“Riadas”
Fraguas.- Rancaño, Rancaño, Rancaño… Te dije que no sabía si ver tu documental; Y además, ¿a ti quién te manda contar la verdad?
Yo estuve allí. No importa el azar caprichoso que quiso llevarme. Aún hoy no sé si las decisiones fueron mías o de la Providencia; pero hace un año estuve allí.
Quizás, amado lector, piense que voy a contar mi hombría personal en la riada de Valencia; pero yerra. Estuve el fin de semana inmediato y me juré no volver a ir. Nada me golpeó tanto en la vida. Vi un boceto cruel del Bosco. Vi, como dice una chica en el documental, un escenario de guerra. Sentí el presente y el futuro inmediato amarrados por la necesidad. Quería ponerme en el lugar de la gente de la zona y no podía. Era como un resorte de protección de mi cerebro o de mi alma que me impedía y me alejaba de tan cruel destino.
Mi primera intención fue grabar con el teléfono y tomar video. A la segunda foto cedí al corazón y desistí. No quería ese recuerdo ni en el bolsillo. Hoy, aún no sé si fue moral o cobardía. Que sea Dios quien lo juzgue.
Y esta cicatriz mental la llevo eternamente y me hace presión en la frente y sólo se acaba con lágrimas que arrastran aún algo del barro rojo de Paiporta. Ese polvillo que portaba en el aire los veintiún gramos de cientos de personas.
El féretro rojo de aquellos días le robó el lema a Madrid. De Valencia al cielo.
Una oración por cada alma que se fue sin despedirse. Por cada padre que vio la mano de su hijo agarrar el viento, devorado por las cañas, el barro y el agua, queriendo aferrarse al eter para salvar la vida. Por la madre que… Prefiero no usar esto como recurso literario, ya sabemos lo que la madre siente.
Todo esto, amado lector, Rancaño lo filma como el Bosco pintaba su tormentoso pensamiento. Imágenes reales en Amazon Prime, que es donde puede ver el documental RIADAS, mezcladas con testimonios directos de héroes anónimos, y no tan anónimos. E imágenes de una película del mismo autor que resultó, apoyándose en el pasado, premonitoria. “Olvido” tampoco se la pierda.
Y la denuncia. Porque hay un dedo sugerido que apunta al culpable. La decisión es de cada uno para emitir su juicio.
Como Jacob bregó con Yavé, mi neocortex brega con mi amígdala; para que me entienda, amado lector, mis pasiones están a ostias con mi razón. Y es una lucha interminable y aún no resuelta.
No consigo entender por qué no se dieron avisos. Por qué no se mandó ayuda inmediata. Por qué el ejército, bomberos y policía no desobedecieron.
No se quién es el teniente general de la Capitanía de Valencia; pero sé que es un cobarde y merece lo mismo que el rey de España, el mayor de los deshonores. No sé quién sabía el peligro de no informar; pero se merece saber que su silencio, aunque fuera obligado, mató y merece un sitio entre los nombres de los asesinos de la ETA.
Las corporaciones municipales aún siguen sacando pecho, sin saber que lo normal hubiera sido que Linch les hubiera mandado un recado.
Y las administraticiones mayores, los presidentes deberían ser combustible de guillotina. Ese instinto primario se autoceba imaginando como la sangre del cuello de estos hijosdeputa llenan el cubo de la venganza. Ese es mi neocortex ancestral, primitivo y pasionalmente agresivo. Gracias a Dios soy de los que vencen al instinto y se someten al poder de la justicia, la que sea. Porque cuando en España no la hay civil, recurrimos a la divina.
¡Aún se preguntan muchos por qué la cantinela de Sánchez hijo de puta! Por evidencia, amado lector, por evidencia.
Ruego a la sociedad que sepa llevar, un año después a los culpables a la cárcel. Y que allí les pongan todos los días este documental.
Y la última reflexión es una defensa a esa “generación perdida” los milenials; pues va a ser que la genética española está por encima de la pereza, del desapego y de la misma acedía y aquellos que fueron etiquetados con esta marca, fueron los primeros en levantarse. Encendieron la zona con la luz de su moral. Abrieron caminos con la musculatura ejercida con la play station y ganaron la batalla al mamporrero de Mazón, al semental de la Moncloa, al mirón de la Zarzuela. Y sin ser tropa se cagaron en el teniente general e hicieron ellos solos la guerra.
Si tengo que poner un fallo al docu es que mientras lloraba de nuevo, viendo los títulos de crédito, leí “Sólo el Pueblo salva al Pueblo, anónimo”
Querido Rancaño, ese eslogan lleva una década movido en los trapos de las manifestaciones de los abstencionarios del sur de España, sobre todo los de Granada. Y no tardaron en ondearlo en la época de los héroes de esa riada. Al César lo que es del César.
Un documental que toda persona con corazón y memoria justa debería ver.
Desde esta casa nuestras mayores oraciones vestidas de patriotismo; pues acertadamente es un sutil detalle que Rancaño refleja en sus comentarios y en una imagen icónica, si no es redundancia, donde se ve a Ricardo Ferris, henchido y sonriente, elevar el puño al cielo para celebrar el bautismo de la calle con el nombre de los protagonistas.
“Calle de los voluntarios de la Dana”.












Correción: Olvido no la dirige Rancaño y Riadas la coescribe y codirige con Raúl Cerezo, conocido cineasta y guionista de género.