La monarquía española se desangra por su abrazo al “sanchismo corrupto”
Bajo el reinado de su padre, por culpa de la corrupción, la monarquía española se deterioró y perdió adeptos, pero con Felipe se ha incrementado la sangría y la huida de los monárquicos, indignados ante la connivencia del monarca con el sanchismo corrupto.
Las imágenes del rey sonriente al lado de Pedro Sánchez provocan rechazo masivo en las derechas y entre los demócratas españoles, muchos de los cuales han dejado de respetar la Corona.
En el 50 aniversario de la restauración monárquica, España debería celebrar un hito de estabilidad y unidad. Sin embargo, la Corona emerge no como pilar de la democracia, sino como un cadáver andante, herido de muerte por las decisiones de su actual titular.
Felipe VI ascendió al trono prometiendo “ejemplaridad” tras los escándalos de su padre Juan Carlos I, pero ha optado por un camino peligroso de connivencia con el Gobierno de Pedro Sánchez, un Ejecutivo lastrado por una cascada de casos de corrupción que han salpicado a su familia, ministros y allegados.
Las imágenes del rey sonriente junto al presidente, como las captadas en la ONU en septiembre de 2025, no son meras anécdotas: son el símbolo de un monarca que, en lugar de arbitrar por encima de la política, se ha convertido en su cómplice involuntario.
Felipe VI está cavando su propia tumba —y la de la monarquía— al priorizar la supervivencia institucional sobre la integridad moral.
No pocos sectores conservadores y monárquicos tradicionales ven en el reinado de Felipe VI no una renovación, sino un acelerado declive. La Corona está sangrando y esa sangre no es una anécdota aislada, sino el síntoma de una erosión estructural de envergadura.
Bajo Juan Carlos I, la monarquía pasó de baluarte de la Transición a un escándalo continuo: los cobros opacos de Arabia Saudí (100 millones de euros que él mismo califica ahora de “error grave” en sus memorias), el safari de Botsuana en plena crisis económica y las investigaciones fiscales que lo llevaron al exilio en Abu Dabi en 2020.
Felipe VI heredó un trono inestable, pero en lugar de blindarlo con neutralidad férrea, ha optado por una proximidad con Pedro Sánchez que muchos perciben como connivencia. Las fotos sonrientes junto a Sánchez —como las de la ONU en septiembre de 2025, donde compartieron “momentos de relajación y risas” tras el discurso real— han sido dinamita para la derecha. VOX y sus afines las han calificado de “panfleto socialista globalista” escrito por Moncloa, acusando a Felipe de estar “abducido” por el Gobierno.
La sentencia “Quien no es buen hijo tampoco puede ser un buen rey” es poderosa y certera. Las memorias de Juan Carlos, “Reconciliación” (publicadas el 5 de noviembre en Francia, con ediciones españolas en diciembre), son un ajuste de cuentas brutal. Él viejo monarca describe el retiro de su asignación (194.232 euros anuales) en 2020 como “insensibilidad” de Felipe: “Este anuncio significa que me rechazas. No olvides que heredas un sistema que yo he construido”.
Las memorias informan que apenas puede ver a las hijas del matrimonio Felipe-Leticia, lo que constituye una crueldad para un abuelo y el dardo a Letizia es letal: “No ayudó a la cohesión familiar…”.
Es evidente que las memorias publicadas revelan una Corona fracturada y la ruptura real entre padre e hijo.
La izquierda y la derecha abandonan la Corona, la izquierda porque la considera anacrónica y caduca, a pesar de que usa la Corona para legitimar la agenda y su régimen corrupto, y la derecha porque está frustrada por el “amor” de Felipe al corrupto de la Moncloa.
Si en 2014 el 62% apoyaba la monarquía (CIS), hoy es el 45%, con picos del 30% en Cataluña y Andalucía.
Felipe VI, al abrazar sonriente al sanchismo corrupto, no salva la Corona: la condena a muerte por blanqueo institucional.
¡Dios salve al Rey sanchista! porque lo necesita.












Una más de las miles de fotos de la vergüenza.
La monarquía borbónica siempre ha sido muy atenta con el socialismo. Y en su comportamiento actual, hay que ver los “baños de realidad” que en este sentido nos está dando.
Cuando alguien se patea en la mierda, es visto que no huele a rosas. Felipe VI me decepciono hasta tal punto, que lo veo como un parasito para la nación.
Tampoco hay que olvidar “el amor” que siente el Marido de Leticia por la distopica Ag2030 y sobre todo por sus diseñadores y promotores .
Es un tema que ya se venia venir
Cuando este ya no sea rey veremos que sale de debajo de las alfombras
A esta Monarquia le da todo igual de como este el pais y los españoles sabe que alla donde vaya sera un clamor de gente que en ese momento misteriosamente ya no tiene ningun problema
Un Jefe de Estado que manda a sus hijas a Universidades extranjeras ya demuestra el nulo interes por las excelentes Universidades Españolas
Entre otros asuntos
Es muy triste pero es la autentica realidad de una Monarquia totalmente pasiva y ausente
Las manda fuera, a la nenas, porque no saben ni leer. Pa muestra el botón de la ” futura reina” en los premios Princesa de Asturias. Es un teatro todo
Eso “excelentes Universidades Españolas” hay que ponerlo entre comillas. De todas formas, es lo que hay. Pero un representante del estado o representante público, desde un concejal de pueblo hasta Su Majestad, no pude desprestigiar los organismos que representa. Y si tu hijo-a tiene que asistir a una universidad española, por muy mala que sea, allí tiene que estar, por que es tu corresponsabilidad.
EL REY DE LOS SOCIALISTAS
El rey de los socialistas tiene corona Franquista,
que fue Franco quien los puso en el trono, creyendo que eran franquistas.
Pasado el tiempo; creen que su corona depende de los socialistas.
Ya reinas para unos pocos, muchos españoles ya te miran de lado,
pues les has espantado viendo cómo te has escaqueado de todo lo que está pasando.
Reinarás para el socialismo hasta que dejes de reinar cuando la tercera republica te venga a visitar desde el país vasco y Cataluña.
Pues todo podría ser. La cosa no pinta bien, pareceme que necesitamos unas más que evidencias. Cuando al final de una obra de teatro, el público no añade sus aplausos, es una evidente falta de entusiasmo. Quizá estamos esperando lo imposible.