Ni mil kufiyas tapan lo de los cuñados
Mayte Alcaraz.- Durante los ocho días de oro de la familia de Pedro Sánchez, cuando por cada procesamiento te regalan un 20 % de descuento si eres un Sánchez-Gómez, el cabeza de familia ha ido de compras a Nueva York. Hay quienes van a la quinta avenida a adquirir vaqueros a buen precio, pero Pedro se ha ido a comprar una reputación de líder internacional y a llenar la maleta de pañuelos palestinos. Está a rebosar el trolley presidencial de kufiyas de todos los tamaños: para la mocha ilustrada de la catedrática, para la testa melómana del maestro Azagra, para la cabeza togada del fiscal, para la chola feminista de José Luis, para la molondra navarra de Santos, para la crisma aforada de Gallardo, para la azotea servil de Cristina. Y se ha traído, para completar el peso, una de propina para el jefe de gabinete de María Jesús, emponzoñado por perdonar deudas a Aldama. Si está a tiempo, hay que recomendar al presidente que compre unas cuantas más por lo que pueda venir. Va a necesitar muchos pañuelos contra Israel para cubrir este siniestro total en que se ha convertido su familia y su Gobierno-tanto monta.
Los informes que están por venir de la UCO van a copar la industria textil de las kufiyas y las banderas palestinas. Agitar esos símbolos es ya la única salida de Moncloa para manipular a los parroquianos –y especialmente a las parroquianas– que están decepcionados con el Sumo Líder. Sobre todo, desde que el embargo a Israel resulta que es el no embargo y desde que saben que las únicas pulseras que funcionan en la Administración socialista son las de diseño que agitan con tanto donaire Marisú y Yolanda, como sonajas en sus villancicos cuando piden el aguinaldo. Yo que el presidente, también compraría una remesa de pulseras en NY para cambiar las de AliExpress.
El señorito ha mandado a sus súbditos del Consejo de Ministros a desacreditar a Peinado cuando se ha enterado de que el caso de su señora esposa, de la que sigue enamorado y por la que estuvo a punto de mandarlo todo a freír espárragos, lo va a juzgar un jurado popular. El pueblo mismo. Tiene que estar contento. El que más ha hecho por imponer la política asamblearia, la justicia popular de las tricoteuses y de los tertulianos a las órdenes de Bolaños, el responsable de los tribunales tuiteros presididos por Óscar Puente, va a probar de esa medicina tan democrática, tan igualitaria, tan nacida en la calle. Va a lograr someterse al criterio de un jurado limpio como la patena –a pesar de estar integrado por ciudadanos madrileños, a los que tiene gato– que decidirá si la señora de Moncloa malversó caudales públicos cuando hizo uso del tiempo, remunerado con nuestro dinero, de una funcionaria para sus negocietes privados. Nueve ciudadanos elegidos por sorteo juzgarán a la citada asesora y al delegado del Gobierno en Madrid, el jefe directo de aquella, que son personal público y están imputados.
Y en Badajoz, David también podrá demostrar lo que se afanó por conseguir un puesto de trabajo en la Diputación de Badajoz. Cómo se lo habían rifado en las orquestas internaciones y en los grandes teatros europeos, pero él tuvo la generosidad de venir a tierras pacenses a compartir su batuta con los españoles. También demostrará que iba religiosamente todos los días al despacho y que lo de empadronarse en Portugal no fue para birlar impuestos a sus compatriotas sino por el amor que sentía por esa zona del país vecino.
Creo que ha llegado el momento en que Begoña, David, Cristina, Álvaro, José Luis, Santos y el que venga detrás –que vendrán–, acudan a sus banquillos tocados por el pañuelo palestino y demuestren así su compromiso contra el «genocidio» de Netanyahu y su apoyo a la flotilla que vamos a rescatar. Y luego ya, si eso, cuenten cómo parece que aprovecharon el poder de Pedro para defraudar, malversar, mentir, destruir pruebas, traficar con influencias y procurarse carreras ficticias, si viene al caso. Pero ya si viene al caso.











