“Basta de calumnias”: estalla la defensa pública del Yunque en España ante nuevas acusaciones infundadas en redes
Isabel Fernández.- Una nueva oleada de acusaciones contra la llamada Organización del Bien Común (OBC) —conocida popularmente como El Yunque— ha reabierto en España un debate que parecía dormido, pero que vuelve con fuerza cada vez que perfiles anónimos de redes sociales difunden señalamientos sin pruebas y equiparaciones con “logias masónicas”.
El detonante de esta semana fue un mensaje publicado por la cuenta Universitarios Católicos, que calificaba a la organización como “una logia masónica contraria a la Iglesia Católica”.
Las reacciones no tardaron en llegar. La más contundente vino del comunicador y empresario Marcial Cuquerella, quien decidió romper la reserva habitual de los miembros y responder públicamente, reconociendo su pertenencia al grupo y denunciando lo que considera una “campaña de calumnias” contra laicos fieles a la Iglesia.
Su intervención, extensa, directa y de tono inequívoco, ha marcado un antes y un después en la discusión.
“Estoy en eso que tú llamas Yunque”: la réplica de Cuquerella que ha sacudido el debate
En un mensaje viral que ya circula por toda la comunidad católica digital, Cuquerella afirma sin ambigüedad:
“Mira, yo estoy en eso que tú llamas Yunque. No te acepto que me digas que actúo contra la Santa Madre Iglesia. No tienes ni idea de lo que hablas. Te basas en rumores y calumnias”.
Su réplica no se quedó en lo personal. Señaló con firmeza que:
- No existe condena canónica alguna de la Iglesia.
- No hay sentencia judicial que declare ilícita su actividad.
- Los ataques proceden de “gente que dice que dice… pero nunca prueba nada.”
Cuquerella retó públicamente a mostrar un solo documento eclesial que condene a la Organización del Bien Común. Según recordó, los únicos pronunciamientos episcopales conocidos van precisamente en dirección contraria,el cardenal Antonio Cañizares, en una entrevista de 2011,afirmó que quienes pertenecían a esa organización eran “personas de fiar”.Mons. Juan Antonio Reig Pla mostró en varias ocasiones aprecio por la acción pública de muchos laicos comprometidos a través de asociaciones vinculadas a miembros de la OBC y otros pastores, tanto en México como en otros países, han reconocido la fidelidad eclesial de quienes forman parte de estos movimientos.
Por esto Marcial Cuquerella respondía con firmeza a través de su cuenta de X:
“Por eso nos llaman yunques”.
“Porque soportamos los golpes por amor a Dios, y seguiremos en la Iglesia hasta el día de nuestra muerte, si Él nos lo concede.”
Sus declaraciones han obligado a muchos a revisar un debate donde abundan opiniones, pero escasean los hechos.
Los hechos: una organización reservada, no secreta, nunca condenada por la Iglesia
La documentación histórica consultada por ZENIT y coincidente con investigaciones académicas y testimonios eclesiales, muestra que la OBC, fundada en 1953 en Puebla (México), no es una secta ni un grupo clandestino, sino una estructura laical reservada, una modalidad espiritual presente en la historia de la Iglesia en contextos de persecución ideológica o cultural.
Buscando solidez doctrinal, la OBC se acercó al sacerdote jesuita Manuel Figueroa, experto en estructuras reservadas de formación laical. Este vínculo fue crucial para:encauzar espiritualmente la organización,dotarla de criterios de discernimiento ignaciano y orientar su actuación pública desde la doctrina social.
La OBC se concibe desde entonces como un camino vocacional de santificación laical mediante la acción organizada en el espacio político y cultural.
No es una secta
No existe decreto, sentencia ni nota doctrinal de la Iglesia que la califique como tal.
No es una asociación secreta
La organización se define como reservada, no oculta, y su existencia ha sido conocida por múltiples obispos a lo largo de 70 años.
Tuvo venia episcopal desde su origen
Su fundador, Ramón Plata Moreno, presentó la iniciativa al entonces arzobispo de Puebla, Mons. Octaviano Márquez y Toriz, quien dio su aprobación pastoral.
Presentada formalmente al Episcopado Mexicano
Lo hizo en los años 90, y nuevamente en 2012.
Nunca se emitió condena.
Su misión coincide plenamente con la doctrina social de la Iglesia
Defensa de la vida, familia, libertad religiosa, educación, lucha contra totalitarismos, dignidad humana y participación laical en política (cf. Apostolicam Actuositatem, 7 y 24).
