Sánchez fue al Senado ‘chungo de papeles’
Antonio Jiménez.- Dado el nulo respeto que de entrada manifestó Sánchez por los senadores y la comisión que le citó para intentar aclarar detalles sobre su grado de implicación y conocimiento acerca de las corruptelas familiares y de su partido, solo le faltó decirles a sus señorías lo mismo que un director general de Canal Sur soltó en el Parlamento andaluz en una sesión de control: «no me pregunten mucho que vengo chungo de papeles». Y en efecto, Sánchez acudió a la comisión senatorial sin ningún papel o documento que avalara sus muchas y evasivas respuestas, evitando no caer en la mentira pero tampoco decir la verdad.
Qué memoria más frágil la de Sánchez, «no lo recuerdo o no me consta», para no comprometerse legalmente ante un testimonio falso, sin responder a cuestiones concretas y puntuales relacionadas con las andanzas corruptas de su mujer, su hermano y sus tres cuates del Peugeot. En cambio, con qué precisión selectiva señalaba la paja de la corrupción en el ojo del PP, mientras eludía las respuestas relativas a la viga que atraviesa el suyo, apelando a la estrategia del «y tú más».
Nada cabía esperarse de su comparecencia en el Senado salvo constatar, una vez más, el desahogo, la chulería y la desvergüenza de un filibustero de la política, sin escrúpulos, que contó con el servil apoyo de los palmeros Frankenstein, cuyos portavoces, (menudo papelón vergonzante el de Compromís proclamando que era una ignominia que Sánchez hubiera sido llevado a la comisión), hicieron de alfombra confortable sobre la que se ciscó con sus descalificaciones en la Cámara Alta y en la comisión investigadora, a la que tildó de «comisión de difamación» y asoció con un circo en cuya pista las únicas risas que se escucharon fueron las suyas.
Risas que denotaban nerviosismo en algunos casos y choteo y burla en otros con el propósito de desacreditar las cinco horas de la comparecencia e identificar a la citada comisión senatorial, cosa que hizo, con su recurrente máquina del fango impulsada por la derecha y los seudo medios, empeñados en difundir bulos contra su familia y su partido para sacarlos de la Moncloa.
Cualquiera diría que a estas alturas de la película Sánchez todavía desconoce que su hermano está pendiente de sentarse en el banquillo y ser juzgado. Que su mujer sigue imputada por cinco delitos sobre los que acabará siendo juzgada de todos o de parte de ellos, y que tiene a uno de sus exsecretarios de organización socialista en la cárcel y a otro, al que encumbró de ministro, caminito de ella.
Sánchez debería ser consciente que insistir en pasarse por una víctima de los bulos difundidos por supuestas máquinas enfangadas en manos de perversos políticos y periodistas de la derecha ya no cuela. Y que tampoco es creíble que una minoría de jueces, a los que descalifica porque casualmente son los que instruyen las causas corruptas de su entorno y del PSOE, hagan su trabajo motivados políticamente contra él con el fin de echarlo del gobierno, como de nuevo sugirió.
Los indicios delictivos, sólidos y contundentes, que convergen en esas causas acreditan el trabajo eficaz de una policía judicial, la UCO de la Guardia Civil, a la que ni Sánchez ni Marlaska han conseguido desactivar, aunque están en ello, como hicieron con la UDEF de la Policía Nacional. ¿Recuerdan cuando Pujol exclamó, «¡qué coño es eso de la UDEF!», la unidad policial contra la corrupción de delitos económicos que investigó la corrupción de su familia, los «pujolone», y también del PP? Pregúntense después por qué esa unidad policial está fuera de circulación y anulada por Interior.
Echó en cara al portavoz popular que no respetara su presunción de inocencia y la de su familia mientras atacaba a Isabel Díaz Ayuso y a su hermano por haber cobrado de una operación de compra de mascarillas en la comunidad madrileña durante la pandemia, ocultando que la Fiscalía Anticorrupción archivó el caso tras investigarlo en 2022 y concluir que no se había cometido delito alguno.
Utilizó al Senado como ejemplo de normalidad para justificar el pago en efectivo, que él también admitió haber cobrado en el PSOE, obviando que el dinero de la cámara alta que se entregaba en metálico a los senadores no ofrece duda alguna sobre su procedencia legal mientras que el del PSOE está cuestionado; sin descartarse aún una posible financiación ilegal y la hipótesis sugerida por el Supremo de que en la sede socialista de Ferraz pudieran haberse blanqueado las «chistorras y lechugas» procedentes de las comisiones y mordidas de Ábalos y Cerdán.
Esa tendencia de Sánchez a comportarse como un trilero o un Houdini, que se presentó en el Senado como alguien ajeno al muladar que le cerca y como un pobre niño que no tiene culpa de nada al que le roban el bocadillo en los recreos del colegio, como le definió el portavoz de Junts, podrá escaparse del control de la comisión como hizo el jueves, pero no de la acción de la justicia cuyas sentencias terminarán condicionando su vida política y personal. Y si no, al tiempo.











