La “Ley del Odio”, el garrote vil del régimen socialcomunista contra la fe y la patria
Un lector de AD.- La democracia española, ese frágil castillo de naipes sostenido por la voluntad de una élite política cada vez más alejada de la soberanía nacional, ha consumado una deriva totalitaria que ya no admite disimulos. La pregunta lanzada esta semana en el debate con el Padre Custodio Ballester y María Sánchez en el canal hispano-norteamericano de Youtube ‘En la Iglesia’ resuena con una gravedad inquietante: ¿El Gobierno español persigue a los católicos? La respuesta, analizando los hechos, no es solo afirmativa, sino aterradora.
España vive bajo un “Régimen Socialcomunista” pilotado por Pedro Sánchez y sus corruptos socios separatistas y comunistas. Su objetivo no es gobernar, sino deconstruir. Y en esa deconstrucción, el objetivo prioritario es la fe que forjó nuestra nación: el catolicismo.
El Caso Ballester: La caza al disidente
El caso del Padre Custodio Ballester, un sacerdote valiente, de trinchera y sin complejos, es la prueba irrefutable de que la mal llamada “Ley del Odio” (esa herramienta jurídica forjada bajo la coartada de la tolerancia) se ha convertido en el garrote vil del Estado contra todo aquel que ose defender la identidad nacional, la familia natural, los valores cristianos y la misma libertad de expresión.
El Padre Custodio y Armando Robles han sido perseguidos judicialmente por atreverse a señalar con nombres y apellidos el peligro que representa el yihadismo radical y la implantación de la ley islámica en suelo español. Este Gobierno, que premia y rinde pleitesía a los separatistas que quieren romper España y a los herederos de la banda terrorista ETA, tiene el cinismo de arrastrar a un tribunal a dos sacerdotes y a un periodista por decir verdades incómodas.
¿Dónde están los fiscales cuando se profanan templos? ¿Dónde está el “delito de odio” cuando se ataca la imagen de Cristo, cuando se humilla a la Virgen María o se desprecia la Bandera? Desaparecen. La “Ley del Odio” no es una norma de justicia; es un arma política de doble filo: mudo y ciego para la izquierda y sus aliados; afilado y letal para el patriota y el católico. Es una ley diseñada para imponer un pensamiento único: el del globalismo progre.
El padre Ballester ha denunciado la politización de la fiscalía, donde la solución a su caso no depende ya de la ley misma, sino de si la “política se mete por medio”. Esto es la confirmación de la dictadura blanda que padecemos: una dictadura que no usa los tanques ni las chekas todavía, sino a los fiscales y a los medios de comunicación subvencionados para doblegar al disidente.
La Traición Silenciosa de la Cúpula Eclesiástica
Uno de los puntos más dolorosos de esta persecución es la flagrante falta de respaldo institucional que muchos patriotas y católicos de a pie perciben en la Conferencia Episcopal Española (CEE).
Mientras la maquinaria del Estado persigue a sus sacerdotes más combativos, la cúpula eclesiástica, en demasiadas ocasiones, prefiere el silencio prudente a la denuncia valiente. La tibieza es el peor enemigo en una guerra cultural. La CEE parece más preocupada por no molestar al “Régimen” o por mantener prebendas que por defender a sus hijos de la jauría que los acosa.
Afortunadamente, existe una Iglesia de las catacumbas, una Iglesia valiente y de resistencia, encarnada en figuras como el Padre Custodio o D. Jesús Calvo, que no necesitan los respaldos oficiales, sino la conciencia tranquila y el apoyo de su fe. Pero el mensaje a la jerarquía debe ser claro: la historia no perdona a los cobardes ni a los que miran hacia otro lado mientras los lobos atacan el rebaño.
La unidad nacional, último baluarte
La persecución al católico y al patriota no es un fenómeno aislado; es parte de un plan más amplio. Se nos quiere despojar de nuestra historia, de nuestra fe y de nuestra soberanía para convertirnos en una región más dentro del proyecto globalista de Bruselas.
Quienes defienden la vida, la familia, la unidad de España y nuestra herencia cristiana son tachados de “ultraderecha,” “fascistas” y ahora, formalmente, son perseguidos por un supuesto “odio” que no es otra cosa que el amor a la verdad y a la libertad de conciencia.
Desde Alerta Digital, lo decimos alto y claro: la defensa de la fe católica es inseparable de la defensa de España. No podemos permitir que la Ley del Odio se consolide como el nuevo Tribunal Popular de la CNT-FAI contra los disidentes. Es hora de que los españoles despierten de su letargo y se unan en un frente común contra el proyecto de deconstrucción nacional.
La batalla es espiritual, cultural y, sobre todo, política. El futuro de España se juega en la capacidad que tengamos de defender a los nuestros —a sacerdotes y a patriotas íntegros y fieles— y de señalar sin miedo a los verdaderos enemigos de la Patria: aquellos que desde el Gobierno, y con la complicidad de gran parte de la élite progre transnacional, pretenden silenciar y criminalizar la voz libre de la España real.
La resistencia frente a la tiranía política es hoy una obligación y una responsabilidad. Que nadie se equivoque.











