El Gobierno español: degeneración en el corazón de Europa
Mientras el resto de Europa lucha por mantener la integridad institucional, España se hunde en un pantano de corrupción, hipocresía y alianzas siniestras que amenazan no solo su futuro, sino el de la Unión Europea entera. No cabe duda de que el modelo español es el de un socialismo de cloaca.
Rodeado de podredumbre, con su familia más próxima imputada por la Justicia, sus colaboradores más cercanos en la cárcel o procesados, en espera de juicio, y el partido que preside (PSOE) convertido en un burdel destrozado y confundido, Pedro Sánchez es la vergüenza de Europa y la antítesis de la democracia.
Comencemos por el núcleo podrido: los ladrones que ocupan los ministerios y las altas esferas. El actual gobierno, liderado por figuras que se autoproclaman progresistas, ha convertido el erario público en un botín personal. Casos como el de la trama de las mascarillas durante la pandemia, donde millones de euros desaparecieron en contratos opacos con empresas fantasmas, no son anomalías, sino el modus operandi.
Ministros y altos funcionarios implicados en escándalos de malversación, como el affaire de los ERE en Andalucía o las comisiones ilícitas en infraestructuras, demuestran que el robo no es un pecado ocasional, sino una política de Estado.
¿Cómo se atreven a hablar de “justicia social” mientras saquean las arcas que deberían alimentar a los más vulnerables? Es una degeneración que hace palidecer incluso a los gobiernos más corruptos de Italia o Grecia en sus peores épocas.
Pero la podredumbre no se detiene en el hurto económico; se extiende al ámbito moral con una legión de puteros y babosos que manchan la dignidad pública y frecuentan prostíbulos con fondos públicos.
Estos babosos, con sus discursos vacíos sobre igualdad de género, no hacen más que babear hipocresía mientras perpetúan un machismo rancio disfrazado de modernidad.
En una Europa que avanza hacia la paridad y el respeto, España retrocede a un feudalismo libidinoso donde el poder se mide por la impunidad ante el escándalo.
Y ¿Quién sostiene este circo de los horrores? Una caterva de malvados llenos de odio, golpistas, terroristas y comunistas que actúan como los pilares de un régimen tambaleante, liderado por el socialismo sanchista, corrupto y desvergonzado.
Los pactos con independentistas catalanes, muchos de ellos implicados en el intento de golpe de 2017, no son meras concesiones políticas; son traiciones a la Constitución y al pueblo español.
Añadamos a la ecuación a ex miembros de ETA, blanqueados como “hombres de paz” para mantener el poder, y a comunistas radicales que sueñan con expropiaciones y censuras al estilo venezolano. Esta alianza de odio visceral contra todo lo que representa la España unida –desde la monarquía hasta la economía de mercado– es un cáncer que se expande.
La Unión Europea, con sus fondos de recuperación, observa atónita cómo miles de millones se evaporan en clientelismo y corrupción, mientras el desempleo juvenil roza en España el 30% y la deuda pública asfixia a generaciones futuras.
Países como Alemania o los Países Bajos, con gobiernos estables y transparentes, miran con desprecio a este esperpento ibérico. ¿Cómo puede España pretender liderar en temas como la transición ecológica cuando su ejecutivo está más ocupado en tapar sus vergüenzas que en gobernar?
Es hora de que los españoles despierten de esta pesadilla colectiva. No se trata de ideologías izquierda o derecha, sino de decencia básica. Un gobierno así no merece ni un minuto más en el poder; merece el oprobio histórico y la justicia implacable.
Europa entera nos observa, y si no actuamos, seremos recordados no como la cuna de Cervantes y Velázquez, sino como el vertedero político del continente. Basta ya de tolerar esta piara degenerada: es tiempo de regeneración, o de hundirnos para siempre en el fango.











