Ábalos y un juez prudente
Tres cuartas partes de los españoles, y puede que me quede corto, aunque Tezanos lo dejaría en un 6 %, estaban ayer deseando que el juez del Supremo mandara de una vez a para la cárcel de Soto del Real para hacerle compañía a Cerdán, su sucesor en el cargo de mandamás de Ferraz y mano derecha de Sánchez. Cada vez hay más personal harto de que la collera de peritos de mancebía anden por ahí insultando inteligencias.
Pero el juez Puente no lo ha hecho. Se lo estuvo pensando mucho, no le debían faltar ganas ni razones para hacerlo, pero al final optó por no enchironarlo para decepción de muchos. Y comprendo muy bien el disgusto de las gentes de a pie, por lo que ha resuelto, por ahora, el magistrado. Más de tres habrán soltado incluso un improperio contra su Señoría.
Sin embargo, he de decirles que en mi humilde opinión el Juez, precisamente por serlo y del Supremo y no decidir en base a lo que le pide el cuerpo. Ha actuado, flanqueado por el fiscal Luzón, con las luces largas dadas, con prudencia e inteligencia jurídica. Y creo entender el porqué de su dictamen, aunque al tiempo señale que los indicios delictivos son cada vez más grandes, profundos y consistentes y el propio fiscal indique que eso implica un mayor riesgo de fuga.
Entonces, ¿por qué no lo han mandado al trullo? Pues para mí hay una potente y decisiva razón de peso. Lo ha hecho por una necesaria prudencia, no caer en una trampa y taponar la vía de escape que cada vez es más obvio que intenta preparar la defensa.
José Luis Ábalos, Koldo y Cerdán saben, ellos mejor que nadie, que es cada vez más una evidencia que las pruebas acumuladas contra ellos son tan patentes y obscenas, confesadas a voces en las grabaciones por ellos mismos, que sobre su culpabilidad, cuando todo quede negro sobre blanco no quedará, ya no queda, duda alguna… Vamos que lo tienen más negro que la toga de los jueces que habrán de juzgarlos
Es por ello que ahora su defensa lo que intentan y pretenden, Koldo ha comenzado con ello, Cerdán lo lleva haciendo desde el primer día y Ábalos ha tomado también el mismo camino, por separado o de manera conjunta es buscar un resquicio, un fallo del procedimiento por el que conseguir invalidar el proceso. O al menos, tener algún asidero, el que sea, incluso el más endeble y peregrino, para a la postre recurrir a lo que es su gran esperanza y el saco terrero tras el cual salvarse: las togas afines y manchadas del Constitucional orquestadas por Pumpido.
Eso es lo que ayer, y ya en días previos estaba asomando la patita, buscaba Ábalos con su proclama de «indefensión», tras negarse a declarar, con el entremés y la repentina pantomima de prescindir de su abogado. A eso iban a acogerse, y a otras muchas trampas recurrirán de continuo de ahora en adelante.
Y es por ello que la obligación de juez instructor es ser escrupuloso hasta en los más mínimos detalles y tener el más exquisito cuidado en tal sentido para no darles por ahí la más mínima baza. Las pruebas son abrumadoras y aún quedan por añadir fanegas. Mantener la templanza para que por una decisión precipitada no encuentren el agujero por el que librarse. Ya no de la culpabilidad ni incluso de la sentencia, sino de cumplir la pena. Recuérdense los ERE.
Así que tranquilos y por pasos rectos y seguros. Todo indica que Ábalos, y vete tú a saber si Koldo, este hasta pudiera ser cuando estén leyendo esto, no van a tardar, el uno el probar y el otro repetir la experiencia, de dormir tras barrotes y rejas. Mejor esperar un poco que por un repente facilitar una gatera.
Además, me parece que esta semana, o todo lo más a la que viene, no van a faltar emociones fuertes en lo que a nuevos danzantes en la pista de baile judicial se refiere. De hecho, ya ha empezado a sonar la música.











