Vox vuelve a hacerle el trabajo sucio a Sánchez
La derecha española arrastra suficientes problemas internos como para permitirse sabotajes desde dentro. Pero una vez más, Vox ha decidido regalarle a Pedro Sánchez justo lo que más necesita: división, ruido y la confirmación de que la oposición es incapaz de actuar unida.
Su negativa a acudir a la concentración convocada por el PP no es un gesto de rebeldía ni una muestra de coherencia: es una torpeza estratégica monumental.
Una rabieta disfrazada de “principios”
Vox presume de pureza ideológica, pero lo que muchos ven es otra cosa: una rabieta calculada, una maniobra para marcar territorio, aunque eso implique dejar a España en manos de un Gobierno que lleva años aprovechándose de la desunión de sus adversarios.
Porque la consecuencia es inmediata: Sánchez sonríe cada vez que Vox decide ir por libre. Y esta vez, la sonrisa tiene motivos de sobra.
Mientras millones de ciudadanos reclaman unidad frente a un Gobierno que ha convertido la política en un ejercicio de resistencia personal, Vox opta por el gesto más inútil y dañino: no estar. No aportar. No sumar. No respaldar una movilización masiva contra los excesos del sanchismo.
Su ausencia no es neutral. No es irrelevante. Es un mensaje claro: su prioridad no es frenar a Sánchez, sino diferenciarse del PP a cualquier precio, incluso si ese precio lo paga el país entero.
Sánchez, agradecido
El PSOE no podría haber diseñado una escena más favorable: la oposición dividida, el PP haciendo el esfuerzo de movilizar a la calle, y Vox dándole munición al Gobierno para seguir repitiendo que la derecha “no sabe qué quiere”.
No hay regalo mejor para La Moncloa que un adversario que se destruye a sí mismo.
Vox se envuelve en un discurso épico sobre la resistencia, la firmeza y la defensa de España, pero cuando llega la hora de demostrarlo, se retira. Se queda mirando. Se aparta para no “contaminarse”.
Mientras tanto, el país observa cómo el principal beneficiado del nuevo desplante es el mismísimo Sánchez, el presidente que dice combatir.
Vox afirma que no se pliega. Pero a los ojos de muchos votantes, lo que está haciendo es rendirse voluntariamente al peor escenario posible: uno en el que la derecha sigue fragmentada mientras el Gobierno continúa avanzando sin freno.
La política real no se gana con discursos grandilocuentes, sino con presencia, estrategia y capacidad de sumar fuerzas. Vox ha elegido lo contrario: una ausencia que huele a irresponsabilidad.
Y lo peor de todo es que este gesto vuelve a dejar claro algo que Sánchez ha sabido aprovechar desde el primer día: la oposición de Vox se lo pone demasiado fácil.












Tampoco el PP es ejemplar. Solo le preocupa conseguir deserciones de los votantes de VOX procurando siempre mantener el repudio a este partido. ¡ Cuanto cuesta reconocerlo ! Es para desanimarse el ver y comprobar que los politicos solo viven de sus juegos
En este partido, como si de un juego se tratara, se debe tirar a puerta contraria, con todos los elementos posibles. Sin embargo, si eliminas al compañero, es uno menos que te puede ayudar
Va siendo hora de que el PP le de una sonora patada a la mafia sanchista y el repugnante banda de sociamierdas.