron en las mismas Academias y bajo el mismo régimen, nos insultan, nos humillan, se humillan o permiten que otros lo hagan tolerando impasibles todo ello, incluso el homenaje y la condecoración militar a los que pretendieron emular a los espadones liberales del XIX, imbuidos por una filosofía política determinada.Los que hemos servido en las filas del Ejército tenemos muy claro que, desde él, poco o nada se puede hacer hacia nuestros compatriotas mas allá de la pedagogía y la entrega en el servicio. La pedagogía no puede ser efectiva en un ambiente de revisión sectaria, falsa y revanchista de la historia. Aquellos años ochenta en los que el pacifismo mas enfermizo volcó miedo, ira y desprecio hacia lo castrense, ha culminado con esa ley sectaria y rompedora, en realidad la tercera versión corregida de la nefasta “Ley de la Función Militar”, que hoy divide a la institución militar desarmándola moralmente en lo más intimo. Si eso se hace definitivo, si no se pone remedio, se resquebrajara inevitablemente la entrega en el servicio. Que no lo dude nadie, esta no es posible si quiebra la disciplina… y hoy empieza a dar avisos de endeblez.

El nuevo JEME inició sus pasos en el Ejército en los años setenta, sirvió bajo esos símbolos que hoy se desprecian y se destruyen talibanescamente, fue formado y tuvo por antecesores a aquellos que hoy han sido arrojados al foso de la falsedad. Su vida militar ha estado presidida por las Reales Ordenanzas de Carlos III como norma moral, y en ellas se enmarca como deber de gratitud y estimulo, la salvaguarda de la tradición militar, de los símbolos transmitidos por la historia y el homenaje a los héroes que la forjaron. Pero también, y aquí puede estar la clave, fue impertérrito Consejero Militar de los Ministros de Defensa Suárez Pertierra y Serra Rexach. Curiosamente, ambos “próceres” y ex-ministros forman parte de los 600 españoles que evaden impuestos a través de cuentas en Suiza.

Los militares estamos acostumbrados a sufrir en silencio las incomprensiones, pero perdemos fuerza ante la duda cuando miramos al mando y no vemos en él la gallardía de la serena pero firme defensa de las convicciones que son profundas e inmutables. Ingente tarea la que deben enfrentar nuestros Jefes, dada la situación de la Patria en todos sus ámbitos, pero si el Mando Militar, por encima de lo económico y lo técnico, no repara lo moral, corre el riesgo de perder definitivamente esos valores que le son propios y cuyo carácter, por concreto, es permanente e incluso universal. E incluso, puede ser el convidado de piedra que de la puntilla, activa o pasivamente, a la hasta ahora inmortal y grandiosa España. Quizás esa debiera ser la primera exigencia de los Jefes de los Estados Mayores de los Ejércitos al hacerse cargo de tan alta responsabilidad.

*El ‘Colectivo Alborán’ lo forma un grupo de altos mandos del Ejército español, retirados y en activo, que cuentan con una cualificada experiencia militar y una notable preparación académica. A todos ellos les une un denominador común: el amor a España y la preocupación ante los acontecimientos que vive nuestra nación.