El Gordo de la Lotería de Navidad eran siete millones y medio de pesetas en 1974, es decir, 45.000 euros, con ese dinero te podías comprar 10 pisos nuevos
A escasos días de la celebración del tradicional sorteo de la Lotería de Navidad, la ilusión se mezcla con un baño de realidad económica. El primer premio, conocido como ‘El Gordo’, se mantiene sin cambios desde 2011: 400.000 euros por décimo. Sin embargo, su valor real ha caído en picado. El poder adquisitivo del premio ya no es lo que era, especialmente en lo que respecta al sueño de la vivienda.
Un premio estancado ante la inflación
El principal factor de esta devaluación es la inflación. Además, a los 400.000 euros brutos hay que restarles los 72.000 euros que se queda Hacienda desde el impuesto que implantó el ministro Montoro durante la gran recesión. Esto deja un premio neto de 328.000 euros. El profesor de EAE Business School, Javier Rivas, lo cuantifica de forma clara: “Hay que tener en cuenta que la inflación inmobiliaria (…) es de un 40 o 45 por ciento desde el año 2011, pero es que además ahora hay impuestos que antes no los había”. La conclusión es una “más de un 50 por ciento de caída desde el año 2011 en términos reales”.
El sueño de la vivienda, cada vez más lejos
El contraste con el pasado es demoledor. En el año 1974, el Gordo de la Lotería eran siete millones y medio de pesetas, es decir, unos 45.000 euros. Con ese dinero te podías comprar 10 pisos nuevos. Hoy, la realidad es que los 328.000 euros netos no son suficientes para adquirir una vivienda en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, aunque sí en regiones como Extremadura o La Rioja y ciertas zonas de Andalucía o Murcia. Por ello, no es de extrañar que la pregunta sobre cuántas casas te podrías comprar con el premio sea una constante.
La vivienda sigue siendo la principal aspiración para cuatro de cada diez españoles si resultaran agraciados, como recogía la reportera Victoria Ballesteros a pie de calle. Las declaraciones de los ciudadanos reflejan este anhelo. “Si a mí me tocara la lotería, con ese dinero daría la entrada para un piso para mis hijas”, afirmaba una entrevistada, evidenciando que el premio ahora se ve más como una ayuda que como una solución definitiva.
A pesar de la pérdida de poder adquisitivo, la esperanza no decae y las colas en las administraciones para saber qué número tienes que jugar se repiten, un fenómeno que incluso desafía a la inteligencia artificial. Mientras, la mayoría sigue soñando con jubilarse o, al menos, “darse una alegría” si la suerte les sonríe.











