La estrategia de Feijóo para acelerar el fin de Sánchez: ‘golpes’ electorales cada dos meses y barones reforzados
El Partido Popular se ha propuesto acelerar el fin del sanchismo lo antes posible. Con tanta degradación constante en el entorno del Gobierno, cercado por casos de corrupción, acoso sexual y falta de peso parlamentario, el principal partido de España ha decidido dar un paso al frente.
Conscientes de que Sánchez no va a dimitir ni va a convocar elecciones antes de 2027 motu proprio y la moción de censura, al no tener los votos, requiere de un complejo proceso de negociación con otras fuerzas parlamentarias, no queda otra que azuzar las urnas.
La dirección nacional, en una estrategia conjunta de Feijóo con los barones que concurren a elecciones, decidieron escalonar los comicios autonómicos a lo largo del tiempo, en vez de apostar todo a un ‘superdomingo’ con el que se empezó a teorizar hace unos meses.
El objetivo es, como la ‘gota china’, ir minando la moral del sanchismo mediante derrotas electorales por todo las regiones de España entre final de año y el primer semestre de 2026. La primera parada será Extremadura, donde el PP mide sus fuerzas el 21 de diciembre frente a un PSOE en caída libre. Después, el 8 de febrero será el turno de Aragón. El 15 de marzo sale a ‘jugar’ Castilla y León.
Tres exámenes para ahondar en el descalabro del sanchismo. Además, como Sánchez ha decidido ir a por los barones del PP, especialmente Ayuso y Moreno, las victorias electorales reforzarán más si cabe la densa estructura de partido con la que cuenta Génova en la actualidad.
Mientras los españoles no puedan hablar en unas generales, lo harán los ciudadanos cuyo autonomía esté en juego. El plebiscito que plantea el PP es contra Sánchez, pero también contra la ley de máximos de Vox, que no acepta concesiones algunas, y cuyo órdago constante por imponer su programa puede salir bien o fantástico.
Elecciones escalonadas
Todo esto confluye con un auge de Vox en las encuestas que desde el Partido Popular se percibe con cautela. A excepción de Andalucía, donde la absoluta pende de uno o dos escaños, fácilmente recuperables de aquí a junio, en el resto de regiones los sondeos internos apuntan a una nueva mayoría simple que requeriría del apoyo de los de Abascal para gobernanzas y Presupuestos.
Un eterno retorno que volvería a poner encima de la mesa la discordia que existe entre ambas formaciones, donde los puentes están rotos y no hay interlocutores. Por ello, desde el PP se quiere contemplar y analizar cuál es el alcance real de este impulso demoscópico.
El ‘superdomingo’ se ha diluido por completo, y la nueva fórmula pasa por escalonar elecciones e ir paso a paso. El PP quiere medir también el impacto de Vox en unas elecciones, para saber hasta dónde llega el crecimiento, puesto que las encuestas, bien lo sabe Génova tras el 23-J, no son irrefutables. Dependiendo de los resultados que se vayan viendo en Extremadura, Aragón y Castilla y León, tocará ajustar.
Optimismo en Extremadura y Aragón, incertidumbre en Castilla y León
Ahora mismo, se afronta con diferente actitud tres de los próximos cuatro compromisos electorales. En Extremadura, ya con fecha para el 21 de diciembre, Guardiola mejorará los resultados de 2023, hundiendo al PSOE del imputado Gallardo. Vox sumará algún escaño más que en las últimas elecciones, pero se espera que la mayoría del PP permita gobernar en minoría.
En Aragón, donde la situación es un polvorín, el PP tiene sondeos positivos de cara a ese 8 de febrero. El presidente Mañueco tiene por delante el reto más difícil de los tres, ya que Vox está más fuerte en Castilla y León que en el resto de regiones, y la gobernabilidad está en el aire. El denominador común de las tres elecciones es el voto rural, impredecible y volátil, pero fundamental para revalidar mayorías.












