La Ratonera: un pionero del streaming político sin concesiones

La hija de Franco, en una de sus escasas intervenciones públicas, durante una entrevista en el espacio ‘La Ratonera’.
Miguel Ángel Jiménez.- En un panorama mediático cada vez más homogéneo y prudente hasta la autocensura, “La Ratonera”, el programa dirigido y presentado por Armando Robles, se convirtió desde sus inicios en una rara avis del periodismo audiovisual español. Mucho antes de que el streaming se consolidara como alternativa real a la televisión tradicional, Robles ya apostaba por emisiones largas, en directo y sin intermediarios, utilizando internet como canal principal para llegar a su audiencia.
Vinculado al medio digital Alerta Digital, “La Ratonera” fue uno de los programas pioneros en España en explotar el formato de tertulia política en streaming, cuando aún no existía la proliferación de canales, podcasts y plataformas que hoy dominan el debate público. Mientras otros medios dependían de parrillas, licencias o grandes grupos empresariales, el programa optó por un modelo directo: cámara, micrófono y opinión sin edulcorantes.
Si algo ha definido a “La Ratonera” desde sus primeras emisiones es su lenguaje crudo y frontal. Armando Robles ha defendido siempre la idea de “llamar al pan pan y al vino vino”, una máxima que se traduce en discursos sin eufemismos, críticas abiertas al poder político, a los grandes medios de comunicación y a lo que el programa considera hipocresía del discurso oficial.
Ese estilo, deliberadamente provocador, le ha granjeado una audiencia fiel, pero también un elevado número de detractores. Para sus seguidores, “La Ratonera” representa un espacio de libertad de expresión que no se encuentra en los grandes canales. Para sus críticos, es un ejemplo de polarización extrema y de exceso verbal.
A lo largo de su trayectoria, “La Ratonera” contó con la presencia de invitados ilustres, entre ellos periodistas, analistas políticos, escritores, abogados, activistas y figuras públicas que rara vez encontraban espacio en los circuitos mediáticos convencionales. Estas entrevistas y tertulias contribuyeron a dotar al programa de una identidad propia, combinando monólogos editoriales con el contraste directo de opiniones y debates intensos.
La trayectoria del programa no ha estado exenta de controversias, denuncias y propuestas de sanción, especialmente por declaraciones consideradas ofensivas o discriminatorias por distintos organismos y colectivos. Estas polémicas han situado a “La Ratonera” en el centro del debate sobre los límites de la libertad de expresión en los medios, una discusión recurrente en la España contemporánea.
Lejos de moderar el tono, Robles ha utilizado estos episodios como argumento para reforzar su narrativa: la de un periodista incómodo para el sistema, marginado por los circuitos oficiales pero respaldado por una parte del público que desconfía de los medios tradicionales.
Con el paso del tiempo, el modelo que “La Ratonera” exploró en solitario —programas largos, opinión sin guion cerrado, financiación alternativa y emisión online— se ha normalizado. Hoy, decenas de comunicadores utilizan plataformas digitales para hacer lo que antes parecía marginal.
En ese sentido, incluso sus críticos reconocen que “La Ratonera” fue un precedente del actual ecosistema mediático digital, donde el streaming ha dejado de ser una rareza para convertirse en una herramienta central del debate político.
Más allá de afinidades o rechazos ideológicos, “La Ratonera” ha dejado huella como un programa pionero en el uso del streaming político en España, con una identidad propia basada en la confrontación, la provocación y el rechazo a lo políticamente correcto. Un espacio que, durante años, demostró que existe audiencia para los discursos sin filtro y que el periodismo digital puede sobrevivir ,y generar ruido, al margen de los grandes focos.











