Sánchez comparece en el Senado para hablar de todo… menos de lo que se le preguntaba
AD.- La comparecencia de Pedro Sánchez en la comisión de investigación sobre el denominado Caso Koldo ha sido presentada como un ejercicio de rendición de cuentas. Sin embargo, la realidad es que estuvo plagada de evasivas, de demoras esperadas y de gestos que más parecen tacticismo político que claridad.
Sánchez convirtió el Senado en su mitin personal y esquivó las críticas con propaganda.
Durante la comparecencia, Sánchez admitió que “en alguna ocasión” pudo haber recibido dinero en efectivo del partido para “liquidar gastos, siempre contra factura”.
La frase es llamativa por varias razones:
Primero, admitir que se han usado pagos en efectivo, lo cual por definición dificulta el seguimiento transparente.
Segundo, el apelativo “siempre con factura” es una promesa de regularidad, pero no elimina la sospecha de opacidad ni responde al fondo: ¿por qué era necesario usar efectivo?
Tercero, la afirmación de que nunca fueron “más de 1.000 euros” aparece como intento de acotar el daño, pero no garantiza que el mecanismo estuviera libre de irregularidades
Al inicio de su intervención, Sánchez no dudó en calificar la comisión de investigación como un “circo” o una “comisión de la difamación”.
Durante su comparecencia optó por el enfrentamiento simbólico (“yo vs ellos”) en lugar de responder al fondo y al escrutinio.
Menospreció en todo momento el instrumento parlamentario que tiene el propósito de investigar posibles irregularidades, lo cual puede interpretarse como una estrategia de deslegitimación antes que de transparencia.
Por otra parte, Sánchez intentó distanciarse de personas en su entorno, afirmando que el exministro José Luis Ábalos fue de su “máxima confianza” pero que sus “hábitos personales” le repugnaban.
Este tipo de distanciamiento resulta poco creíble: si alguien está bajo sospecha y fue de tu confianza, asumir responsabilidad mínima es insuficiente. Es una forma de decir “yo no sabía” o “yo no estaba al tanto”, lo cual, en la práctica, diluye la clara rendición de cuentas que debería exigirse.
La comparecencia se dio en un contexto en que la Comisión Europea ha cuestionado la pasividad del Gobierno ante la corrupción y ha señalado que España sigue sin una estrategia nacional anticorrupción.
Naturalmente, ya no basta con negar irregularidades: se necesita una hoja de ruta creíble, medidas concretas, responsabilidades definidas. Pero la actuación en el Senado no dio esa sensación: hubo muchos argumentos defensivos, muy pocas autocríticas, casi ningún anuncio concreto.
La comparecencia de Pedro Sánchez no supuso un ejercicio limpio de rendición de cuentas. Más bien fue un monólogo estratégico en el que se buscó vaciar la comisión de contenido y sustituirlo por gestos retóricos, distanciamientos y relatos de legitimidad.
El gran problema es que cuando un presidente titula la comisión como “circo”, reconoce implícitamente que el trámite está diseñado para otra cosa —y que él lo convierte en un espectáculo a su medida. Y eso, en una democracia madura, no es satisfactorio.
Lo que vimos fue una comparecencia de apariencias. Y en eso, es justo decir que no convenció.












El Mentiroso es un “hijo de Satanás -Lucifer para los masones- Padre de la Mentira” Juan 8: 44. Y siempre saldrá alguno con eso que el Mentiroso “se ríe de los españoles”: no se ríe de los españoles, se ríe de los que votaron a sus representantes políticos. Voté NO a la Constitución por su satánico artículo 15. Y en un segundo lugar porque estaba muy claro que se volvería a las tribus, naciocitas de primera clase, de segunda, de tercera, de… España crea y cuida sus propios problemas tribales; dos ejemplos: España tiene problemas con los territorios de vascos… Leer más »