LAS TRES NOSTALGIAS DE LA ANTIESPAÑA
Andrés Palomares.- Hace un tiempo alguien hablaba de la “nostalgia republicana” (no recuerdo quién ni en qué contexto), ese sentimentalismo anacrónico por una época pasada, que moviliza a esta izquierda trasnochada de memoria hemipléjica, una “nostalgia republicana” que está en el origen de muchos desórdenes (tanto mentales como físicos) y violencias (tanto políticas como intelectuales) que ha sufrido España en los últimos tiempos y que alimenta un resentimiento cargado de amenazas en los sectores afectados por esa visión de las cosas.
“La nostalgia es una dulce herida que anhela los ecos perdidos del ayer, un refugio contra las heridas del presente y los asaltos del pasado. Un lamento sutil por lo efímero que evoca un paraíso perdido en el tiempo…” Este es el lenguaje de los poetas (con la ayuda de Grok).
Pero cuando hablamos de nostalgias políticas, es normal que las alarmas suenen. No hay nostalgias políticas e históricas inocuas ni inocentes. ¿Qué estamos añorando aquí? ¿Qué pasado echamos de menos, qué historia queremos reeditar, qué herida antigua buscamos aliviar, y de qué manera?
Es interesante y significativo comprobar que en España confluyen hoy varias nostalgias de naturaleza similar —y de marcado carácter antiespañol—: la nostalgia republicana, la nostalgia nacionalista (separatismos varios) y la nostalgia islámica.
En distintos momentos, España se ha enfrentado a los asaltos de sus tres grandes enemigos históricos: el islam, la izquierda y los separatistas. Los conflictos de España con otras naciones (europeas u otras) son de un orden completamente diferente, y por eso los dejaremos de lado en esta ocasión. El islam, la izquierda y los separatismos fueron (y son) enemigos internos y operaron (y operan) desde el corazón mismo de España, aunque el factor externo nunca estuvo (ni está) fuera de la ecuación.
A lo largo de la historia, estos tres movimientos han intentado varias veces aniquilar a España, destruirla y sustituirla por otra cosa: no sólo combatirla (como hicieron algunas naciones por diversos motivos territoriales, dinásticos, coloniales….), sino desmantelarla, hacerla desaparecer, borrar una idea y extinguir una memoria, hacer tabla rasa de una existencia multisecular y sobre ese campo de ruinas intentar la quimera de levantar otro edificio que no tuviera nada que ver con el anterior, con otra estructura, con otra apariencia, con otro contenido, con otra función, con otra alma y destino. No es que quieren heredar el inmueble existente para reformarlo y mejorarlo a gusto y paladar, es que quieren volarlo hasta los cimientos para dejar un solar vacío dónde instalar otra arquitectura. Que nada quede en pie de lo que fue (y todavía es… ¿por cuánto tiempo?)
Hoy vemos surgir en el horizonte una especie de alianza entre estos tres movimientos, que comparten, si no un objetivo similar, si un enemigo común: la España eterna, la España en su tradición, su cultura, su historia, su personalidad, su esencia, su singularidad, su permanencia…
No es, por lo tanto, el amor lo que une a estos tres compinches, sino un odio compartido. Y ese odio es tan fuerte y persistente que les hace poner en segundo plano sus diferencias reales (que no son pocas ni menores), aparcándolas hasta una mejor ocasión. El oportunismo y la necesidad de sumar fuerzas y acumular recursos es lo que determina esa extraña alianza : el matrimonio de la carpa y el conejo, una unión imposible. Pero ellos están en las primeras etapas de esa empresa y las desavenencias inevitables entre ideologías y cosmovisiones tan distantes, que vendrán sin remedio, no parece inquietarlos de momento. Están en el cortoplacismo y sólo ven los beneficios inmediatos que esto les puede reportar para hacer avanzar su agenda.
Estas nostalgias señaladas no son unas añoranzas inocuas, sentimentales, platónicas, unas tristezas que no salen del íntimo ámbito personal. No son ensoñaciones poéticas o literarias, sino elaboraciones teóricas y movimientos políticos basados en unas ideologías determinadas, con unos programas de acción concretos, con unos objetivos claros y con unos procedimientos que varían según las circunstancias : un plan de acción diseñado etapa por etapa.
En cada una de ellas late la misma pulsión: la de regresar a un tiempo idealizado, a un momento que la historia clausuró pero que ellos se niegan a aceptar como concluido.
