Temor al espionaje: el Ministerio de Defensa británico pide a sus militares que no hablen dentro de vehículos fabricados en China
Nueva «teoría de la conspiración! que se confirma verdadera. Los coches tienen oídos y éstos no escuchan para proteger a los pasajeros ni darles un mejor servicio ni ayudarles en la conducción, sino para espiarles. Encima, la finalidad de ese espionaje no es la elaboración de perfiles de consumo y la recomendación de hoteles, gasolineras, o restaurantes, sino la recogida de secretos militares, como en una película de Jason Bourne o de Ethan Hunt.
El Ministerio de Defensa británico ha ordenado a su personal que no charle de ninguna información militar importante en los vehículos fabricados en China, por miedo a que los datos que se revelen terminen en Pekín, según ha publicado el periódico Daily Mail.
En vez de retirar los vehículos sospechosos, el Ministerio se ha limitado a colocar pegatinas en sus tableros de los cientos de vehículos oficiales de fabricación china utilizados en el Reino Unido y en el extranjero. Las advertencias consisten en frases como: «Los dispositivos MOD no deben conectarse al vehículo» y «Evite conversaciones que superen el nivel «oficial» dentro del vehículo» (que se refiere a al nivel de seguridad de la información).
Los vehículos afectados son automóviles y furgonetas empleados para trasladar tropas y equipos a ejercicios alrededor de las bases militares y para funciones de apoyo. El Ministerio de Defensa tiene en su flota 745 vehículos eléctricos y 1.414 vehículos híbridos sospechosos de ser «antenas». Meses antes, el Ministerio ya había prohibido la presencia de vehículos eléctricos chinos en instalaciones militares «sensibles».
Estas medidas se empezaron a tomar después de que en 2023, se encontrara un dispositivo de rastreo chino sellado dentro de un automóvil oficial del Gobierno que usó el entonces primer ministro, el conservador Rishi Sunak.
A partir de entonces, para garantizar la seguridad nacional, los servicios de información han investigado los posibles vínculos de numerosos funcionarios y empleados con potencias consideradas hostiles, como China y también Rusia. Además, se recomendó a los ministros desconectar los dispositivos de telefonía y ordenadores fabricados en China de las redes informáticas centrales.
Cuando se conoció esta orden a los militares, el portavoz de defensa del Partido Conservador, Mark Francois, dijo: «Por fin algunos sectores de nuestro Gobierno están tomando en serio la amenaza del espionaje chino».
Por el contrario, el Gobierno de Pedro Sánchez mantiene unas excelentes relaciones con la dictadura comunista de Pekín hasta el punto de irritar a nuestros aliados, como Estados Unidos. En una de las medidas más discutibles por sus consecuencias dentro y fuera de España, el Gobierno de Sánchez incluyó a la empresa china de comunicaciones Huawei en el Centro de Operaciones de Seguridad 5G (SOC 5G), el organismo público encargado de supervisar y certificar la seguridad de las redes y servicios de la nueva generación de telefonía móvil.
Sánchez en persona se ha opuesto a la prórroga que ha concedido la Comisión Europea al coche de motor de combustión más allá de 2035. El socialista insiste en la necesidad de descarbonizar el parque automovilístico de la UE, porque «nos va la vida en ello». Los principales beneficiarios de esta obsesión española son los fabricantes chinos de coches eléctricos, todos los cuales, como Huawei, dependen al régimen chino; de ahí la oposición de Alemania, cuya industria automovilística es la mayor de Europa.
Mientras algunas naciones llevaban en los últimos años su creencia en el libre comercio y la paz mundial al extremo de desmantelar su industria automovilística y comprar productos de alta tecnología sólo por precio, sin fijarse en la seguridad, otras naciones han aprovechado la ingenuidad de las primeras para obtener ventajas, primero comerciales y luego quién sabe si bélicas.











