No hay libertad para el cura Custodio Ballester
Luis Ventoso.- Custodio Ballester Bielsa, nacido en 1964 y licenciado en Teología, es párroco en la archidiócesis de Barcelona desde hace 24 años. Resulta que no es izquierdista. A lo cual tiene el mismo derecho que otros sacerdotes, también desde su perfecta libertad, a mantener una sensibilidad política contraria a la suya. Ballester se muestra contrario al mal llamado «progresismo», la ideología que el poder que hoy nos gobierna aspira a imponer como única admisible. Rechaza de plano el aborto y la eutanasia, como no puede ser de otro modo en un cura católico, y también la ideología «de género».
En 2016, el cardenal Omella, arzobispo de Barcelona, publicó un artículo titulado El necesario diálogo con el Islam. El padre Ballester le dio réplica con otro llamado El imposible diálogo con el Islam. Empezaba diciendo que «una cosa es que no despreciemos a las personas por lo que creen y piensan y no las persigamos por ello, y otra bien distinta que tengamos que poner a hibernar nuestra fe para que no choque con el dogma progre y con la ideología que le ha declarado la guerra a nuestra fe».
Y pasaba a apuntar varias cosas ciertas, como que «el Islam no admite diálogo, pues o crees, o eres un infiel que debe ser sometido». También señalaba que los cristianos son ciudadanos de segunda en los países musulmanes, donde se les grava con un impuesto especial por su fe, y recordaba la feroz persecución que sufren en esos territorios, muchas veces con unas espantosas matanzas ante las que las autoridades religiosas islamistas muestran una tibieza descorazonadora.
También rechazaba el topicazo buenista que afirma que «el Islam es una religión de paz», perfectamente desmentido por la historia y por la propia biografía de Mahoma (y lo digo habiendo leído un par de vidas del profeta que me sorprendieron por su descarnada violencia en varios pasajes). Por último, abordaba el espinoso tema del yihadismo, que aspira a aniquilar a los cristianos, según proclaman ellos mismos con orgullo fanático.
He leído el artículo dos veces y fuera de una expresión que sobra (el uso de la palabra «moro» de manera un tanto despectiva), creo que Custodio Ballester no dice nada muy diferente de lo que le he escuchado más de una vez al gran sabio Gabriel Albiac hablando sobre la fe mahometana, o de lo que he leído en el sereno y al tiempo esclarecedor libro del erudito Rémi Brague sobre el Islam.
Tras su artículo, Custodio Ballester participó en una conversación sobre el tema con otro cura y con un laico, grabada para un pequeño portal digital. Allí, entre otras consideraciones, dijo lo siguiente: «El yihadismo radical y el islamismo violento quieren destruir Europa y la civilización occidental». ¿Dijo una barbaridad? No parece: ese es su objetivo manifiesto y en toda Europa occidental hemos sufrido atentados espeluznantes cometidos con tal móvil.
Acogiéndose a esa frase, una asociación llamada Musulmanes contra la Islamofobia presentó en 2017 una denuncia por delito de odio contra el cura Ballester. Dado que el medio que emitió la tertulia estaba radicado en Málaga, acabó en manos de una fiscal llamada Teresa Verdugo, que se entusiasmó con el tema y que el pasado mayo ha sido promovida a alto cargo en el Ministerio de Igualdad, en aplicación de la llamada ley Zerolo (la nombraron presidenta de un nuevo chiringuito: la Autoridad Independiente para la Igualdad de Trato). Su petición para el padre Custodio Ballester, al parecer un peligrosísimo islamófobo, es de tres años de cárcel y 3.000 euros de multa. Mañana acudirá a declarar tras varios retrasos de la vista.
Rondando ya el astracán, la asociación Musulmanes contra la Islamofobia cuenta entre sus principales dirigentes con un converso, llamado Ibrahim Pérez, que antes se había movido en el partido de Ada Colau.
Conclusión: estamos tolerando entre todos que el rodillo de la izquierda gobernante nos monte un país tontolaba, que pisotea su mejor esencia. Los católicos, la religión mayoritaria de largo en España –más del 60 % de la población– y sobre la que se ha levantado el armazón moral de este país, vemos constreñida nuestra libertad de expresión y además nuestras creencias son objeto de ofensas a cargo de bufones de cámara del poder (de hecho, Sánchez anunció el pasado enero una reforma para acabar con el delito de ofensas religiosas). Por el contrario, cualquier comentario cierto sobre las aristas de la religión musulmana es tachado por la izquierda histérica de islamofobia, incluso a veces so pena de cárcel, como en este aberrante caso. Y sí, hay que decirlo: es una fe con ribetes innegablemente controvertidos, empezando por su trato a las mujeres y siguiendo por su cerrazón ante el debate intelectual, que tiene un encaje casi imposible en las libertades occidentales, pues para ellos el Corán lo dejó escrito directamente la mano de Alá y nada cabe discutir.
El pasado fin de año, una supuesta cómica sin gracia alguna hizo mofa chabacana del Sagrado Corazón de Jesús en TVE, canal ideológico de izquierda militante que nos obligan a sostener con nuestros impuestos. Huelga decir que la audaz humorista jamás osaría a la más mínima mofa con Mahoma. Toda una metáfora de la atolondrada España de 2025, donde los propios cristianos somos ya los perseguidos en el país que llevó el catolicismo a medio mundo.











