En defensa del sacerdote Custodio Ballester
En los últimos años, el sacerdote Custodio Ballester ha sido objeto de críticas, campañas de desprestigio y no pocas caricaturas mediáticas. Lo pintan como un personaje incómodo, cuando en realidad lo que incomoda es su palabra clara, directa y sin dobleces. En una sociedad que premia la tibieza y la neutralidad, la firmeza pastoral del padre Ballester resulta un contrapeso incómodo, pero necesario.
Ballester no es un agitador ni un político, es un sacerdote. Y como tal, su misión es anunciar el Evangelio sin rebajas ni concesiones. En sus homilías y declaraciones públicas no hay cálculo electoral ni marketing ideológico: hay una convicción profunda de que el cristianismo no se negocia. Quienes lo atacan suelen olvidar que la función de un sacerdote no es agradar a las mayorías, sino ser fiel a la verdad de la fe.
Resulta paradójico que en un país que presume de pluralismo y libertad de expresión, se toleren todas las voces menos las que provienen de la Iglesia cuando esta recuerda principios incómodos. La libertad religiosa y la libertad de palabra deben ser garantizadas también para quienes, como Ballester, defienden posiciones contracorriente.
No se trata de coincidir con todas y cada una de sus afirmaciones, sino de reconocer su derecho —y su deber— de hablar como pastor. Los ataques personales que recibe no buscan el debate de ideas, sino silenciarlo. Y ahí radica la injusticia: censurar a un sacerdote por predicar lo que cree no solo es un ataque a su persona, sino también a la libertad de los creyentes que lo siguen.
El padre Custodio Ballester encarna la figura del sacerdote que no se esconde, que no acomoda su mensaje al clima cultural del momento, sino que ejerce su ministerio con coherencia. Esa valentía, aunque molesta para algunos, es un servicio invaluable para muchos.
Defenderlo no significa idolatrar a un hombre, sino reconocer que la Iglesia necesita voces libres y valientes que no teman nadar contracorriente. Y en esa defensa no solo está en juego la reputación de un sacerdote, sino también el derecho de los cristianos a escuchar la verdad de su fe proclamada con claridad.












Cierto : el padre Custodio Ballester “no acomoda su mensaje”, porque el suyo no puede ser otro que el que blinda el Evangelio :
“Sea vuestro lenguaje “Sí, sí” Y “No, no” que lo que pasa de aquí viene del Maligno.” ( Mateo 5, 37)
Y hoy “lo que pasa de aquí ” es el buenismo, ( esa mala interpretación, por interesada, de lo que es bueno) tan acomodaticio, tan empalagoso, …tan cobarde….