AD.- El Partido Popular lleva más de tres décadas siendo el principal partido de la derecha española, pero sigue sin saber exactamente qué tipo de derecha quiere ser. Esa indefinición —más que una virtud de moderación— se ha convertido en su mayor complejo: una inseguridad ideológica que lo empuja constantemente a oscilar entre la nostalgia del pasado y el miedo a parecer demasiado conservador frente al electorado moderno.

Desde sus orígenes, el PP heredó del franquismo sociológico la tarea de construir una derecha democrática, algo que nunca terminó de resolver con convicción. En lugar de elaborar una narrativa propia sobre la libertad individual, la nación o el Estado, el partido ha tendido a reaccionar a los discursos ajenos: al progresismo cultural de la izquierda o al populismo patriótico de la ultraderecha. El resultado es una formación atrapada entre dos espejos —el del PSOE y el de Vox— que nunca refleja su propia imagen con nitidez.

Durante los gobiernos de Aznar, el PP intentó superar sus complejos mediante una aparente seguridad ideológica: liberalismo económico y patriotismo sin complejos. Pero aquella autoconfianza derivó en soberbia y terminó desmoronándose con la guerra de Irak y la corrupción estructural. Rajoy, por su parte, optó por el camino contrario: una derecha funcionarial, sin discurso ni alma, que confundió la prudencia con la resignación. Gobernó como si disculparse por ser de derechas fuera un requisito de la modernidad.

Hoy, bajo la dirección de Feijóo, el PP sigue buscando un equilibrio imposible: quiere recuperar la “centralidad” sin irritar a la derecha más identitaria, y quiere parecer moderno sin romper del todo con sus inercias conservadoras. El problema no es solo estratégico, sino moral: el PP parece incapaz de ofrecer un relato coherente sobre qué significa ser de derechas en el siglo XXI. ¿Qué entiende por libertad? ¿Qué papel asigna a las leyes ideológicas? ¿Cómo concilia la defensa del mercado con la justicia social? Son preguntas que evita responder, por miedo a incomodar a unos o decepcionar a otros.

Ese miedo —ese eterno complejo— ha vaciado de contenido su proyecto político. En lugar de un ideario, el PP ofrece un reflejo cambiante del adversario. Frente al PSOE, se proclama defensor de la sensatez; frente a Vox, se disfraza de moderación. Pero sin un suelo doctrinal firme, cada giro táctico refuerza la sensación de que su única ideología es la conquista del poder.

El PP sufre, en el fondo, una crisis de autenticidad. No ha sabido reconciliar la tradición liberal europea con su herencia conservadora española, ni ha querido afrontar con claridad el papel que desempeña en la historia democrática del país. Mientras no resuelva esos complejos, seguirá siendo una derecha a la defensiva: una fuerza que se justifica ante sus adversarios en vez de confrontarlos con ideas.

Y quizá ese sea su mayor fracaso: haber confundido la moderación con el miedo, y el pragmatismo con el vacío.

Vox arrebataría cerca de un millón de votos al PP, según la encuesta de Sigma Dos

Lunes de encuestas en la prensa. El PP perdería impulso y VOX le arrebata a los populares más de un millón de votos. Es el resultado del panel realizado por Sigma Dos para El Mundo. El PP obtendría 146 escaños en caso de elecciones, pero VOX escala hasta los 53 escaños.

Otra de las conclusiones de esta encuesta es que el PSOE no termina de recomponerse y con solo 109 diputados siguen 6’6 puntos por debajo del PP.

Por su parte, SUMAR baja de los 31 diputados a los 12 escaños.

La Razón, en el sondeo elaborado por NC Report, destaca que las propuestas de Pedro Sánchez en clave electoral no logran movilizar a la izquierda. Según este análisis, PSOE y SUMAR pierden hasta 3’4 millones de votos.

El PSOE conseguiría como máximo 108 escaños y SUMAR 8. Por su parte, Partido Popular y VOX siguen consolidando con su suma la mayoría absoluta y se sitúan, juntos, por encima de los 200 diputados.

Diferente resultado ofrece la encuesta de 40db para El País, que muestra como el PSOE sube casi dos puntos en estimación de voto en un mes y le pisa los talones al Partido Popular como primera fuerza política. 30,5 por ciento lograría el PP de intención de voto frente a un 29’4 que conseguiría el PSOE.

Los socialistas, por tanto, se sitúan a la menor distancia del PP desde las generales de 2023. Otra de las conclusiones de este sondeo electoral es que los populares ceden hasta el 14,5 de sus votantes a VOX.