Feria de San Miguel: Victoriano del Río examina con rigor al valor y al arte en Sevilla
Sin el olor al azahar y con los zapatos bien limpios sin el rastro que deja el albero de la feria trajo Victoriano del Río a Sevilla una corrida que examinó con rigor al valor y al arte cuando el tronar de los pájaros anuncian la llegada del invierno y no la explosión de la primavera. En definitiva, cuando el toro más pesa. Una faena estética de Juan Ortega sobre la diestra y otra de valor de David de Miranda cotizaron al alza para la estadística, aunque como el toreo siempre reniega de ella, la verdad sin premio de Pablo Aguado también merece un resalto en una tarde de dura verdad para Sánchez Araujo, que sufrió una cornada, y emocionante adiós para el picador Salvador Núñez.
Es cierto que Sevilla sigue siendo Sevilla, aunque la del mes de abril no es la misma. Igual que el toro de farolillos en La Maestranza nunca ha sido el de septiembre. En ciudad siempre predispuesta al alago, se coló por la rendija de un olvido que precisa de poco perdón un minuto de silencio en memoria de Paquirri en el aniversario de su muerte tras la cornada de Pozoblanco. También, varios toros que negaron el buen gusto -eso no debería de cambiar nunca en Sevilla independientemente del mes- y otros de escaso cuerpo que se tapaban por la cara. Del encierro madrileño, ostentó ‘Bocinero’ el estandarte de la bravura. Salió en cuarto lugar y sin definirse de salida, fue a partir del caballo cuando centró sus acometidas.
Estaba la gente, tras una primera parte rendida más al toreo de arrojo y de valor que al de arte, esperando cualquier resquicio de Juan Ortega con el capote. Y llegó en un quite a la verónica, rematada muy a la cadera con una media. No le dejó el de Victoriano al sevillano brindar al público, posponiendo el saludo al público después de un inicio por doblones. Genuflexo por el pitón derecho siguió la primera tanda en el tercio, pillando de sorpresa al público. El de Victoriano del Río no paró nunca de embestir, con más exigencia que clase, por el pitón derecho. Tuvo emoción y estética el toreo, reduciendo más la embestida en los pases antes de pecho. Los remates con una rodilla en tierra fueron los que más llegaron al público. Al natural, el ritmo del toro fue otro y el acople no llegó a la mismas cotas que por la mano derecha. Embistió un toro a Juan Ortega, que dejó su sello en una temporada a más. La estocada se fue desprendida. El público pidió la segunda oreja con fuerza, pero el presidente mantuvo el criterio de plaza de primera hasta que el movimiento de pañuelos perdió fuerza. El primero se tapaba por la cara y su embestida fue descompuesta, sin entrega y floja. Un acto que no merece más análisis.
Llegada David de Miranda para sustituir a Manzanares después de conseguir la única Puerta del Príncipe de la temporada. Una justicia, que también tuvo sus riesgos, pero que se saldó con otra faena de impacto al segundo de la tarde. El de Cortés -segundo hierro de la familia Del Río– no tuvo fijeza en el embroque, pero sí obediencia. Metió miedo y tensión en los tendidos, mientras De Miranda fue el rey en esas embestidas y terrenos. Errático, aguantó miradas, desafiando la física por milímetros entre pitones y bandas de la taleguillas, aunque siempre predispuesto al toreo. Cada pase de pecho era un respiro para el público, mientras David de Miranda veía con claridad el lucimiento en cada terreno. El final por bernadinas cambiándose al toro de pitón puso la caldera de La Maestranza caliente para la suerte suprema. La estocada se fue desprendida, pero la oreja tuvo mucha importancia. El quinto puso en dura exigencia el momento de David de Miranda, porque su embestida era contraria al terreno donde el onubense quiere imprimir su toreo. Más agradecido en el toreo de inercias y descompuesto en los de cercanías. Los intentó pisar el de Trigueros y los muletazos resultaron más amontonados. Se impuso más por el corazón que con la cabeza.
Cuando Pablo Aguado se disponía a recibir al tercero, ya había dejado frente al segundo uno de los momentos de la tarde. Un excelso quite por chicuelinas que levantó al público en pie. El de Victoriano del Río se rompió de salida el pitón al rematar contra el burladero y en su lugar salió un inmenso toro más cercano a los 700 kilos que a la centena anterior. Sin ritmo y sin entrega, Aguado impuso con verdad un toreo que en otras épocas no hubiera llegado, pero sí con la claridad y plenitud del sevillano esta temporada. Lo mismo ocurrió con el sexto, al que recibió de manera descomunal a la verónica, sin inercias y con trazo de muletazo. Un toro de nulo ritmo por su poco poder, aunque sin renunciar nunca a su codicia que le llevó a reponer y venir por los adentros. Una mezcla de viajes sin orden, frente a los que un inteligente Aguado supo encontrar fondo al natural. Un pinchazo privó a Aguado de una más que posible oreja, aunque su nombre se situó en la tarde al mismo nivel que los anteriores. Con el sexto, Salvador Núñez se despidió con honores del toreo, mientras que Sánchez Araujo sufrió la parte dura del toreo: una cornada de 10 centímetros en el muslo izquierdo. Aunque, no estaría mal un paseo hacia la Virgen que procese fe puesto que los pitones viajaron a milímetros del cuello. Victoriano trajo exigencia al toreo de arte y de valor en una Sevilla que con diferencias, siempre sigue siendo Sevilla.
Ficha del Festejo:
Hierro de Victoriano del Río – Hierro de Toros de Cortés – Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Primera de la Feria de San Miguel. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Victoriano del Río (3º bis, al romperse el titular el pitón derecho casi por la cepa al rematar de salida contra un burladero) y Toros de Cortés (2º y 5º), desiguales de presentación y de hechuras. También de juego. Destacó el bravo cuarto, dentro de una corrida que tuvo muchos matices.
• JUAN ORTEGA, silencio y oreja con fuerte petición de la segunda.
• DAVID DE MIRANDA, oreja y ovación.
• PABLO AGUADO, ovación y ovación.
Incidencias: Al finalizar el paseíllo, se guardó un minuto de silencio en memoria de María del Mar Tristán, subdirectora de la Banda de Música del Maestro Tejera. El banderillero Cándido Ruiz fue atendido en la enfermería de la plaza de toros de un varetazo en la rodilla izquierda. Se aconseja estudio radiológico.











