Extremadura certifica el fin del socialismo sanchista
Los resultados definitivos de las elecciones autonómicas en Extremadura no dejan lugar a dudas ni a interpretaciones interesadas. El Partido Popular ha sido el gran vencedor, el PSOE ha sufrido una derrota histórica y la izquierda, en su conjunto, queda políticamente fuera de juego en una región que durante décadas fue uno de sus principales bastiones.
El PP obtiene 29 escaños, consolidándose como primera fuerza y quedándose a solo cuatro de la mayoría absoluta. El PSOE, por su parte, cae hasta 18 escaños, un resultado que certifica el desgaste irreversible del proyecto socialista bajo el liderazgo de Pedro Sánchez. Vox irrumpe con fuerza con 11 escaños, mientras que Unidas Podemos queda reducida a 7, confirmando la irrelevancia de la izquierda alternativa.
Extremadura ha hablado alto y claro: el sanchismo ha hundido al PSOE. No se trata de un simple cambio de ciclo, sino de una enmienda a la totalidad a una forma de gobernar basada en el sometimiento a la dirección nacional, el abandono de los problemas reales del territorio y una política marcada por la corrupción, las concesiones y la inseguridad jurídica. Incluso en una tierra tradicionalmente socialista, el proyecto de Sánchez ya no convence ni moviliza.
La izquierda está derrotada porque ya no representa esperanza ni futuro. El PSOE pierde la centralidad política y moral, y Podemos confirma que su discurso ha quedado desconectado de la realidad social extremeña. No hay alternativa progresista viable ni capacidad de articular una mayoría. La suma de la izquierda no gobierna y no gobernará.
En este contexto, el mandato de las urnas es inequívoco: Extremadura quiere un gobierno del Partido Popular. La presidenta del PP ha sido la gran ganadora de estas elecciones y tiene la legitimidad democrática para liderar la nueva etapa política de la región.
Aquí es donde entra Vox, que con sus 11 escaños tiene la responsabilidad de actuar con altura institucional. Los extremeños no han votado bloqueo, ni parálisis, ni juegos tácticos. Han votado cambio. Y ese cambio pasa necesariamente por permitir un gobierno del PP.
Vox debe entender el momento histórico que vivimos: un país sacudido por escándalos de corrupción, con una creciente incertidumbre legal y una profunda desconfianza ciudadana hacia las instituciones. En este escenario, prolongar la inestabilidad o facilitar indirectamente el regreso de un PSOE derrotado sería una irresponsabilidad.
El mandato es claro y democrático: Vox debe apoyar la investidura de la presidenta del PP o, al menos, abstenerse para permitir que gobierne la fuerza más votada. Cualquier otra opción supondría traicionar el sentido del voto y frustrar el cambio político que Extremadura ha expresado en las urnas.
El socialismo ha perdido Extremadura. Se abre ahora la oportunidad de un nuevo rumbo basado en estabilidad, rigor institucional y respeto a la voluntad popular. El PP ha ganado. La izquierda ha sido derrotada. Y Vox tiene ante sí una decisión que marcará su credibilidad futura.
La historia no recordará los cálculos, sino las decisiones. Y mañana, cuando se analicen estos resultados, quedará claro quién estuvo a la altura de Extremadura y quién no.
*Ex líder y ex portavoz municipal de Vox en Benalmádena











