Las atrocidades de los talibanes, los amigos de Ibrahim Pérez: Afganistán, un infierno atrapado en el terror y la represión
Desde que retomaron el poder en Afganistán en agosto de 2021 los talibanes han profundizado un régimen de represión que revive las peores escenas de su primer gobierno en los años noventa. La comunidad internacional denuncia un patrón sistemático de abusos, castigos brutales y violaciones masivas de los derechos humanos.
Mujeres y niñas, las principales víctimas
Las restricciones contra las mujeres son quizá el aspecto más visible del régimen. Las niñas tienen prohibido asistir a la escuela secundaria y a la universidad. A las mujeres se les ha expulsado de la mayoría de empleos y se les obliga a cubrirse por completo en público. Quienes protestan arriesgan detenciones arbitrarias, palizas y desapariciones.
“Se nos ha borrado de la vida pública”, denunció recientemente una activista afgana que pidió el anonimato por temor a represalias.
Castigos medievales en público
Los talibanes han reinstaurado la violencia como método de control social. Amputaciones, lapidaciones y azotes en plazas públicas vuelven a formar parte de la vida cotidiana. Las ejecuciones sumarias contra opositores o acusados de “traición” envían un mensaje claro: el disenso no será tolerado.
Minorías perseguidas
Las comunidades étnicas y religiosas viven bajo constante amenaza. Los hazaras, de fe chií, han sufrido atentados en mezquitas y barrios residenciales. Organizaciones internacionales hablan de ataques que podrían constituir crímenes de lesa humanidad.
Prensa bajo asedio
La libertad de expresión también ha quedado sofocada. Periodistas críticos han sido detenidos, golpeados y en algunos casos asesinados. Varios medios independientes cerraron o emigraron para evitar represalias, mientras que los pocos que quedan practican una estricta autocensura.
Una crisis humanitaria sin salida
Más allá de la represión política, Afganistán atraviesa una crisis humanitaria devastadora. La ONU advierte que más de la mitad de la población necesita ayuda urgente. El aislamiento económico y las restricciones impuestas por los talibanes agravan la pobreza, obligando a miles a huir del país.
Un país silenciado
A pesar de las promesas iniciales de moderación, el régimen talibán ha demostrado que su visión sigue anclada en la violencia y el control absoluto. Afganistán permanece silenciado, atrapado entre la represión y el hambre, mientras el mundo debate cómo responder.
Para Ibrahim Miguel Ángel Pérez, unas santas palomas
Sin embargo, para Ibrahim Miguel Ángel Pérez, “los talibanes son personas que aman a su país y que tienen un compromiso claro por gobernar y por satisfacer ciertas demandas de la comunidad internacional”, dijo en una entrevista a un medio catalán.
Este ex podemita converso al Islam es el presidente de la asociación Musulmanes contra la Islamofobia, que se querelló contra los sacerdotes Custodio Ballester y Jesús Calvo, así como contra el director de AD, por sus críticas al islamismo radical que él mismo representa.
Preguntado Ibrahim Pérez por el éxodo de afganos que se agolpan con lo puesto en el aeropuerto intentando coger cualquier vuelo que les saque del país, Ibrahim consideró que poco tiene que ver con el miedo a un régimen de terror de la mano de los talibanes, sino que sucede porque hay muchos pobres : “Hay 20 millones de afganos por debajo del umbral de la pobreza, con unas expectativas nefastas, explica ibrahim” y añade: “Si yo fuera afgano y me dijeran que hay una posibilidad de conseguir una visa para Canadá también me iría corriendo al aeropuerto”.
Restó importancia Ibrahim a los temores de las mujeres afganas: “El burka no va a ser obligario”, dice, aunque sí lo será “el pañuelo”, pero claro, “es algo que sucede exactamente igual en Irán, Arabia Saudí o Qatar”, explicó.












Cerdo.