Una joven apuñalada y un depredador fugado: el caos migratorio se agrava en el Reino Unido
LGI. – La crisis migratoria del Reino Unido volvió a mostrar su rostro más oscuro el viernes 24 de octubre, cuando dos casos distintos expusieron el caos judicial y penitenciario que rodea a los solicitantes de asilo. En uno de ellos, el inmigrante ilegal sudanés Deng Chol Majek fue declarado culpable del asesinato de Rhiannon Whyte, una joven de 27 años que trabajaba en un hotel destinado a acoger a solicitantes de asilo en Walsall, West Midlands.
La noche del crimen, Majek siguió a Whyte hasta la estación de tren del estadio Bescot, donde la apuñaló 23 veces con un destornillador, una de las heridas alcanzando el tronco encefálico. La joven murió tres días después en el hospital. Las cámaras de seguridad, los testigos y las pruebas forenses confirmaron su autoría, y varios informes aseguran que el asesino llegó a celebrar el ataque con una especie de baile.
El proceso judicial ha quedado suspendido mientras se comprueba la verdadera edad del acusado. Aunque en Alemania, donde su petición de asilo fue rechazada, constaba como un hombre de 27 años, ahora afirma tener 19. Su defensa sostiene que no conocía a la víctima, pese a que las grabaciones lo muestran mirándola insistentemente antes del ataque.
El asesinato se produjo en un contexto de creciente inseguridad en los llamados “hoteles de asilo”, convertidos en focos de violencia y desorden. En el Park Inn, donde residía el agresor, vecinos denunciaron que algunos huéspedes guardaban cuchillos y hachas en sus habitaciones y acosaban a mujeres de la zona, lo que motivó múltiples intervenciones policiales.
Poco después de que el jurado emitiera su veredicto, otro episodio confirmó el descontrol de las autoridades británicas. Hadush Gerberslasie Kebatu, un depredador sexual etíope conocido por atacar a mujeres y adolescentes en Epping, fue puesto en libertad por “un error humano” de la prisión de Chelmsford.
El hombre, de 38 años, fue clasificado por equivocación como preso en libertad condicional en lugar de delincuente extranjero destinado a ser deportado. Tras su liberación, desapareció después de ser visto caminando por Chelmsford y tomando un tren hacia Londres. Recibió incluso 76 libras esterlinas —unos 87 euros— en concepto de ayuda de subsistencia.
Kebatu cruzó ilegalmente el Canal de la Mancha el pasado 29 de junio, y su historial delictivo lo convirtió en un símbolo del fracaso de la política migratoria británica. Su excarcelación ha desatado la indignación pública, especialmente entre las víctimas de sus agresiones.
El viceprimer ministro y secretario de Justicia, David Lammy, reaccionó con enfado: “Estoy furioso. Este hombre nunca debió haber sido liberado”. Pero la indignación de los ministros poco consuela a los ciudadanos británicos, que contemplan cómo los crímenes de inmigrantes ilegales se multiplican mientras el Estado parece incapaz de garantizar seguridad y justicia.











