El natural de la temporada en la paz de Sevilla
Era Sevilla juez y parte del último duelo directo de Morante de la Puebla y Roca Rey. Ávidos de toreo y de morbo estaban los tendidos en una tarde de máxima expectación. Morante de la Puebla dejó uno de los muletazos de la temporada en una faena en la que volvió a delimitar con fino hilo el sitio preciso del toreo que nunca renuncia al percance. Una faena de mérito de Roca Rey que tuvo que enfrentarse a la acusación popular sevillana. En la pelea de gallos, Javier Zulueta tomó la alternativa con buenas formas y nota, antes de que Morante y Roca Rey firmaran la paz durante el sexto con un gesto afectuoso a modo de abrazo que levantó la ovación de una Sevilla que ya dictaminó su sentencia en cada toro. La corrida de Núñez del Cuvillo, por fea y basta, no estuvo a la altura de la cita.
Es Morante de la Puebla el que ha acabado con la realidad de hace siglos de que no se puede hacer el toreo a tantos toros tantas tardes y que en la taquilla mandan los de valor. Una venganza dura que además ha tenido continuidad durante toda la temporada en cualquier plaza y ante cualquier toro. Se cuentan con dedos de las manos los que han negado el lucimiento o cualquier centello a Morante de la Puebla este año. Y uno de ellos, el segundo de la tarde. Un toro malo por manso que negó cualquier embroque y resquicio que se pueda catalogar como embestida o bravura. Salió arrebatado Morante en el cuarto, al que recibió con una tijerilla de rodillas, un par de verónicas y sendas chicuelinas antes de una media y una revolera que sirvieron como remates.
Rugió La Maestranza, que se puso en pie en un recibo que sorprendió a todos. Y no fue porque el de Núñez del Cuvillo invitara al abandono, como ya marcó al quedarse por debajo y a la altura de los tobillos en el quite a la verónica de Morante de la Puebla. Ya con la muleta en mano, la faena fue la explicación de por qué la taquilla se ha rendido al toreo. Con entrega que roza la integridad de lo físico, comenzó Morante de la Puebla con ayudados por alto. Cada viaje por el pitón derecho era una moneda al aire. Vistas las complicaciones, fue la mano zurda la base de una faena que no porque fuera el pitón menos malo estuvo exenta de exposición en cada embroque.
Morante se puso en el sitio donde surge el toreo y se desecha de manera natural lo ilusorio. La música arrancó después de una descomunal serie al natural con uno inolvidable: el natural de la temporada. Asentado en la arena, sin toques, con la muleta plana en perfecta elección para el toro entre la tela o lo humano, trazo curvo, barbilla en el pecho, remate por debajo de la pala del pitón… Un sobrenatural para ganar todo un juicio y el cetro de la temporada. No dio para más el toro. Imposible estar más de verdad con un toro complicado que pareció mejor en las manos del diestro. Media estocada. Dos golpes de descabello.
Volvió a sufrir Roca Rey la sentencia del público sevillano cuando la ‘pelea’ es con uno de los suyos. Como ya ocurriera en esa corrida de Victorino Martín en 2024 cuando se hizo público el veto a Daniel Luque. Dos tardes de ambiente enrarecido y continuos pitos incómodos que intentaron negar una faena de mérito al amplio y grande sobrero -598 kilos- que tuvo más genio que bravura. Vino el toro de Núñez del Cuvillo para sustituir a otro que nunca debió de salir por toriles con una cornada en el lado izquierdo de los cuartos traseros. Supo verlo antes el público que el presidente, que sacó el pañuelo verde escasos segundos después de sacar el pañuelo blanco cuando ya las protestas eran grandes y el toro había cumplido el fielato de la suerte de varas.
El sobrero cumplió con emoción y violencia en el tercio de varas y banderillas -donde destacaron el picador José Manuel Quinta y Antonio Chacón-, pero cambió en la faena de muleta. Parte del público se quedó con el juego de los primeros tercios, sin caer -o no querer caer- en que aquello era más genio que bravura. No hubo entrega y cuando tuvo que aparecer el fondo, después de unas series de mano baja del peruano, se vino abajo. No hubo renuncias en Roca Rey, que no estuvo acertado con el acero. El quinto marcó su escaso poder y sus insulsas embestidas carentes de celo desde salida. Intentó Roca Rey recogerlo en los medios con unos derechazos de rodillas. Se quedó el toro en mitad del viaje en uno de ellos, volteando al peruano. Sin consecuencias. Nunca pudo tomar vuelo ante la falta de casta.
Fue el primero el único toro con opciones de la corrida, recibido por chicuelinas y verónicas -que no al revés- por Javier Zulueta. El sevillano se doctoró en la plaza de su vida y sin ser el resultado soñado, sus buenas formas se quedaron patentes en muletazos de buen concepto y pulso a un toro que tuvo nobleza, pero siempre en el límite del fondo. El sevillano, que completó una buena tarde, estuvo muy firme con el desrazado sexto, que nunca embistió con franqueza y siempre a media altura. No le pesó la tarde. Y eso ya es un triunfo. Eran pasadas las ocho y media de la tarde, cuando Morante de la Puebla y Roca Rey se fundían en el tercio de varas en un afectuoso abrazo. La Maestranza explotó en una ovación. La paz estaba firmaba, aunque el contrato de Núñez del Cuvillo trajo renglones torcidos y un papel de mala apariencia. ¿Continuará?
Ficha del Festejo:
Hierro de Núñez del Cuvillo – Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Tercer festejo de la Feria de San Miguel 2025. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Núñez del Cuvillo (3º bis), desiguales de presentación y de deslucido juego en su conjunto. El de mejor condición fue el primero. Complicados el cuarto y el sexto. El sobrero que salió en tercer lugar tuvo más genio que bravura. El quinto fue deslucido y sin poder. Malo y manso el segundo.
• MORANTE DE LA PUEBLA, silencio y ovación.
• ROCA REY, silencio tras aviso y silencio.
• JAVIER ZULUETA, que toma la alternativa, ovación y silencio.
Incidencias: Después del paseíllo, los tres toreros saludaron una ovación. El picador José Manuel Quinta fue ovacionado después del tercio de varas al tercero y el banderillero Antonio Chacón y Paco Algaba se desmonteraron en banderillas. Hizo lo propio Viruta en el quinto.