Los nostálgicos de la República sueñan con volver a recuperar su paraíso perdido (volver al 1939), los separatistas catalanes sueñan con volver a su mítica independencia arrebatada (1714), (los nacionalistas vascos no han salido del Cuaternario), los islamistas sueñan con volver a recuperar su llorado Al-Ándalus (1492). Volver al momento en que fueron desterrados de su Edén terrenal.
La república, la independencia y el califato: así se llaman las tres nostalgias que alimentan esa voluntad de rehacer la historia. Son tres versiones de una misma idea: la expulsión del Paraíso. Para sus seguidores, 1939, 1714 y 1492 marcan las fechas en que la historia se detuvo. No son fechas, sino heridas abiertas y sueños truncados, derrotas nunca digeridas que demandan reparación a manos de los herederos de los derrotados de antaño.
Estos son los tres proyectos en marcha actualmente para los enemigos de España. Tienen como punto en común en que son fuerzas disolventes, que desunen, que rompen, que dividen, que enfrentan… Estas tres variedades de nostálgicos quieren resolver sus añoranzas a su manera, arreglarles las cuentas al pasado: sajar el absceso que para ellos es España.
Unos buscan su alteración completa mediante de un cambio radical de régimen, otros quieren un cambio mediante la partición de la patria común, los otros quieren su eliminación total y su reemplazo por otra civilización. Estas tres corrientes se unen ante el enemigo común que es España. No es tanto el afecto o la simpatía lo que les acerca los unos a los otros, sino la voluntad de sumar fuerzas para echar a tierra el objeto de sus comunes odios, resentimientos y deseos de revancha. La muerte de España es su objetivo común.
España es el obstáculo que han de barrer del camino. Estos tres proyectos no son posibles “en España”, “dentro” de España, sino por encima de ella, por fuera de ella. Para su realización, España debe desaparecer y dejar el terreno libre. La antiEspaña exige su extinción.
Es muy significativo y totalmente esclarecedor del andamiaje mental de estas tres corrientes (doctrinas) sus respectivos discursos que tratan permanentemente de los acontecimientos del pasado como si fueran actuales. Los izquierdistas hablan de la Guerra Civil como si fuera algo que ocurrió ayer por la mañana, los separatistas catalanes están bloqueados en su 1714 (la tribu abertzale ni se sabe si ante o después de los dinosaurios), los islamistas se han quedado estancados en el año 1492. Para todos ellos, el periodo de tiempo que va desde la pérdida de sus respectivos paraísos hasta hoy no cuenta, no vale, no sirve. Todo pasó ayer, es actual, la herida está fresca, la sangre mana todavía. Esas “injusticias”, esas “humillaciones”, son intolerables, insufribles, insoportables, y reclaman castigo, venganza, reparación. En eso están. España cuenta en esas tres corrientes a sus enemigos jurados.
El reloj de los izquierdistas (podemitas, comunistas y similares, y no pocos socialistas) está parado en el año 1939. El reloj de los nacionalistas catalanes está parado en el año 1714 (el de los nacionalistas vascos está parado en los tiempos de María Castaña, antes del diluvio universal). El reloj de los islamistas está parado en el año 1492. Todos quieren volver a esa hora fatídica en que fueron expulsados de la historia, y reiniciar su andadura truncada.
Estas tres corrientes —cada una en su momento y con sus propias circunstancias— han puesto en cuestión, una y otra vez, la existencia misma de España. Son las mismas que, en distintos periodos, la ensangrentaron con su violencia: el terrorismo de izquierda (Grapo, Frap y otros), el terrorismo separatista (ETA, Terra Lliure y afines) y el terrorismo islámico (Al-Qaeda, Estado Islámico y las siglas que hoy lo suceden). Lo hicieron, y todo indica que lo quieren volver a hacer, que vamos hacia ese escenario.
La diferencia con el pasado es la confluencia actual: lo que antes surgía en tiempos distintos, ahora actúa de forma simultánea. Si no marchan de la mano, lo hacen al menos codo con codo, coincidiendo en el mismo espacio y en el mismo tiempo histórico.
España logró derrotar a estas fuerzas en otras épocas, pero hoy vuelven a levantar cabeza, siguiendo los mismos caminos ya recorridos, con los mismos proyectos y la misma voluntad de imponerlos.
Para cada una de ellas, su proyecto es la reconstrucción de su paraíso perdido, la reedición de una época dorada idealizada: 1939, 1714 o 1492. Ese pasado congelado durante décadas vuelve a descongelarse al calor de nuevas realidades: la radicalización izquierdista, el delirio separatista y la ofensiva islámica que ya está en marcha. Originados en ideas distintas confluyen en un objetivo común y comparten un mismo carácter antiespañol.
