El PP no puede esperar a que Feijóo aprenda a ser líder mientras Sánchez gobierna sin oposición
AR.- Alberto Núñez Feijóo prometía ser el revulsivo del PP. El gestor sensato, el gallego prudente que iba a poner orden en la derecha y plantar cara a Sánchez. Pero el mito se derrumbó en cuanto pisó Madrid. Detrás del traje gris y las frases templadas no hay un líder, hay un político desorientado que no entiende el pulso del país ni sabe marcar el ritmo de la oposición.
Lo que ha hecho hoy Feijóo le invalida como líder. Torpe y sin reflejos, ha elegido el peor día posible para que Mazón explicite su renuncia a la Presidencia de la Generalidad, opacando en portadas y tertulias el comienzo del juicio contra el fiscal general del Estado.
Feijóo no inspira, no convence, no lidera. Es un opositor que llega tarde a todo, que cambia de discurso según sople el viento y que se esconde detrás de declaraciones vacías cuando el momento exige claridad y coraje. No da la talla. Y cada día que pasa, sus potenciales votantes lo saben más.
Alberto Núñez Feijóo ha agotado, en tiempo récord, el crédito político con el que desembarcó en Madrid. Se presentó como el gestor eficaz, el hombre moderado capaz de devolver al Partido Popular la centralidad perdida. Hoy, apenas dos años después, su liderazgo se tambalea, su discurso se diluye y su autoridad interna es cada vez más frágil. Feijóo no da la talla como jefe de la oposición. Y lo que es peor: parece no darse cuenta.
El principal error del líder popular ha sido confundir la gestión con el liderazgo. Galicia no era España. Gobernar una autonomía tranquila no equivale a enfrentarse a un presidente que domina los tiempos, el relato y los resortes del poder con precisión quirúrgica. Feijóo creyó que bastaba con la prudencia y la corrección para derribar a Sánchez. Se equivocó. En la política nacional, la tibieza se paga cara.
Su fallida investidura marcó un antes y un después: quedó al descubierto la falta de estrategia, la carencia de reflejos y la impotencia de un proyecto que no sabe a dónde va. Desde entonces, Feijóo ha encadenado tropiezos, rectificaciones y una alarmante incapacidad para marcar agenda. Su discurso se repite, su mensaje se diluye, y su imagen, lejos de crecer, se apaga.
El PP vive en una contradicción permanente: necesita una oposición sólida, pero su líder no ofrece ni firmeza ni claridad. Feijóo parece atrapado entre la nostalgia de la vieja política y el temor a la nueva. Su relación con Isabel Díaz Ayuso es el mejor ejemplo: una tensión mal disimulada que evidencia quién marca de verdad el pulso político en la derecha. No es Feijóo.
España necesita una oposición de Estado, capaz de fiscalizar al Gobierno y ofrecer una alternativa creíble. Pero Feijóo no ha estado a la altura de esa tarea. Su indecisión se ha convertido en rutina, su falta de coraje en signo distintivo. Cada intervención pública suya refuerza la sensación de que el líder popular no lidera, sino que administra su propia irrelevancia.
Feijóo tenía una oportunidad histórica. La ha desperdiciado. Y en política, las oportunidades que se pierden no vuelven.
El PP no puede esperar a que Feijóo aprenda a ser líder mientras Sánchez gobierna sin oposición,












La tibieza en politica se paga cara: “calienta Ayuso que sales”
y Cayetana. Esas dos, por favor.
Para quien trabaja Feijoo? Para el SOEZ. De hecho, lo voto en su día. Blanco y en botella
¡Sea más explícito y mójese! Ambos trabajan para la Sinagoga de Satanás desde sus inicios.
Ya me moje bastante con mi comentario. Eso de la Sinagoga de Satanás, que usted dice y afirma, yo lo desconozco. De Satanás no se nada. Lo sabrá usted.
La verdad es que ambos trabajan para la Agenda 2030
Feijoo, no vale para gobernar, debería apartarse, y dejar alguien de competente para presentarse a la presidencia.
Para multar a los puras sangre si que vale.
Ambos ceporros cuelgan de los mismos hilos, cuando sus amos ( Mafia Globalista) consideren que PS ya esta quemado pondran al gallego para que todo siga mas o menos igual y sus agendas sigan avanzando .
El tiempo de la política se ha terminado. Y no volverá
Porque ya no hay valores, ni principios, ni compromiso.
Porque ya no hay referentes, ni Historia, ni identidad.
Cuando empezaron con lo de “marca España” ( a quien se le ocurre introducir semejante ocurrencia) a aquella nación indómita . brava,
heroica y mística. entendí que algo muy grave estaba pasando…
Por eso ahora lo que hay es una farsa, y nada más.
Pero lo permitimos, lo toleramos, lo consentimos
El problema es que no surge un “Viriato”, o un “Pelayo”, Y hasta con un Rodrigo Diaz, nos npodríamos apañar. Y ya con un “Caudillo”, sería la hostia. Españistán quedaría limpia de polvo y paja