Fraguas.- La judicialización de la política es el mal de este sistema nefasto de gobierno. A su contra, y como negativo fotográfico, ocurre la politización de la justicia. Esto no es otra cosa que el gobierno abusa en exceso del código penal y de la vía judicial para resolver problemas políticos. Es la evidencia de la inexistencia de separación de poderes, el ejecutivo y los partidos difuminados entre los jueces y los jueces con color político.

¿Se entiende ahora cómo un partido político incipiente como SALF y su presidente, Alvise Pérez, reciben el ataque continuo del gobierno y de los partidos por la vía judicial?
¿Por qué ese partido no brega con los demás en terreno político? Porque la inercia del sistema de partidos es la acumulación de poder.

La ceguera política deriva en ansias de poder y de control del sistema. El camino fácil es la derivación del esfuerzo político hacia los jueces. Quiero decir, si los jueces atienden cuitas políticas, la responsabilidad de los gobernantes se diluye en lo que hasta hoy se presume como un poder con tintes de honor y costumbre, como había sido siempre la judicatura. Y nadie se da cuenta de que la ósmosis es tan evidente que la frontera entre poderes judicial, legislativo y ejecutivo ya no es tamizante. No depura la libertad civil; sino que bruñe la servidumbre de una ciudadanía absorta y congela sus anhelos de garantías en el despotismo velado de la clase política.

Todos los partidos excepto “Se Acabó La Fiesta” bregan en el campo de batalla ordinario, excepto SALF, porque es el único que ha visto este problema ¡Bueno! Disculpe, amado lector, este lapsus de ingenuidad; pues todos los partidos lo ven, pero es el juego que les interesa. La sentina de Nínive no se mantiene sola, necesita del compromiso traidor del arco político español; o sea de todos los partidos políticos. ¡De todos!

Si España busca un cambio, deberá sortear la costumbre partidista que es la manta que cubre la ponzoña. Deberá exigir el final de la actividad criminal de este sistema y no hay más opción que un cambio de sistema absoluto que garantice la separación de poderes, la libertad política y la libertad civil.

El domingo 12 de octubre, en Vistalegre, en Madrid, Alvise Pérez reúne a sus ardillas para dar un golpe en la mesa, posicionarse y comenzar lo que ese partido llama “El ajuste de cuentas”, ya que va siendo hora en España de un poco de cordura. Una España con seguridad, con libertad y donde los delincuentes estén en su lugar, no en Moncloa, ni en ministerios, ni en el Parlamento; sino en chirona que para algo los políticos las hicieron cinco estrellas.

Una cita que si tiene la oportunidad, amado lector, no debería perderse.