Esas “tres nostalgias”, salidas ya del territorio exclusivo de la ensoñación y las elucubraciones de minorías recluidas en sus frustraciones insuperables, en su resentimientos indigeribles y en sus odios encallecidos, anuncian amenazas y peligros en los tiempos revueltos que asoman en el horizonte.
Para tener una idea de lo que llevan en sí esos proyectos para la España de hoy y la de un improbable mañana, sólo es necesario echar una ojeada al pasado y asomarse a los libros de Historia. No hay que recurrir à la imaginación, sino conocer lo que ya sucedió en tiempos remotos y no tan remotos. Para saber cómo viene nuestro futuro es imprescindible saber cómo fue nuestro pasado. En la imagen desvelada de nuestro pasado está dibujado el escenario de nuestro futuro.
Si los españoles no son capaces de sacar las lecciones pertinentes de la Historia y percatarse de lo que está ante su propia vista, si persisten en mirar hacia otro lado, si se obstinan en negar la realidad que les salta a la cara, si prefieren en ignorar o minimizar los auténticos peligros y las amenazas reales a su propia existencia como nación, como pueblo y como cultura, estarán condenados a padecer las mismas calamidades del pasado.
Los enemigos de España, la antiEspaña en sus tres variantes, tienen un plan, “ganas” y voluntad de llevarlo a cabo. ¿Qué plan, qué “ganas” y qué voluntad tiene de defender España por su parte la sociedad que se sitúa enfrente de esa empresa de demolición y que está destinada a caer en ese derrumbe programado si no reacciona a tiempo ni actúa convenientemente? Ahí está el quid de la cuestión.
Hemos descrito un fenómeno, hemos identificado un problema, le hemos puesto nombre al peligro. Las soluciones las deberá aportar la misma sociedad que está amenazada por los enemigos aquí descritos y señalados.












Todo el mal dimana de la peor fecha para España y para todos los europeos: 1945.
¿…?
En 1945 terminó la II Guerra Mundial.
comenzó en 1939 y terminó en 1945
Pues por eso, José Luis, pues por eso…
Apunta unas cuantas fechas posteriores con sus eventos. Luego todo quedará claro
Los proyectos contra España son proyectos anticatólicos; hay que ir al núcleo de la cuestión.
Y nuevos proyectos para lo mismo, si me permitís; en otro caso, no se perdería mucho, ya que es más de lo mismo; ahora con un poco de más audacia; eso sí: Todas las facilidades, y me imagino que trabajo asegurado.
https://ileon.eldiario.es/universidad/curso-antifascismo-universidad-leon-indigna-agitadores-ultras-redes_1_12720617.html
La bandera de la I República era la misma de ahora. La de la II República es la que está en la foto diseñada por un demagogo radical, masón y anticlerical, que pedía a sus “jóvenes bárbaros” que violasen a las monjas novicias y las hicieran madres, y que no respetasen ni sepulcros ni altares. Para al final, dejar la masonería, escapar a Portugal desde donde envió su incondicional apoyo a Franco, volver de su refugio terminada la Guerra Civil, y morir en su cama reconciliado con la Iglesia católica y habiendo recibido el Sacramento de la Unción de los… Leer más »
Todo un Angelito, vamos. Aunque rectificar es de sabios.
Dios lo haya perdonado…
Me parecía estar soñando cuando vi hoy ya a las claras, como sustituto de la religión, los planes del “medio ambiente”, diciendo que se puede ser muy feliz “luchando por estas cosas”. Esto fue al final del programa de 24 horas “Grado y Medio” capítulo 1, , poco antes de las cuatro y media de la tarde.
Me imagino que habrá candidatos a seguir esta falsa “religión” en la que no se ponen en riesgo ni la vanidad, ni otros intereses, sino que, por el contrario, quedarán muy alimentados.
Pero si el Papa Paco dijo que lo de la santa ecología y afines…
El año 1945 fue un año que cambió el rumbo del mundo.
El día 6 de Agosto de 1945 fue arrojada la Bomba Atómica sobre la población civil de Hiroshima que cambió el ritmo del mundo
Quien tenga la oportunidad no debe dejar de visitar el Museo de la Bomba Atómica en Hiroshima
Es difícil no terminar la visita sin lágrimas en los ojos.
Hay un artículo escrito en español que habla de ese museo.
se titula:
Hiroshima: El Museo donde el silencio habla, Albert Mesa Rey