El PP busca un “plus transversal” de Guardiola para gobernar en solitario y el PSOE lo fía todo a que dependa “aún más” de Vox
Extremadura medirá la erosión de Sánchez por los escándalos y la disputa entre Feijóo y un Abascal que no deja de subir.
El 21 de diciembre, cuando se abran las urnas extremeñas, habrán pasado 560 días desde las últimas elecciones en España, que fueron las europeas. Se cerrará entonces el periodo más largo sin comicios desde el paréntesis que hubo entre 2001 y 2003, que fue similar (581 días). Extremadura marca la vuelta a la dinámica electoral como primera parada de una cascada de citas autonomicas -Castilla y León, Andalucía y quizás Aragón e incluso alguna más- que medirá el alcance del cambio de ciclo que pregonan las encuestas.
Extremadura, tradicional feudo socialista en el que gobierna la popular María Guardiola tras haber pactado a regañadientes con Vox en 2023, calibrará dentro el desgaste de Pedro Sánchez, por un lado y, la disputa entre un PP que quiere gobernar solo y un Vox que no deja de subir en los sondeos y quiere estrangular a su rival de centroderecha, por otro.
Esta comunidad tiene, además, una resonancia especial, por ser la primera en la que los escándalos que rodean al presidente del Gobierno tendrán un peso específico en las urnas. Para empezar, porque el 21-D se celebra en plena ebullición judicial del caso Koldo -a bocajarro del encarcelamiento del ex ministro Ábalos- y justo después de que se haya abierto una crisis interna en el PSOE por la falta de acción de Ferraz ante las denuncias de acoso que pesan sobre el ex dirigente de Moncloa Paco Salazar. Y, sobre todo, porque en Extremadura se sustancia el escándalo de la presunta colocación en la Diputación de Badajoz del hermano de Sánchez por parte, nada menos, de quien ahora es candidato del PSOE, Miguel Ángel Gallardo. Que ahora está imputado y citado a declarar ante el juez.
Con este contexto, las elecciones extremeñas no son unas autonómicas más, sino el pistoletazo de salida hacia la gran batalla final entre Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Los dos se juegan mucho, pero una vez más los resultados se medirán en función de las expectativas creadas. El PP tiene que arrasar y el PSOE se conforma con que Guardiola no lo haga y quede atada de nuevo a Vox.
Partido Popular
Dice Alberto Núñez Feijóo que el voto en Extremadura vale doble. «Vale para que avance Extremadura y para que España cambie de una vez y abra un tiempo nuevo». Es un buen resumen de cómo afrontan los populares la campaña. Creen que de los 28 escaños que tienen actualmente pueden subir hasta 31. La mayoría son 33, y la encuesta de Sigma Dos para este diario le augura 29-30.
Pero en Génova esperan que, una vez entrados en la dinámica electoral de la campaña, María Guardiola capitalice el voto descontento del PSOE que no va a votar ni por asomo a Gallardo. Según ha sabido este diario, el PP cuenta con encuestas internas que abonan el optimismo. El 28% de los votantes socialistas y el 60% de los de Vox aprueban su gestión. El 18% de los votantes del PSOE quiere que ella siga siendo la presidenta, mientras que un 26% duda. Y el 59% de los votantes de Vox quiere que Guardiola siga al frente de la Junta. «Guardiola es muy transversal y eso da un plus; nada está escrito», explican en los cuarteles generales del Partido Popular.
La confianza que tienen en su candidata es tal, que, durante algunos momentos, incluso fantasearon con acercarse a la mayoría absoluta, pero ahora, asomados ya a las urnas, en el PP reconocen que el alza de Vox hace casi imposible llegar a ese resultado. Ese temor a Abascal es la clave: el PP se encomienda a la capacidad de «liderazgo» y de «confrontación con Vox» que tiene Guardiola: «Le va a ir muy bien, y ya veremos qué pasa», zanjan.
PSOE
De puertas para afuera, el PSOE se afana en activar a los suyos a pesar de la mala situación de su candidato. Por eso la número dos del partido, María Jesús Montero, ha asegurado que Gallardo es una víctima «de la difamación». Pero en privado dan las elecciones por perdidas y auguran un descalabro: «Lo que saquemos con este candidato será el suelo histórico, el mínimo minimorum del PSOE extremeño. Va a haber una desmovilización muy grande del voto socialista», lamentan fuentes gubernamentales, que no creen que eso vaya a traducirse en «un trasvase de PSOE a Partido Popular», sino en abstención. También en papeletas para Unidas por Extremadura, que subiría a cinco diputados (ahora tiene cuatro) y alcanzaría un 7,9%, su mejor porcentaje.
«Pero el telón de fondo será que, para el PP, la dependencia de Vox se consolidará, pero con condiciones más duras aún. Si Feijóo pensaba que estas elecciones iban a servirle para distanciarse de Vox, será al revés», añaden. Es decir: el PSOE prevé que le vaya muy mal, pero se consuela pensando que Abascal puede vampirizar a Guardiola y fastidiar así los planes de Feijóo.
Vox
«Vox va a subir tanto que será la noticia. Guardiola seguirá dependiendo de ellos. Entonces, le preguntaremos para qué ha convocado las elecciones», apostillan en el PSOE. Es algo que comparte la dirección nacional de Bambú: su «objetivo» principal, aseguran, es «influir desde fuera» del gobierno regional con exigencias de máximos en las políticas verdes y migratorias. Igual que en la Comunidad Valenciana: ése es el rasero para Extremadura. Saben que a Guardiola le será mucho más difícil aceptar esas líneas rojas.











