Tatuajes: la moda que todos siguen y pocos cuestionan
Mercedes Aguilar.- La fiebre por los tatuajes se ha convertido en una especie de ritual moderno que muchos adoptan sin pensar demasiado. Lo que antes era un símbolo de rebeldía, hoy es simplemente un gesto automático, casi un requisito para sentirse “auténtico”. Sin embargo, detrás de esta avalancha de tinta hay una serie de verdades incómodas que rara vez se mencionan, quizá porque incomodan a quienes ya marcaron su piel… para siempre.
La mayoría de las personas invierten más tiempo eligiendo un par de zapatos que decidiendo qué dibujo llevarán grabado en la piel hasta el final de sus días. Sorprende ver cómo algo tan irreversible se toma con una ligereza casi infantil. “Me lo puedo borrar si me canso”, dicen algunos. Pero la realidad es distinta: borrar un tatuaje es caro, complicado y deja marcas. No es un botón de deshacer, es un parche de arrepentimiento.
Salud: lo que la moda intenta tapar
Aunque muchos no quieran admitirlo, introducir pigmentos desconocidos en la piel no es un acto inocuo. Alergias, infecciones, inflamaciones crónicas… pero claro, es más fácil ignorar estos riesgos cuando lo importante es lucir bien en la foto del fin de semana. La idea de que es “totalmente seguro” es un mantra repetido sin cuestionar, como si la tinta fuera una vitamina y no un cóctel químico.
Quienes llevan tatuajes suelen hablar de libertad, individualidad y autenticidad. Pero ¿qué tan individual es hacer exactamente lo que hace la mayoría? La supuesta rebeldía se convirtió en uniforme generacional. Lo que antes diferenciaba, ahora homogeneiza. Muchas personas se tatúan no por convicción, sino por presión cultural: porque “todos lo hacen”, porque “queda bien”, porque temen quedarse fuera de la tendencia.
Un lastre profesional disfrazado de valentía
Aunque suene políticamente incorrecto decirlo, todavía hay trabajos donde un tatuaje visible genera prejuicios. Y por más que a muchos les moleste, no deja de ser cierto. No es conservadurismo: es realidad. Un diseño en el cuello o las manos puede cerrar puertas. Y no, no siempre es discriminación; a veces simplemente es sentido común de una empresa que busca cierta imagen. Un tatuaje puede ser una forma de expresión… pero también un ancla innecesaria.
Pensar antes de seguir la corriente
Los tatuajes no son un crimen, pero tampoco una obligación estética. Si alguien quiere marcarse la piel, que lo haga. Pero que al menos sea producto de una decisión consciente, no de la inercia social. La libertad no consiste en seguir la moda ciegamente, sino en cuestionarla. Y quizá la verdadera rebeldía hoy sea tener la piel limpia mientras el resto del mundo corre a llenarla de tinta.












Pregunten a un cirujano cómo intervendría quirúrgicamente a un tatuado.
Cortar una piel tatuada conlleva grandes riesgos.
Y comprendemos un tatuaje de un legionario o de un marino que ha pasado los trópicos y el ecuador; pero no debemos comprender el tatuaje de una joven que busca trabajo de atención al público en unos grandes almacenes o el de un joven que busca trabajo en una oficina de atención al cliente en general.
Ellos deberán buscarse oro trabajo.
Pigmentos: el plomo de la tinta del taruaje, un veneno. Me lo ha dicho la Chaty – de enciclopedia sirve -: “Sí, algunas tintas de tatuajes pueden contener plomo, un metal pesado que, junto con otros como el mercurio, cadmio y arsénico, puede ser tóxico y viajar desde la piel hasta los ganglios linfáticos. La presencia de plomo y otros metales pesados en las tintas es motivo de preocupación, ya que la falta de una regulación estricta puede poner en riesgo la salud, causando problemas neurológicos, renales y alérgicos, entre otros. – Riesgos asociados al plomo y otros metales pesados… Leer más »
tatuajes*
Por los tatuajes se desprende el CI de la persona, no es necesario test.