Uy, yo no dormiría muy tranquilo…
Luís Ventoso.- Estoy un poco preocupado por ti, y eso que mis simpatías por tu figura son similares a las que tiene Gandalf por Sauron, o Tebas por Florentino. Lo tienes que estar pasando fatal, a pesar de la fachada mendaz de la sonrisa siempre afable. Imagino que muchas noches te despertarás sobresaltado, que te resultará imposible dormir de un tirón. Las madrugadas se te harán largas. Habrá algunas de agónico duermevela, donde te preguntas qué pasará si al final ocurre lo peor. Saldrían a la luz todas las andanzas que hasta ahora has conseguido tapar con una habilidad que te reconozco. En la peor de las hipótesis incluso existirían riesgos penales. Imagínate qué tremendo final tras una trayectoria como la tuya…
Lo sé. Es cierto que a veces Trump amaga y luego no acaba de dar. Pero a pesar de ello ya están ocurriendo cosas. Tú lo ves, como cualquiera que ojee un informativo de televisión o los periódicos (además, te lo estarán contando de primera mano, y entre lamentos, tus importantes contactos en la oficialidad de Venezuela).
Cada semana, una planeadora del narco venezolano atiborrada de mercancía es bombardeada por las fuerzas navales de Estados Unidos. En paralelo, aumentan los comentarios oficiales del Pentágono en relación con lo que están cociendo algo contra la dictadura de Venezuela. Y como guinda, el Departamento de Estado de EE.UU. ha declarado terrorista al presidente venezolano, el dictador Nicolás Maduro, con quien tú mantienes una cordial relación que data ya de años. Los estadounidenses, que siguen siendo la primera potencia del mundo –a pesar de sus problemas y aunque a ti te pese–, creen que el gran agente del narcotráfico venezolano es el propio ejército a través del llamado Cartel de los Soles, en cuya cúspide sitúan a Maduro y Cabello junto a jerarcas militares.
Los americanos son un poco noveleros en su puesta en escena, sí. Han distribuido un cartel de Reward donde ofrecen 50 millones de dólares a quien aporte una pista que conduzca a la detención del «líder del grupo terrorista global del Cartel de los Soles», léase Nicolás Maduro. A buena parte del público se le escapará una sonrisa viendo ese pasquín al modo de los que se editaban para perseguir a los forajidos del viejo Far West. Pero me temo que a ti te entrarán sudores fríos al verlo, toda vez que el narcodictador por cuya cabeza ofrecen 50 millones de dólares tenía –y tiene– las mejores relaciones contigo, hasta el extremo de que te reservaba para tus estancias caraqueñas un lujoso y amplio apartamento oficial, donde en teoría despachabas tus labores de «mediación internacional» (léase negocios que no se pueden contar).
Ay, las amistades peligrosas tienen estos riesgos. Te crees enormemente listo. Piensas que puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo con tu voz grave y bien modulada y con la seriedad con que solemnizas simplezas y exabruptos. Crees que uno puede dedicarse a blanquear a una narcodictadura, como has hecho tú durante años, sin que nadie sospeche sobre tus firmes lazos con ella. Pero surge un imprevisto (Trump) y el castillo de naipes se tambalea. El madurismo está empezando a sudar tinta y el remolino de su ahogamiento puede arrastrarte.
Has hecho bien en diversificar el negocio y buscar nuevos mercados en el otro extremo del mundo, en el Lejano Oriente, en la poderosa China. Pero como al final Trump acabe con Maduro, te vas a quedar en paños menores (y a lo peor hasta con una cadena atada al tobillo y un pijama de rayas).
Imposible pisar todos los charcos sin salpicarse jamás. Y tú has pisado uno de los peores del planeta. Estás metido en un buen lío.












