Un delito de odio
Rafael Miguelsanz.- El odio nunca ha sido delito, puede ser de educación, puede ser moralmente reprochable, puede ser pecado…, nunca delito, y menos con los argumentos espurios que nos dan nuestros políticos cuando hablan de los delitos de odio histórico plasmado en legislaciones arbitrarias, faltas de rigor y sentido común, rezumando desprecio porque no les damos la razón como a los tontos
Hay seres que se hacen odiables, que provocan animadversión o repelús ya sean una culebra, un perro rabioso, un escorpión… Por su naturaleza te llevan a poner distancia con ellas. Lo mismo pasa con algunas personas, siempre calculadoras, retorcidas, taciturnas, mentirosas…. También provocan en los demás distanciamiento. Se convierten en personas nocivas, tóxicas, no sé si se llega a odiarles pero, desde luego, cuanto más lejos mejor.
Mofarse de algo o de alguien no implica necesariamente odiarle. Las caricaturas de una persona, los chistes que aparecen en los diarios, no son más que una visión alegre, humorística, de la realidad, eso no es odio ni delito, es dictadura del pensamiento único impuesto.
¿Podríamos hablar de delito de odio contra los coches al limitar su uso, gravarles con impuestos, no habilitar zonas de aparcamiento gratuitas? ¿Ir contra la agenda 2030 es un delito de odio? Decir que un niño necesita para su maduración normal un padre y una madre ¿es un delito de odio? Despreciar a un dirigente político por sus mentiras y corrupciones ¿es un delito de odio? Echar en cara a Putin o Trump su belicismo, su invasión de soberanía de otros países ¿es delito de odio? Querer que los pirómanos cumplan su penas ¿es delito de odio? ¿Nos hemos convertido en un población de delincuentes? (todos cometiendo delitos de odio).
El Derecho Penal no castiga sentimientos, pensamientos ni ideologías. Odiar no es delito. Expresar odio es una forma de ejercer la libertad… la libertad de expresión. Este derecho fundamental se traduce en la posibilidad de expresar, compartir y transmitir ideas o pensamientos.
Como ha señalado nuestro Tribunal Constitucional en la reciente Sentencia del ‘Caso Strawberry’: «El derecho penal no puede prohibir el odio, no puede castigar al ciudadano que odia».
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