La Organización del Bien Común es, fundamentalmente, una respuesta laical a los desafíos culturales de su tiempo, coherente con la misión que el Concilio Vaticano II confiere a los fieles laicos en Apostolicam Actuositatem:
“El orden temporal es propio de los laicos. A ellos corresponde iluminarlo con la luz del Evangelio y ordenarlo según Dios.”
Un nombre con raíz espiritual: “mantente firme como el yunque golpeado”
El sobrenombre El Yunque proviene de San Ignacio de Antioquía, quien exhortaba a San Policarpo a soportar golpes por Cristo.
Esa expresión fue adoptada por los primeros miembros como símbolo de perseverancia, resistencia en tiempos hostiles,fidelidad eclesial y humildad en la acción pública.
No es un nombre conspirativo, sino patrístico y martirial.
Un origen en plena batalla cultural: México 1953
La organización nació para responder a:
- la infiltración marxista y atea en la Universidad de Puebla
- el clima anticristiano heredado de la Guerra Cristera;
- la necesidad de formar laicos capaces de defender la fe en el ámbito público.
Su crecimiento la llevó a enfrentarse a agresiones ideológicas y físicas. Dos jóvenes miembros fueron asesinados(César Fernando Calvillo y Juan Bosco Rosillo) por extremistas anti católicos en 1975, y su fundador sufrió dos atentados hasta ser finalmente asesinado en la Nochebuena de 1979.
“Lo que para ellos era prudencia, para otros fue sospecha”
Con el paso del tiempo, la reserva interna de la organización (que sus miembros justifican por humildad, estabilidad de apostolados y prudencia ante persecuciones) fue interpretada por detractores como “secretismo”.
Sin embargo, ninguno de los organismos eclesiales consultados a lo largo de décadas emitió censura alguna.
Como indicó un dirigente mexicano a ZENIT:
“La incomprensión no convierte a una organización en secta; la calumnia sí convierte al acusador en infractor del octavo mandamiento”.
El octavo mandamiento en crisis: juicios temerarios en redes
La polémica ha despertado preocupación entre pastores y teólogos: ¿Está el catolicismo español normalizando la difamación entre fieles?
El canon 220 del Código de Derecho Canónico protege el derecho a la buena fama. Sin embargo, perfiles anónimos han difundido acusaciones graves: sin pruebas,sin documentos eclesiales,sin investigación y sin obedecer la caridad en el juicio.
Un sacerdote consultado por ZENIT lo expresó con dureza:
“Hay católicos que denuncian supuestas sectas mientras pecan contra la verdad todos los días.”
Desvinculación total del caso “Revuelta”
En medio del reciente escándalo político que afecta al movimiento juvenil Revuelta, diversos medios han intentado vincular ese episodio con la Organización del Bien Común.
Fuentes internas y externas consultadas por ZENIT niegan cualquier conexión: ● No existe vinculación orgánica.
- No existe dependencia mutua.
- La OBC es una estructura internacional previa y totalmente distinta.
Confundir ambas realidades, señalan, es “periodísticamente incorrecto y moralmente deshonesto”.
Una tradición laical en la Iglesia: actuar en el mundo sin comprometer al clero
La OBC se entiende a sí misma como una vocación laical, inspirada en: ● San Ignacio de Antioquía
- San Policarpo
- San Juan Pablo II
- San Alberto Hurtado
- La Doctrina Social de la Iglesia
Considera que la participación organizada de laicos en la vida pública es un elemento necesario para la defensa del bien común.
La Iglesia, al conocer su estructura, no declaró ilícita su existencia, algo que en sí mismo es significativo.
Conclusión: un debate que exige caridad, rigor y verdad
La polémica reciente demuestra un fenómeno inquietante:las redes sociales han convertido la sospecha en argumento, el rumor en juicio y la ignorancia en sentencia.
La intervención pública de Marcial Cuquerella ha obligado a reabrir la discusión desde los hechos, no desde los prejuicios. Y ha recordado que la Iglesia, madre y maestra, exige prudencia y responsabilidad al hablar de otros fieles.
La última palabra la pronuncian los documentos y la historia:
- No hay condena de la Iglesia.
- No hay sentencia judicial.
- No hay pruebas de sectarismo.
Lo que sí hay —ayer como hoy— es un llamado evangélico a vivir la verdad en caridad.
Y, como escribió San Ignacio de Antioquía,“a mantenerse firmes como el yunque golpeado… por amor de Cristo.”
Periodista











