Ángel David Martín Rubio.

Por Ángel David Martín Rubio/Sacerdote y colaborador de AD.- “Defensa Social” es una iniciativa impulsada semanas atrás por dos organizaciones políticas —Falange Auténtica y Falange Española de las JONS—, que hizo su presentación en un acto público celebrado el pasado sábado 16 de junio al aire libre, en la Plaza de Callao de Madrid.

Algunos de sus promotores han expresado dos lecturas sobre «Defensa Social» de las que queremos partir para expresar nuestra opinión:

1. Una primera, objetiva, constata la irrupción de una fuerza que contribuye al proceso de denuncia de las falacias y nefastas consecuencias del neoliberalismo vigente en España. Al parecer, las reivindicaciones de su Manifiesto han sido apoyadas desde distintas posiciones y colectivos.

2. Una segunda, subjetiva, atañe más directamente a los falangistas en cuanto representa un acercamiento entre dos organizaciones sobre la base de ideas compartidas y compromisos consistentes. Se puede pensar que el camino de convergencia emprendido es un viaje sin retorno a las posiciones iniciales. En esta afirmación leermos entre líneas una voluntad de continuar trabajando en la dirección de una identificación entre ambas organizaciones que, de resultar posible, será porque el irreversible deterorio de la situación induce a percibir como secundarios principios y formas que quizá no lo sean tanto. La relectura de un viejo libro de Pedro Conde que divulgó la interpretación del falangismo hecha desde “la auténtica” en los años de la transición daría luz sobre el asunto. Pero no es éste, hoy por hoy, nuestro centro de atención.

No ha sido el número de asistentes el mayor éxito de la convocatoria. Y es de creer que los organizadores serán conscientes de ello. Y no podemos por menos que lamentarlo, porque quizá el valor mayor de “Defensa Social” radica en su capacidad de señalar objetivos concretos, pisando calle y tomando postura ante problemas que nos afectan a la inmensa mayoría de los españoles. Por su parte, sería de desear una masiva incorporación de los católicos españoles a iniciativas de este tipo, rompiendo de una vez con la inercia propugnada desde los medios de comunicación conservadores e incluso desde las instancias eclesiásticas oficiales, todos ellos renuentes a la más mínima crítica a la política anti-social del Gobierno Rajoy.

Recordemos el silenciamiento impuesto desde el Arzobispado de Madrid al pronunciamiento de la HOAC y de la JOC frente a la reforma laboral o lo deplorable que nos resulta ver enarbolada la bandera del patriotismo futbolero por alguna dirigente conservadora que se ha caracterizado por su rabiosa defensa de las políticas antisociales del más rancio liberalismo económico. Y alcemos nuestra voz para reivindicar que los católicos no podemos limitarnos a la generosa asistencia social a los desvalidos (como ya se está haciendo de manera ejemplar), perdiendo con ello nuestra irrevocable oportunidad de configurar las estructuras políticas y económicas del mundo a la luz del Evangelio.

Volviendo a “Defensa Social”, no han faltado críticos y críticas ante las formas adoptadas en Callao. Algunas de ellas, las estimamos entrañablemente legítimas; quizá, nostálgicamente legítimas pero, como casi toda iniciativa es susceptible de ser mejorada, esperamos y deseamos que “Defensa Social” también lo será y que el nuevo espacio abierto sirva para resituar al nacionalsindicalismo en el siglo XXI.

Y es que no renunciamos a este patrimonio: el de la voluntad de implantar una justicia social profunda para que, sobre esta base, los pueblos vuelvan a la primacía de lo espiritual.