La calesera: zarzuela grande olvidada en el centenario de su estreno
Por Luis Gutiérrez Serantes.- El 12 de diciembre de 1925, el Teatro de la Zarzuela de Madrid se vistió de gala para acoger el estreno de una obra destinada a convertirse en un referente del género lírico español LA CALESERA.
La música la compone el maestro granadino Francisco Alonso siendo el libreto de Emilio González del Castillo y Luis Martínez Román; zarzuela grande, en tres actos, esta obra no solo reafirmó el talento de sus creadores, sino que también revitalizó el género en una época de cambios sociales y artísticos.
La década de los años 20 en España fue un período de efervescencia cultural y social.
La dictadura de Primo de Rivera marcaba el panorama político, pero la vida cultural, especialmente en Madrid, bullía con un deseo de modernidad que no rehuía sin embargo la tradición castiza. El público demandaba espectáculos que conectaran tanto con la grandeza musical como con el costumbrismo local.
La zarzuela, que había vivido el boom del “género chico”, buscaba ahora la “zarzuela grande”, obras de mayor duración. Francisco Alonso, quien ya había triunfado con “Las corsarias” en 1919, se encontraba en un momento de madurez creativa, dispuesto a ofrecer una obra que aunara la gracia popular con una partitura de grandeza lírica.
El proceso de creación de “La Calesera” implicó un meticuloso trabajo conjunto entre libretistas y compositor. La acción se sitúa en el Madrid de 1832, en los últimos meses del reinado de Fernando VII, un período histórico que ofrecía un marco dramático interesante con conspiraciones políticas, liberales frente a los absolutistas y un ambiente castizo y romántico.
Los libretistas, González del Castillo y Martínez Román, concibieron una trama que giraba en torno a Maravillas, “la calesera”, y su amor por Rafael Sanabria, un joven de buena familia.
El maestro Alonso, al recibir los primeros fragmentos, intuyó el potencial de la historia, pero sugirió dar un giro más teatral al argumento, enriqueciendo los personajes y las situaciones. El resultado fue un libreto hábilmente construido, que mezclaba prosa y verso, y que serviría de base para una música que se grabaría a fuego en la memoria del público.
La noche del 12 de diciembre de 1925, las expectativas eran altas en el Teatro de la Zarzuela. El reparto reunió a algunas de las figuras más destacadas del momento, lo que garantizaba un nivel interpretativo excepcional. Cora Raga encarnó a la protagonista, Maravillas, mientras que el barítono Marcos Redondo muy querido por el público, dio vida a Rafael Sanabria.
La obra fue un éxito rotundo e inmediato. El público, entregado desde el primer acto, aclamó cada número musical. La “Guajira” y, sobre todo, el “Pasacalle de los chisperos”, se convirtieron instantáneamente en himnos que la gente silbaba al salir del teatro.
La vena melódica del maestro Alonso y su habilidad como orquestador quedaron patentes, conectando de lleno con la sensibilidad madrileña.
La crítica del momento se deshizo en elogios, destacando la frescura, el gracejo y la solidez musical de la obra. Alonso fue sacado a hombros al finalizar la representación, un testimonio del triunfo arrollador de su zarzuela.
La trama se desarrolla en el Madrid pre-isabelino, un escenario de intrigas palaciegas y pasiones populares.
Maravillas “La calesera” es una mujer de fuerte carácter, valiente y castiza, que se debate entre su amor por Rafael y las diferencias sociales que los separan, Rafael es un joven liberal, de familia acomodada, que se enamora perdidamente de Maravillas.
Elena es el contrapunto social y romántico de la protagonista, Maravillas, representa a la aristocracia madrileña de 1832 y encarna la rivalidad amorosa por el afecto de Rafael Sanabria.
En la obra no pueden faltar los personajes cómicos Gangarilla y Pirulí artistas que aportan el toque cómico y costumbrista.
Los libretistas introducen como personaje secundario pero importante en esta zarzuela a Luis Candelas basado en el famoso bandolero madrileño amigo de Rafael Sanabria ayudándole a salir de situaciones muy comprometidas, demostrando su amistad y gratitud hacia Rafael.
El personaje de Luis Candelas representa la figura del bandolero romántico y generoso, una especie de “Robin Hood” madrileño, cuya nobleza y lealtad son cruciales para el desarrollo y la resolución de la historia de amor y los enredos de los protagonistas.
El éxito de “La Calesera” trascendió las fronteras hispanas, la obra se representó en París, Lisboa, México y otras capitales latinoamericanas, consolidando la reputación internacional de Francisco Alonso y del género.
La zarzuela “La Calesera” es un ejemplo de cómo cuando se aúna un libreto interesante con una música inspirada, puede llegar al espectador para convertirse en un fenómeno popular y perdurar en el tiempo. La obra se representa muy poco en la actualidad; solo el pasacalle de los chisperos es interpretado en recitales y antologías, demostrando que la música del maestro Alonso tiene plena vigencia y sigue reivindicando la grandeza de la zarzuela con mayúsculas.
Es una pena que el teatro que acogió el estreno de La Calesera el 12 de diciembre de 1925, el teatro de La Zarzuela, se haya olvidado de la obra del maestro Alonso en la programación de la temporada 25/26.
Pero sí es cierto que la Comunidad de Madrid ha programado esta obra lírica en versión de concierto en el festival de verano de San Lorenzo de El escorial, siendo un auténtico exitazo.
En conclusión, el centenario de “La Calesera” no es solo la celebración de un éxito, sino la conmemoración de una obra que, a través de su música y su historia, ha logrado resistir el paso del tiempo, demostrando que La Zarzuela cuando se hace con calidad y autenticidad, se convierte en patrimonio imperecedero.
La Calesera, cien años después, sigue siendo un espejo de un Madrid eterno y una joya de nuestro legado lírico.











