Un premio Nobel para Sánchez
Eduardo de Rivas.- La última astracanada del PSOE llega desde Canarias, donde un ministro del Gobierno pasa más tiempo que en su lugar de trabajo. Algo parecido a lo que hacía el hermano de Sánchez, que estaba tantos días en Badajoz como yo en Indonesia. Al ministro Torres le ocurre algo similar, porque echa tanto de menos su tierra que tiene una necesidad imperial de colocarse un acto institucional todas las semanas en las islas afortunadas. Siempre los jueves y los lunes, para verse en la obligación de pasar allí el fin de semana a costa de los impuestos de los españoles. Pero eso es simple casualidad, no malversación de dinero público.
En una de esas excursiones a Canarias, Ángel Víctor Torres ha concedido una entrevista a Atlántico TV, en la que le preguntaron por la posibilidad de que Donald Trump ganase el Nobel de la Paz por sus gestiones para acabar con la guerra en Ucrania. Ni corto ni perezoso, el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática dijo que ni mucho menos, que quien de verdad lo debía recibir era Pedro Sánchez. Imagino que el programa se grabaría sin público, porque la carcajada habría sido épica.
El lacayo de Sánchez, que parece querer arrebatarle el título de bufón presidencial a Óscar Puente, se atrevió incluso a argumentar su afirmación. «La mayoría de los españoles le aplaude», opina el ministro Torres de una persona que no puede pisar la calle sin ser abucheado y que necesita un dispositivo de 50 policías para visitar un colegio. «Ha puesto por delante sus principios», señala Torres sobre Sánchez, sobre alguien que ha cambiado tantas veces de opinión (lo que cualquier persona entiende por mentir) que ya hemos perdido la cuenta. El presidente del Gobierno tiene unos principios tan firmes que defendió la sedición en Cataluña durante el 1-O y después la retiró del Código Penal, sostuvo que nunca habría indultos para los responsables y los firmó con su puño y letra, defendió a capa y espada que la amnistía era inconstitucional y vendió al país por siete votos, dijo que traería a Puigdemont de vuelta para que rindiese cuentas ante la Justicia y está a punto de reunirse con él en Waterloo… podría seguir, pero tampoco quiero aburrirle.
El conflicto de Gaza, que era a lo que se refería el ministro Torres, también ha sido utilizado por Sánchez según le ha convenido. Lo que ocurre en Palestina se ha convertido en un asunto de primer orden para España o de breve de telediario en función de las necesidades de Moncloa. Si había que tapar la corrupción del hermano, de la mujer o del fiscal general, ahí estaba el Líder para hablar de los dos Estados, de crímenes de guerra y para enarbolar la bandera de Palestina y acabar con la participación de Israel en Eurovisión. Si la cosa estaba tranquila, mejor seguir callado. Será porque mientras el presidente disfruta de la piscina de La Mareta no mueren niños palestinos. Eso solo pasa cuando el juez Peinado llama a declarar a Begoña Gómez. Qué cosas tiene Netanyahu.












Bueno, nuestra capacidad de escandalizarnos ya fué dinamitada (nunca mejor dicho) el que día le dieron el Nobel de la Paz a Obama.
Esto de escandalizarnos está sobrepasado.