Unión Europea: Un caballo de cartón

Las banderas de la Unión Europea ondean frente a la sede de la Comisión Europea en Bruselas, Bélgica.
Manuel Recio Abad.- La reciente prohibición impuesta por la Unión Europea impidiendo el legal desarrollo de actividades empresariales -que conlleven la valorización y comercialización- relacionadas con la recogida y tratamiento de algas invasoras, como es el caso de la Rugulopteryx okamurae en el Estrecho de Gibraltar, plantea serias interrogantes sobre la sostenibilidad y la gestión ambiental.
Esta decisión, aunque aparentemente pueda ser bien intencionada especialmente por incidir en la estrategia de control de la especie y evitar su dispersión en procesos no debidamente controlados durante su comercialización, también puede tener consecuencias negativas tanto para el medio ambiente como para la economía local.
La Rugulopteryx Okamurae, que ensucia las arenas de nuestras playas, aunque invasora, ha demostrado tener potenciales beneficios si se gestiona adecuadamente. Su proliferación está asfixiando ecosistemas marinos, pero su recogida y tratamiento pueden transformar un problema ambiental en una oportunidad. Al prohibir estas actividades, la UE ignora la posibilidad de restaurar el equilibrio ecológico mientras se aprovechan sus propiedades para la producción de biofertilizantes, biogás, fármacos o suplementos en el campo de la nutricéutica, entre otras aplicaciones.
La prohibición no solo afecta al medio ambiente, sino que también cierra la puerta a un potencial sector empresarial emergente. La creación de empresas dedicadas a la recogida y tratamiento de algas podría generar empleo y estimular la economía local. En lugar de permitir que las comunidades costeras se beneficien de este recurso, la UE opta por una postura restrictiva que solo puede llevar a un aumento del desempleo y generar más pobreza en estas áreas.
Esta prohibición refleja una absoluta falta de visión a largo plazo en la gestión de recursos naturales. En lugar de ver las algas invasoras únicamente como un problema, deberían ser consideradas como un recurso potencial.
José Carlos García-Gómez, catedrático y director del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla, junto al investigador Enrique Ostalé, ha dirigido y coordinado desde el año 2019, un proyecto de investigación en equipo relacionado con la mencionada especie bajo el patrocinio de Red Eléctrica (Redeia)y otras instituciones, empresas y proyectos del Plan Nacional de Investigación.
Las conclusiones de esta importante labor investigadora plantean por primera vez, entre otras posibles aplicaciones en el ámbito de la economía circular, las bases para el despliegue potencial de granjas de compostaje que utilicen invertebrados como agentes biológicos capaces de procesar esta especie invasora, que continúa generando graves efectos sobre el ecosistema marino del Estrecho y sobre actividades económicas tan sensibles como la pesca artesanal.
La investigación y el desarrollo de técnicas para su aprovechamiento podrían convertir un desafío ambiental en una solución innovadora. La Union Europea debería permitir y fomentar la investigación y la colaboración entre universidades y empresas para encontrar un equilibrio entre conservación y desarrollo.
La decisión de prohibir el tratamiento de estas algas no considera las alternativas sostenibles que podrían implementarse.
Existen ya métodos comprobados de recogida y tratamiento que minimizan el impacto ambiental y promueven la biodiversidad. La UE debería trabajar en conjunto con expertos y comunidades locales para desarrollar regulaciones que permitan estas prácticas, en lugar de imponer restricciones absolutas.
Es crucial replantear esta postura y abrir el diálogo sobre cómo gestionar de manera sostenible los recursos naturales, beneficiando tanto al entorno como a las comunidades locales.
La competencia tecnológica de Europa con EEUU, China, Japón o Corea del Sur, exige tratar con realismo y libertad de acción a países afectados por problemas medioambientales específicos.
No se puede ir a competir en una carrera al hipódromo montado en un caballo de cartón.











