La revuelta interna de Vox: denuncias por estafa en la Fiscalía y cruces de comunicados entre sus jóvenes

La organización juvenil Revuelta celebró la entrada del año 2024 en Ferraz en protesta contra la ley de amnistía
Algo pasa dentro de Vox que contrasta con la primavera demoscópica que parece atravesar. Una tormenta interna que comenzó hace tiempo ya y que, en los últimos días, se ha desbocado por un flanco que explica en gran medida el resurgir de las siglas del partido tras la debacle del 23-J: la que, hasta hace nada, ha funcionado como su organización juvenil de facto. Revuelta. Unas nuevas generaciones que ahora, si te vi, no me acuerdo. «No forma parte de Vox», resolvió el pasado martes la portavoz parlamentaria, Pepa Millán, a preguntas de la prensa.
Comunicados, filtraciones de audios a un medio digital, denuncias a la Fiscalía por malversación de fondos y estafa, más comunicados, campañas de acoso en redes. Una maraña de acontecimientos sacude los cimientos del «búnker» de Bambú, sede nacional, centro de operaciones. Es decir, Kiko Méndez-Monasterio, Gabriel Ariza y Santiago Abascal, el triángulo de poder que maneja con mano firme los entresijos de la formación política y de todo el entramado de sociedades que gravita a su alrededor.
auto skip
Por partes. Revuelta. Movimiento juvenil impulsado en 2023 por un grupo de trabajadores de Vox. Capitaneado por Jaime Hernández Zúñiga, conocido cariñosamente como «el Pelos», por su melena rizada. De forma despectiva: «El hondureño», pues su madre, que llegó a España como empleada del hogar, es oriunda de Honduras.
«El Pelos» es un histórico en Vox. Conoció a Abascal en Denaes, siendo menor de edad, y después de Enrique Cabanas, vicesecretario nacional de Presidencia; un administrativo y la persona de la limpieza, debió ser de los primeros en cobrar nómina del partido. Cuando todavía se encontraba en un piso de la madrileña calle Diego de León. Allá por 2017. Su cometido era el contenido audiovisual: fotografía, vídeos, publicaciones en redes.
Tras las europeas de 2019, lo enviaron de asesor en el Parlamento Europeo y estuvo a caballo entre Madrid y Bruselas hasta 2021, momento en el que regresó para las elecciones en la Comunidad de Madrid. Tal era su grado de integración en la organización política que su hermana, candidata en Coslada, se casó con Manuel Mariscal, diputado en el Congreso y vicesecretario de Comunicación.
En 2023, muchas de las acciones callejeras que llevó a cabo Vox para ganar adeptos entre los más jóvenes, caso de Cañas por España, habían decaído. Fue entonces cuando Jaime y otros colegas acordaron impulsar Revuelta. Su primera finalidad, agitar las protestas con motivo de la aprobación de la Ley de Amnistía.
Para conformar una estructura legal se sirvieron de Asoma (Asociación Social de Mayores), una de las muchas entidades que estaban a punto de desaparecer y que se creó desde la vicesecretaría de Movilización, que funcionó hasta 2022. Un compañero suyo, Santiago Aneiros, que formó parte de este departamento, se encargó de organizar el traspaso de poderes.
A partir de ahí se constituyó la Junta Directiva: Jaime Hernández, presidente; Pablo González Gasca, encargado de Marketing Digital y acción Exterior de Vox, secretario general; Arturo Villa, asesor de Jorge Buxadé en Bruselas, vicepresidente; Javier Esteban, mánager de las redes de Vox, vocal, y Aneiros, del departamento de comunicación, también vocal.
Lo que empezó a primeros de noviembre como un simple corte de tráfico frente a la sede del PSOE en Ferraz –en el que participó hasta la mismísima Esperanza Aguirre–, de pronto cogió vuelo. La bola de nieve no hizo sin engordar. Primero cinco, luego, cincuenta, y cien, ciento cincuenta; doscientos… así hasta contabilizar por decenas de miles los fieles que, día tras día, participaban en las actividades de Revuelta. Algunas tan pintorescas como aquellas campanadas de Nochevieja en las que se apaleó una piñata con la efigie de Pedro Sánchez, que el PSOE llevó a la Fiscalía con poco éxito. «Consumado el golpe, empieza la Revuelta», era el leitmotiv.
