El oscuro origen del brote de peste porcina en Cataluña (Video comentario de Joaquín Abad)
Europa vuelve a tropezar en la misma piedra: jugar con patógenos peligrosos como si bastara una placa de metacrilato y un sello institucional para garantizar que nada malo puede ocurrir.
En la sierra de Collserola, a pocos metros de un laboratorio donde se investiga la peste porcina africana, ha estallado un brote entre los jabalíes que desde hace años se multiplican sin control en pleno cinturón metropolitano de Barcelona. Y, como siempre, las autoridades se apresuran a repetir que todo está bajo control, que los protocolos funcionan y que cualquier sospecha es fruto de la ignorancia. Pero la realidad es testaruda, y huele a negligencia acumulada.
El escenario es tan evidente que cuesta entender cómo nadie lo anticipó: un laboratorio de alto nivel de bioseguridad, dedicado precisamente al estudio de la peste porcina, rodeado por un parque natural convertido en vertedero urbano y saturado de jabalíes que rebuscan en contenedores, cruzan carreteras y campan por urbanizaciones.
La proximidad entre patógenos estudiados en laboratorio y fauna salvaje en expansión es, sencillamente, una temeridad. No hace falta ser experto para deducir que, en un entorno así, el riesgo nunca puede ser cero. Y aun así, durante años se ha mantenido esta combinación explosiva, confiando en que la suerte fuese eterna.











