Con este PSOE, imposible
Luis del Val.- Si la muerte de Franco hubiera sucedido con un PSOE semejante al que lidera Pedro I, El Mentiroso, la Transición hubiera sido imposible. Menos mal que, ese 20 de noviembre, el actual líder del PSOE andaba por la edad de los tres años y medio, lo que le permitió librarse de sufrir a la Dictadura.
El PSOE de entonces, tampoco era todavía muy socialdemócrata, y había rechazado unirse a la Junta Democrática, en la que se juntaron desde Carrillo a personalidades del Opus Dei y de la Democracia Cristiana. Unos meses más tarde, el escaso PSOE de Felipe González, se unió a la Plataforma de Convergencia Democrática, junto con UGT, y en la que se encontraban el Movimiento Comunista de España, El PNV, y el Partido Carlista, entre otros. Tras la muerte de Franco, la Junta y la Plataforma decidieron agruparse en los que les unía a todos: lograr que España fuera un país democrático, objetivo que se cumplió gracias a la firme voluntad de Juan Carlos I.
El PSOE del 75 creció desmesuradamente tras la muerte de Franco, y es que muchos socialistas no se habían dado cuenta de que lo eran hasta que no fue enterrado el Dictador. (Sucedió lo mismo con muchos demócratas de derechas, circunstancia bastante comprensible, porque los antifranquistas que, entonces, daban la cara eran los comunistas, y les rompían la cara, y los metían en la cárcel). Cuando Santiago Carrillo dijo aquello de “no vengo a nacionalizar las mercerías”, y se mostró dispuesto a reconocer lo evidente -a un rey sin cuyo protagonismo nos hubiéramos ido al caos, otra vez- Felipe González comenzó una difícil y gran labor, que consistió en erradicar el marxismo para que el socialismo español se pareciera a la socialdemocracia alemana, y no al PSOE revolucionario de 1934.
Luego, ya saben, llegó Rodríguez Zapatero, y el PSOE dejó de mirar al futuro, y volvió a mirar al pasado, a la Guerra Civil. Después, Pedro I, El Mentiroso, volvió a formar el Frente Popular, que robó las elecciones de 1936: socialistas marxistas, comunistas, separatistas y el anarquismo del XXI compuesto por Podemos, con el añadido de admiradores del los asesinos terroristas. Y, en esas estamos: en los muros, en que todo lo que no sea izquierda es fascista, en que el contrincante es un enemigo, en la corrupción más repugnante, y en que el Gobierno desprecia a más de la mitad de los españoles porque no les caen bien los terroristas, los separatistas, los marxistas, los corruptos y los mentirosos. ¡Menos mal que había otro PSOE! Y esperemos que vuelva… o desaparecerá como sucedió en Francia y en Italia.