Al constatar el éxito que sus cachorros empezaban a cosechar con Revuelta, un decaído Vox vio el filón perfecto para reconectar con sus bases. Los máximos responsables del partido comenzaron a sumarse a las protestas de la asociación juvenil, a pesar de los múltiples disturbios policiales y la presencia de grupos radicales, algunos de corte neonazi. También se plantó allí Abascal, en varias ocasiones. Una de ellas, acompañado por el periodista Tucker Carlson, muy cercano a Donald Trump.
La semilla había germinado y ni siquiera los propios fundadores de Revuelta eran muy conscientes de lo que tenían entre manos. El siguiente gran hito que les catapultó llegó justo un año después, con la dana en la Comunidad Valenciana. Un fin social, ayudar a los que lo habían perdido todo, les sirvió para alimentar el discurso antisistema: «Solo el pueblo salva el pueblo». Desde alimentos hasta materiales de construcción, todos los miembros de Revuelta se volcaron con sus medios en las zonas más damnificadas por las riadas, donde todavía hoy siguen cooperando. De forma oficial, Vox pidió fondos para contribuir a la causa.
Entre protestas, acciones solidarias, viajes por el extranjero junto a otras agrupaciones juveniles de partidos asociados a Vox en Europa, labores forestales en la extinción de los incendios de Castilla y León el pasado verano, Revuelta se ha consagrado como una comunidad que cuenta con más de 63.000 seguidores en X, 76.000 en Instagram y 22.000 en TikTok, espacios en los que hace apología del franquismo y reivindica a figuras como José Antonio Primo de Rivera. Vox se ha servido de su fortaleza hasta que todo ha saltado por los aires.
La ruptura entre Revuelta y Vox
La ruptura comenzó por la pasta. A finales de octubre, el día 24, Arturo Villa, vicepresidente de Revuelta, envió un mail a Jaime Hernández, presidente, en el que se quejaba de que nunca había tenido acceso a «cuentas anuales, balances, memorias económicas» o libros contables. Después, volvió a la carga con un burofax en el que le acusaba de «opacidad, mentira y ocultación» y en el que le instaba, entre otras cosas, a una reunión para la «entrega y revisión de la documentación económica, contable y fiscal completada de Asoma», una aclaración sobre «gastos, contratos, facturas, créditos y retiradas de efectivos» y, lo más importante, la «aprobación del proceso de disolución y liquidación de la Asociación Asoma».
A lo que Jaime Hernández, que técnicamente lleva un año sin trabajar en Vox, y tres de sus colegas, se negaron. El 5 de diciembre, Arturo Villa publicó un comunicado en su cuenta de X en el que desvelaba que había presentado una denuncia ante la Fiscalía. El cisma de los cachorros de Vox, a ojos de todo el personal.
El presidente de Revuelta, salió al paso con un vídeo en el que se zafaba de los ataques: «Cada euro que ha llegado a la asociación se ha utilizado para ayudar». Además, informaba de que, a raíz de las quejas suscitadas, había puesto en marcha una auditoría externa para acallar los rumores de que se han llevado el dinero. «No podemos permitir que un proyecto tan bueno que ha conseguido unir a muchísimas personas fuera del sistema de partidos se vea enturbiado por estas personas que han intentado ceder el control de Revuelta a unos despachos».
El siguiente capítulo del embrollo, llegó a través de El Plural, el medio de comunicación que ha desvelado las presiones ejercidas por parte de Vox para que Revuelta echara el cierre. En una cronología de audios que recoge las conversaciones que mantuvieron Arturo Villa y Manuel Mariscal, vicesecretario de Comunicación, con un miembro de la Junta Directiva de Revuelta, es decir, Asoma, se constata cómo la formación, antes de presentar cualquier denuncia contra la asociación juvenil por posibles irregularidades contables, intentó disolverla.
«Vox me ha dicho que muerto el perro se acabó la rabia. Que en cuanto disolvamos Asoma, que no van a denunciar ni hacer nada», son algunas de las frases de Villa. Mariscal, por su parte, mencionaba al propio Abascal para convencer a los jóvenes de que debían acabar para siempre con Revuelta: «No quiere que exista nada autónomo a Vox, que surja de Vox y actúe de manera autónoma».
Fuente: La Razón











