El aborto no es un derecho, es una tragedia
Carlos Aramburu Bayona.- Desde el instante en que un óvulo es fecundado, existe un nuevo ser humano. La ciencia no deja lugar a dudas: ese embrión tiene su propio ADN, su propio crecimiento y su propio destino. No es una “parte del cuerpo” de la madre, es otro ser humano que depende de ella para vivir, como todo recién nacido depende de los cuidados de un adulto.
Por tanto, el aborto no es un simple acto médico; es la interrupción de una vida humana inocente.
Ahora bien, algunos argumentan que el aborto es un derecho de la mujer sobre su cuerpo. Pero recordemos: la libertad de uno termina donde empieza la vida de otro. Nadie puede tener derecho a decidir sobre la vida de otro ser humano. Y el hijo por nacer, aunque aún no pueda hablar, también tiene voz: la voz silenciosa de su existencia.
Además, el aborto no solo termina con una vida, sino que hiere profundamente a la mujer que lo vive. Numerosos testimonios muestran las consecuencias emocionales, psicológicas y físicas que deja el aborto. Muchas mujeres después de abortar sienten culpa, tristeza y arrepentimiento. La sociedad debería ofrecerles apoyo, no la falsa salida de la muerte.
Defender la vida no significa ignorar el dolor, la pobreza o las circunstancias difíciles. Significa afrontarlas con compasión y responsabilidad. En lugar de eliminar al más débil, debemos fortalecer a las madres, acompañarlas, brindar educación, asistencia médica y oportunidades. La solución nunca es destruir una vida, sino protegerla y ayudarla a florecer.
Y finalmente, recordemos que el derecho a la vida es el fundamento de todos los demás derechos. Si negamos ese derecho al más indefenso, ¿qué nos queda como sociedad? ¿Quién decidirá después quién merece vivir y quién no?
Por todo esto, el aborto no es un derecho, es una tragedia. Y como sociedad, tenemos el deber moral de proteger al inocente, apoyar a la madre y construir juntos una cultura que abrace la vida, no que la elimine.












Brillante artículo, muchas gracias. Es una tragedia, un crimen y una desgracia diabólica.
Artículo totalmente certero y que debería ser de obligado cumplimiento. Se persigue la acción de matar a un semejante, pero se ignora la misma si es un neonato, que ni puede defenderse ni siquiera suplicar por su vida. Además de un crimen es una cobardía, impropia de un ser humano. Ni los animales lo practican.